09.05.2013 Views

SAN AGUSTIN. OBRAS

SAN AGUSTIN. OBRAS

SAN AGUSTIN. OBRAS

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

tampoco entonces les faltaron enemigos de las otras naciones, ni<br />

quien procurase conquistarlos; porque Cristo Señor nuestro,<br />

cuando nació, los halló ya tributarios de los romanos.<br />

CAPUOLO XXIV<br />

De los profetas, así de los últimos que hubo entre los judíos, como<br />

de los que menciona la historia<br />

evangélica cerca del tiempo del nacimiento del Señor<br />

En todo aquel tiempo, desde que regresaron de Babilonia, después de<br />

Malachías, Ageo y Zacarías que profetizaron<br />

entonces, y Esdras, no tu vieron profetas hasta la venida del<br />

Salvador, sino otro Zacarías, padre de San Juan, e Isabel su<br />

esposa, próximo ya el nacimiento de Cristo; y después de nacido, el<br />

anciano Simeón, Ana la viuda, ya muy vieja, y al mismo<br />

San Juan, que fue el último de todos; el cual, siendo joven, anunció<br />

a Cristo ya mozo, no como futuro, sino que sin conocerle le<br />

mostró y enseñó con el conocimiento divino que tenía de profeta, por<br />

lo cual dijo el mismo Señor: «La Ley y los profetas hasta<br />

Juan. »<br />

Y aunque de las profecías de estos cinco tenemos noticia exacta por<br />

el Evangelio, donde hallamos asimismo referido que<br />

la misma Virgen María, Madre del Señor, profetizó antes de Juan, con<br />

todo, estos vaticinios de estos cinco varones santos no los<br />

admiten los judíos, digo, los réprobos; pero los admitió un<br />

crecidísimo número de ellos, que creyeron en la fe evangélica. Y en<br />

éstos verdaderamente se dividió Israel en dos, con aquella división<br />

que por el profeta Samuel se le anunció al rey Saúl que era<br />

inmutable. Malachías, Ageo, Zacarías y Esdras son, pues, los últimos<br />

a quienes aun los judíos réprobos tienen recibidos en su<br />

canon. Porque asimismo se halla lo que éstos escribieron, como lo de<br />

los otros que profetizaron entre la grande muchedumbre<br />

del pueblo, aunque fueron muy pocos los que no escribieron asunto<br />

alguno que mereciese autoridad canónica. De lo que éstos<br />

vaticinaron tocante a Cristo y a su Iglesia me parece decir lo<br />

preciso en esta obra; lo que haremos con más comodidad, con el<br />

favor del Señor, en el libro siguiente, para que en éste, que es tan<br />

extenso, no aglomeremos ya más materias.<br />

LIBRO DECIMOCTAVO<br />

LA CIUDAD TERRENA HASTA EL FIN DEL MUNDO<br />

CAPITULO PRIMERO<br />

Sobre lo que queda dicho hasta los tiempos del Salvador en estos<br />

diecisiete<br />

libros<br />

Prometí escribir el nacimiento, progreso y fin de las dos Ciudades,<br />

la de Dios y la de este siglo, en la cual anda ahora<br />

peregrinando el linaje humano; prometí, digo, escribir esto después<br />

de haber convencido y refutado, con los auxilios de la divina<br />

gracia, a los enemigos de la Ciudad de Dios, que prefieren y<br />

anteponen sus dioses a Cristo, autor y fundador de esta Ciudad, y<br />

con un odio, perniciosísimo para sí, envidian impíamente a los<br />

cristianos; lo cual ejecuté en los diez libros primeros. Y de las<br />

tres<br />

cosas prometidas, en los cuatro libros, XI - XIV, traté largamente<br />

del nacimiento de ambas Ciudades. Después, en otro, que es<br />

el XV; hablé del progreso de ellas desde el primer hombre hasta el<br />

Diluvio; y desde allí hasta Abraham, volvieron nuevamente<br />

las dos a concurrir y caminar, así como en el tiempo, también en<br />

nuestra narración. Pero después, desde el padre Abraham

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!