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SAN AGUSTIN. OBRAS

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Ag.- Piadosa acción es dar en esta vida culto a Dios y, con su gracia, combatir las pasiones<br />

viciosas internas y oponerles resistencia cuando nos incitan a empujar a lo ilícito, o,<br />

cuando cedemos, implorar, con sentimiento de verdadera piedad, la misericordia de Dios y<br />

ayuda contra las recaídas. En el paraíso, si nadie hubiera pecado, no podía ejercerse la<br />

piedad luchando contra los vicios, porque una permanente felicidad excluye los vicios. No<br />

indica ser hombres que luchan de verdad contra los vicios, como cuando vosotros<br />

constantemente tejéis con descaro el elogio de los vicios. ¿Es así, ¡oh Juliano!, que cuando<br />

Ambrosio escribe: "Todos nacemos en pecado y su misma fuente está contaminada" 94 ,<br />

habla inspirado por mí, o difama el nacimiento del hombre para no cambiar de conducta? Y<br />

cuando dice Gregorio: "Honrad el nacimiento que os libró de los lazos del nacimiento<br />

terreno" 95 ; o cuando, al hablar de Cristo o del Espíritu Santo, decía: "Por él somos<br />

lavados de las manchas del primer nacimiento por las cuales hemos sido concebidos en<br />

iniquidad y nuestras madres nos han engendrado en pecado" 96 , o cuando dice del rey<br />

David: "Sabía que había nacido en pecado y bajo la ley del pecado"" 97 ; infamaban estos<br />

doctores el nacimiento para no cambiar de conducta?<br />

¿Te atreves en conciencia a defender que la conducta de Pelagio fue mejor que la de estos<br />

grandes doctores? Perdonad, pero jamás podemos creer que vuestra vida sea más santa<br />

que la de ellos, cuando ni vosotros mismos sois tan incondicionales partidarios de la<br />

concupiscencia hasta querer colocarla en el paraíso antes del pecado, tal como existe en la<br />

actualidad, con sus luchas contra el espíritu.<br />

Si, como dices, "la condición de los sexos era la misma en el paraíso que la que en la<br />

actualidad existe en el matrimonio", existía antes del pecado la pasión de la carne, sin la<br />

que ahora no existe unión sexual. Y si no queréis admitir que, en aquel lugar de delicias,<br />

los órganos de la generación, de los que no sentían vergüenza, hayan servido para cumplir<br />

su función generadora y, sin pasión, obedecer a la voluntad del hombre, os pregunto aún:<br />

¿qué pasión, según vosotros, existía entonces? Cuando era necesaria, ciertamente seguía<br />

el libre querer, pero cuando no era necesaria para la generación ¿incitaba el alma y la<br />

impulsaba a uniones culpables, o venialmente reprensibles, entre los esposos? Si entonces<br />

era tal como es ahora, debía causar los mismos efectos ora se la resistiese con templanza,<br />

ora se cediese por intemperancia, y así el hombre o se vería obligado a servir a la libido,<br />

pecando, o resistir en abierta lucha interior. Vosotros, si tenéis sentido, debéis admitir que<br />

la primera condición destruye la inocencia, la otra, la felicidad en la paz.<br />

Resta, pues, confesar que, si la libido existió en el paraíso, estaba tan sometida a la<br />

voluntad, que no alteraba la paz del alma, ni la incitaba al mal, ni la provocaba a la lucha,<br />

y, por consiguiente, el alma estaba sometida a Dios y gozaba de Dios; sin apetencias del<br />

mal ni necesidad de luchar. Pero como ahora no es así, incluso cuando cosas lícitas desea,<br />

las apetece con ardor frenético, no con moderación; e impulsa al espíritu a las ilícitas o<br />

lucha contra el espíritu; reconoce, pues, que la naturaleza, antes buena, ha sido viciada<br />

por el mal, y aunque la castidad conyugal hace buen uso de este mal, en vista a la<br />

procreación de la especie, no es menos cierto que este mal es para los nacidos un mal<br />

derivado de la generación y que debe ser, por el sacramento de la regeneración,<br />

perdonado.<br />

Libido y miserias no eran posibles en el Edén<br />

71. Jul.- "Punto sobre esto. Paso ahora a lo que sigue: "En este cuerpo de muerte, dices,<br />

no existía ciertamente en nuestros sentidos, antes del pecado, en el paraíso, una ley en<br />

lucha contra la ley del espíritu; porque, incluso cuando no queremos ni consentimos, ni<br />

prestamos nuestros miembros para satisfacer sus deseos, esta ley habita en nuestros<br />

miembros y solicita al espíritu que lucha y resiste; y este combate, aunque no sea culpable<br />

si no se comete pecado, no deja de ser una miseria, pues no permite se viva en paz".<br />

Por testimonio universal sabemos que el placer de los sentidos es patrimonio de todos.<br />

Que este placer y concupiscencia existía en el paraíso antes del pecado lo prueba el ser<br />

esta concupiscencia vehículo de pecado. La belleza del fruto incitó a la vista y le hizo<br />

concebir la esperanza de un sabor agradable. No pudo esta concupiscencia, que, si rebasa<br />

la medida, peca; pero sólo es una afección natural e inocente cuando se la mantiene<br />

dentro de unos justos límites; no pudo, repito, ser fruto de pecado, porque no fue por ella<br />

misma, sino por la voluntad, ocasión de pecado.<br />

Sobre este punto lee mi libro segundo y comprobarás que esto que decimos puede llevar

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