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SAN AGUSTIN. OBRAS

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Cristo o al Homousios? Llenos de veneración por el nombre respondieron en seguida: "A<br />

Cristo", y rechazaron el Homousios, salen triunfantes e imaginan guardar la fe de Cristo, al<br />

que negaron ya, al no reconocerlo como Homousios, es decir, consustancial al Padre. Lo<br />

mismo ahora vosotros, inventores de engaños, aterrorizáis a los ignorantes que no quieren<br />

ser censados entre los que trabajan por la fe y han de negar la existencia del libre albedr'o<br />

y al Dios creador de los hombres. Esta es la objeción que yo hice en aquel pasaje, y la<br />

discusión presente probará que tenía razón. Tú respondiste: No negamos el libre albedrío,<br />

sin añadir una palabra más. Era la ocasión de completar, sin tergiversaciones, tu<br />

pensamiento, si al decir que no negabas el libre albedrío añadieses: "confesamos que el<br />

libre albedrío, don de Dios, subsiste en la naturaleza humana"".<br />

Ag.- ¿Cómo subsiste en ellos la libertad, si para ser liberados de la esclavitud del pecado,<br />

que como vencedor triunfa en ellos, necesitan de la gracia divina, a no ser que ellos<br />

mismos sean libres, pero libres en relación con la justicia? Por eso dice el Apóstol: Cuando<br />

erais esclavos del pecado, erais libres respecto a la justicia 109 .<br />

La definición como punto de partida<br />

77. Jul.- "En tu discurso sentaste un principio que no podrías, sin extrema impudencia,<br />

ulteriormente contradecir; y a pesar de ciertas secuencias, aunque tarde, podría aparecer<br />

más razonable. Me acusas ahora de engañador cuando, por tus palabras, pruebo lo que te<br />

objeto; eres tú el que mientes sobre este punto que piensas con firmeza establecido.<br />

No negamos, dices, la existencia del libre albedrío; y añades un testimonio del Evangelio:<br />

Si el Hijo, dice la Verdad, os ha hecho libres, entonces sois verdaderamente libres 110 .<br />

Cierto, pero en este pasaje nuestro Señor Jesús no quiso probar la existencia del libre<br />

albedrío. Mas antes de dar una explicación a esta perícopa, expliquemos, mediante<br />

definiciones y divisiones, lo que uno y otro pensamos; pues toda discusión, según doctrina<br />

de todos los doctores, debe principiar por la definición".<br />

Ag.- Los Apóstoles, al no empezar sus discusiones por una definición, ¿no eran doctos?<br />

Eran, sin embargo, doctores de los gentiles y despreciaban a esos doctores de los que tú<br />

tanto te glorías. La sentencia del Señor: Si el Hijo os ha hecho libres, sois verdaderamente<br />

libres tratas de torcerla en tu sentido; pero claro se verá cómo no te favorece.<br />

Emancipación y libertad<br />

78. Jul.- "Dice Tulio que toda discusión razonada sobre una cuestión cualquiera ha de<br />

empezar por su definición para conocer el objeto sobre el cual se discute. Si nosotros<br />

antes discutimos sobre la definición de la justicia y el pecado, ahora, siguiendo el mismo<br />

método, examinemos qué definición compete al libre albedrío para que conste con claridad<br />

quién está a tu favor y quién en contra. El libre albedrío que Dios otorgó al hombre como<br />

aval de su emancipación consiste en la posibilidad de cometer un pecado o abstenerse de<br />

pecar".<br />

Ag.- Dios, dices, emancipó al hombre, y no adviertes que el emancipado deja de<br />

pertenecer a la familia del Padre.<br />

Juliano define<br />

79. Jul.- "El hombre fue creado animal racional, mortal, capaz de virtud y pecado, de<br />

observar los mandamientos conculcarlos, de salvaguardar el derecho de la sociedad<br />

humana mediante la autoridad natural y tener libertad para elegir el camino del pecado o<br />

el de la justicia. Cuando por virtud abreva a los indigentes en las fuentes de la<br />

misericordia o de la justicia, esto que la justicia exteriormente ordena, ya, en su interior,<br />

lo concibió y parió una voluntad santa".<br />

Ag.- Que el hombre conciba la justicia como obra de su propio esfuerzo es opinión vuestra,<br />

pues, ignorando la justicia de Dios, establecéis la vuestra. La voluntad santa concibe, en<br />

efecto, la justicia por un santo pensamiento, según está escrito: Un pensamiento santo le<br />

guardará 111 . Dice el Apóstol: No porque seamos capaces de pensar algo por nosotros<br />

mismos, pues nuestra capacidad viene de Dios 112 . Si esto comprendéis, comprenderéis<br />

también que no hay libertad verdadera si no lo hace libre la gracia de Dios.

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