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SAN AGUSTIN. OBRAS

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inmortalidad de su carne, indica la felicidad de los gozos incorruptibles.<br />

61. Como ejemplo de lo que hablas propones un sacrificio sacrílego ofrecido a los ídolos, y<br />

escribes: "Sólo esto basta para hacer comprender todas las cosas de esta especie. Porque,<br />

una vez que alguien sacrifica a los ídolos, queda aplastado por la iniquidad de esta acción<br />

hasta que obtenga perdón; y, aunque la acción pasa, permanece la culpa. Y de ninguna<br />

manera -añades- puede permanecer la acción si desaparece la culpa; es decir, que un<br />

hombre que no cesa de sacrificar a los demonios, no puede verse libre de la mancha de tal<br />

sacrilegio". Con toda verdad puedes afirmar esto del sacrificio ofrecido a los ídolos, porque<br />

la acción de ofrecer el sacrificio pasa con el sacrificio mismo; y, si se repite el sacrificio, es<br />

ya otra acción, es decir, se comete otro sacrilegio, y la impiedad permanece hasta que<br />

renuncie a sacrificar a los ídolos y crea en Dios. El sacrificio ofrecido a los ídolos es una<br />

acción transitoria, no un vicio permanente; la impiedad que nos lleva a sacrificar<br />

permanece una vez realizado el sacrificio, y parece asemejarse a la concupiscencia, que<br />

impulsa a cometer un adulterio. Pero, desvanecido el error que nos hacía confundir piedad<br />

e impiedad, ¿acaso deleita sacrificar a los ídolos y siente el oferente avivarse en él este<br />

deseo? Luego no hay paridad entre estas dos cosas que tú creías iguales.<br />

De ninguna manera, repito, es semejante el sacrificio transitorio a la concupiscencia<br />

permanente, pues ésta con sus apetencias ilícitas, por la castidad combatidas, no deja de<br />

inquietar a los que ya no cometen los pecados en los que tenían por costumbre caer<br />

cuando consentían en los deseos de la concupiscencia y que, al progresar en la fe y<br />

conocimiento de la verdad, reconocen que tales acciones están prohibidas. El conocimiento<br />

no pone fin a la concupiscencia, pero la continencia le pone freno para que no pueda llegar<br />

a donde anhela. Por tanto, como la acción de inmolar a los ídolos no existe al cesar el<br />

acto, ni en la voluntad, pues el error que le llevó a la idolatría se disipó y permanece, no<br />

obstante, la culpa hasta que reciba, en las aguas de la regeneración, el perdón de todos<br />

sus pecados; y lo mismo, pero en sentido contrario, aunque la mancha de la<br />

concupiscencia carnal, que hace al hombre culpable, sea en el bautismo lavada, la<br />

concupiscencia permanece en nosotros hasta que, enteramente curada por los remedios<br />

salutíferos de aquel que, una vez lanzados los demonios, consolida la curación.<br />

62. Pues reconoces, como yo, que la mancha de un pecado pretérito permanece en<br />

nosotros hasta que sea lavada en la fuente sagrada, dime, te ruego: ¿qué culpa es ésta y<br />

dónde permanece, si el hombre culpable se ha convertido y vive piadosamente; y, sin<br />

embargo, aún no ha recibido el perdón de todos sus pecados? Esta mancha que hace al<br />

hombre culpable, ¿es un sujeto, es decir, una sustancia como lo es el espíritu o el cuerpo,<br />

o está en un sujeto como la fiebre o una herida en el cuerpo o como la avaricia o el error<br />

en el alma? Responderás, seguro que está en un sujeto, pues no vas a decir que es una<br />

sustancia.<br />

Entonces, ¿en qué sujeto crees se encuentra? Mas ¿por qué pedirte respuesta y no citar<br />

tus palabras? Dices: "El pecado pasa en cuanto acto, permanece la culpa en la conciencia<br />

del delincuente hasta que se le perdone". Luego está en un sujeto, es decir, en el alma del<br />

que recuerda haber pecado, y se ve atormentada por los remordimientos de su conciencia<br />

hasta que el perdón de sus pecados le devuelva la calma y seguridad. Y ¿qué pasa si<br />

olvida su pecado y no siente remordimiento alguno de conciencia? ¿Dónde encontrará la<br />

culpa, que permanece, según tú, después que ha pasado el acto pecaminoso, hasta que<br />

sea borrada por el perdón de todos sus pecados? Ciertamente que no está en el cuerpo,<br />

pues no pertenece a ninguno de sus accidentes; ni en el alma, pues el olvido borró su<br />

recuerdo. Sin embargo, existe.<br />

¿Dónde se encuentra, si, antes pecador, lleva ahora una vida santa y no comete tales<br />

faltas, y no se puede decir que permanece la mancha del pecado, cuyo recuerdo pervive<br />

en nosotros y el de los pecados ya olvidados no permanece? Pues sin duda, permanece<br />

hasta que se perdone. ¿Dónde va a permanecer sino en las leyes secretas de Dios, escritas<br />

de alguna manera en la mente de los ángeles, para que ningún delito quede impune si no<br />

es expiado por la sangre del Mediador?<br />

Por la señal de la cruz es consagrada el agua del bautismo, para que la culpa que nos hace<br />

pecadores, y es como un acta de obligación escrita y contraída antes, quede perdonada en<br />

presencia de las potestades angélicas encargadas de castigar los pecados. Por esta<br />

escritura quedan obligados cuantos nacen en la carne y carnalmente de la carne, y han de<br />

ser redimidos de esta deuda por aquel que nació en la carne y de la carne, pero no carnal,

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