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SAN AGUSTIN. OBRAS

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diestra y potencia. El me invocará: tú eres mi Padre, mi Dios, y<br />

el protector de mi salud. Yo le haré primogénito, y le ensalzaré<br />

sobre los reyes de la tierra. Para siempre jamás guardaré con él<br />

mi misericordia, y mi pacto y testamento se lo cumpliré fiel e<br />

inviolablemente. Haré que su descendencia sea perpetua, y su trono<br />

perpetuo, mientras durasen los cielos.» Todo lo cual se entiende de<br />

nuestro Señor Jesucristo, el cual se comprende congruamente<br />

bajo el nombre de David por la forma de siervo, que el<br />

mismo Mediador tomó de la descendencia de David,<br />

naciendo de la Virgen María. Y prosigue, hablando de los pecados de<br />

sus hijos, ciertas cosas que se asemejan a lo que se dice<br />

en los libros de los Reyes, y persuaden que se entiendan de Salomón.<br />

Porque en el libro de los Reyes dice: «Y si este tu hijo<br />

pecare, le castigaré con la vara y azote de los hombres, y con los<br />

golpes de los hijos de los hombres; pero no apartaré de él mi<br />

misericordia», significando por los toques o golpes las plagas y<br />

azotes de la corrección y del castigo.<br />

Conforme a esto, dice en otro lugar: «No toquéis a mis cristos y<br />

ungidos», lo cual ¿qué otra cosa quiere decir sino que<br />

no les hagáis mal, no les ofendáis? En el Salmo 88, como tratando de<br />

David, por expresarse allí con cierta semejanza alusiva a<br />

esto, dice: «Se dejasen sus hijos mi ley y no observaren mis<br />

mandamientos; si profanaren mis sanciones y traspasaren mis<br />

preceptos, visitaré y castigaré, con vara sus maldades y con azotes<br />

sus delitos, pero no apartaré de él mi misericordia y pacto.»<br />

No dijo «de ellos», aunque hablaba de sus hijos, y no de él; dijo de<br />

él, porque, bien considerado, quiere decir lo mismo. Porque<br />

era imposible hallar pecado alguno en el mismo Cristo, que es la<br />

cabeza de la Iglesia, por el cual fuera necesario que Dios le<br />

castigara con azotes y correcciones humanas, guardando su pacto y<br />

misericordia, sino en su cuerpo y miembros, que es su<br />

pueblo. Por eso dice en el libro de los Reyes iniquitas ejus, su<br />

pecado, y en el Salmo, filiorum ejus, de sus hijos, para que<br />

entendamos que en cierto modo se dice de él lo que se dice de su<br />

cuerpo. Por lo cual, el mismo Señor, desde el Cielo,<br />

persiguiendo Pablo a su cuerpo, que son sus fieles, Saulo, Saulo -<br />

dice -, ¿por qué me persigues? »<br />

Después prosiguió el salmista: «Y no quebrantaré mi fe y verdad no<br />

profanaré o mudaré mi testamento y promesa, ni<br />

retractaré lo que he dicho por esta boca. Una vez lo prometí y, juré<br />

por mi santidad que no engañan a David«»; esto es, no ha<br />

de faltar a David mi promesa; porque suele hablar así la Escritura. Y<br />

en lo que no ha de mentir, y lo ha de cumplir, añade:<br />

«Su descendencia permanecerá para siempre, y su trono y majestad en<br />

mi presencia florecerá eternamente como el<br />

sol, y como la luna perfecta, que en el Cielo son testigos<br />

fidelísimos.»<br />

CAPITULO X<br />

Cómo sucedió en el reino de la Jerusalén terrena diferentemente de lo<br />

que prometió Dios para que entendiésemos que<br />

la verdad y cumplimiento de la promesa pertenecía a la gloria de otro<br />

rey y de otro reino<br />

Después de fundamentos tan sólidos, en que estriba una promesa tan<br />

singular e interesante a la humana naturaleza,<br />

rara que no creyésemos que se habían verificado en Salomón; como si<br />

le excluyera, y de él no hiciese mención, para<br />

semejante asunto, dice: «Tú, Señor, le desechaste y le aniquilaste.»<br />

Porque esto fue lo que sucedió al reino de Salomón en sus<br />

descendientes, hasta venir al deplorable estado de quedar destruida y<br />

asolada la misma terrena Jerusalén, que era la cabeza y<br />

silla de su reino, y especialmente hasta no quedar piedra sobre<br />

piedra del templo, que construyó con tanto esmero el mismo,

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