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SAN AGUSTIN. OBRAS

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ley de los miembros que combate la ley del espíritu? Se llama ley del pecado porque incita<br />

al pecado, y, si se me permite la expresión, lo manda y si se le obedece, sin atenuantes se<br />

peca. Se llama pecado porque es obra del pecado y desea pecar. Su reato ha sido por el<br />

sacramento de la regeneración perdonado, pero permanece el combate como prueba. Es<br />

un mal evidente. No podemos combatirla con las solas fuerzas de nuestra voluntad, como<br />

tu crees, sino con la ayuda de Dios. Preciso es combatir este mal, no negarlo. Se debe<br />

superar, no defender. Por fin, si consientes, reconoce el mal de tu pecado, si resistes,<br />

reconoce, al combatirlo, que es un mal.<br />

Lucha y rebeldía en el hombre<br />

72. Jul.- "¿De qué te sirve la moderación en una cosa que se impone por su misma<br />

presencia? Pondera las consecuencias de tus sutilezas: primero, peca la naturaleza sin la<br />

voluntad, cosa imposible. Segundo, es pecado y no peca; es decir una misma cosa es y no<br />

es. Finalmente, si turba la paz, es miserable sin recibir el castigo que merece por destruir<br />

la paz, y si comete delito, es condenable. La ley de pecado merece castigo y es una excusa<br />

para la voluntad del hombre. Porque es una ley vinculante y natural, y que se impone a<br />

cada momento y no puede ser vencida por la voluntad; en consecuencia, nadie es culpable<br />

si hace lo que no puede evitar. Tampoco peca la ley cuando no puede hacer otra cosa.<br />

Luego imputa Dios a culpa cosas inevitables, sin que nadie le obligue a cometer tamaña<br />

injusticia. Bien examinado todo, él sólo es culpable al imputar como culpa, con asombrosa<br />

audacia, lo que no se puede evitar, y pues no se ve forzado a ello, él mismo peca.<br />

¡Muy bien, noble profesor de sabiduría! Gracias a los recursos de tu retórica púnica,<br />

valoras los dones y anulas el juicio, ensalzas la gracia y suprimes la justicia; y para<br />

deshonra de la naturaleza humana, acusas al Creador de los hombres; es tan odiosa tu<br />

acusación, que tu Dios aparece más culpable que cualquier pecador y que la misma ley de<br />

pecado. Y luego insultas a los sacerdotes católicos, pues dices que niegan la gracia de<br />

Cristo cuando defienden su justicia; mientras nosotros alabamos la misericordia de la<br />

medicina y mantenemos la justicia de las leyes".<br />

Ag.- ¡Ojalá reconocieses como sacerdotes católicos a los que, mucho antes que existierais<br />

vosotros, enseñaron que la concupiscencia de la carne que codicia contra el espíritu,<br />

aunque el espíritu luche contra la carne, y se llama ley de pecado por combatir contra la<br />

ley del espíritu, después de la prevaricación que tuvo lugar en el paraíso, vició la<br />

naturaleza humana! Por eso ahora nadie nace sin ella y en los santos el espíritu ha de<br />

guerrear contra la carne para poder vivir en justicia, hasta que sea completa en el hombre<br />

la salvación, y la carne, en plena armonía con el espíritu, deje de existir.<br />

Dice Ambrosio que por la prevaricación del primer hombre la lucha entre la carne y el<br />

espíritu es como una naturaleza; de esta lucha, dice el cartaginés Cipriano, de cuya<br />

retórica púnica no creo oses mofarte, como has hecho conmigo: "Existen tensiones entre<br />

la carne y el espíritu, sus inclinaciones opuestas dan lugar a diarios combates, de manera<br />

que no hacemos lo que queremos, porque el espíritu busca lo celeste y divino, y la carne<br />

lo temporal y terreno; por eso imploramos la ayuda de Dios para que entre ambos reine la<br />

concordia y se cumpla su divina voluntad en el espíritu y en la carne, y el alma,<br />

regenerada, se salve por él" 100 .<br />

Es lo que clara y abiertamente enseña con sus palabras el Apóstol: La carne, dice, codicia<br />

contra el espíritu, y el espíritu contra la carne; son entre sí antagónicos y no podéis hacer<br />

lo que queréis. Esta armonía entre carne y espíritu que Cipriano nos recomienda implorar<br />

de Dios, no concedes haya existido en el Edén antes del pecado; o, si existió, ¿por qué no<br />

confiesas fue rota cuando la naturaleza quedó viciada por la prevaricación del primer<br />

hombre, y a la paz de alma y cuerpo sucedió una miserable discordia? Y te indignas contra<br />

nosotros porque atacamos con nuestra palabra a sacerdotes que se dicen católicos, es<br />

decir, a vosotros, porque decimos que negáis la gracia de Cristo; siendo así que sois<br />

vosotros los que con palabras impías y descaradas insultáis a los verdaderos sacerdotes<br />

católicos, al eructar, con no digerido furor, injurias contra mí, que sigo con fidelidad y<br />

defiendo su doctrina. Dice el Apóstol: Caminad en el Espíritu y no daréis satisfacción a las<br />

apetencias de la carne 101 . Dime, por favor, ¿por qué las llama apetencias de la carne si no<br />

existen? ¿Por qué prohíbe darles satisfacción si son buenas? Y muestra lo que son cuando<br />

dice: La carne lucha contra el espíritu, y el espíritu contra la carne. Son entre sí opuestas,<br />

de suerte que no podéis hacer lo que queréis. ¿A quiénes dice: no hacéis lo que queréis? ¿<br />

Son los judíos, que no habían recibido la gracia de Cristo, según vuestra maravillosa

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