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SAN AGUSTIN. OBRAS

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pasiones que antes teníais, propias de vuestra ignorancia, sino que, del mismo modo que<br />

santo es Aquel que nos ha llamado, así también sed vosotros santos en todo vuestro<br />

comportamiento. Porque escrito está: Seréis santos porque también santo soy Yo 949 . Y si<br />

llamáis Padre a Aquel que, sin tener en cuenta el rango de las personas, juzga a cada cual<br />

según sus obras, comportaos con temor todo el tiempo que dure vuestra peregrinación<br />

terrena" 950 . Y algunos versículos después: "Purificando vuestras almas en las exigencias<br />

de la caridad, en la sencillez del amor fraterno, amaos unos a otros profundamente de<br />

todo corazón: renacidos..." 951 .<br />

Unos cuantos versículos después: "Por lo tanto, dejando a un lado toda malicia, todo<br />

engaño, la hipocresía, las envidias y las maledicencias todas, anhelad -como niños recién<br />

nacidos- la leche espiritual no adulterada" 952 . Y unos versículos más adelante: "Os ruego,<br />

queridísimos míos, que, como extranjeros y peregrinos, os abstengáis de las<br />

concupiscencias carnales que combaten contra el alma. Seguid entre los gentiles un buen<br />

comportamiento, de manera que, en aquello mismo que os echan en cara como<br />

malhechores, puedan, considerando vuestras buenas obras, glorificar a nuestro Dios el día<br />

de su venida. Acatad, por respeto a Dios, toda autoridad humana, ya sea el rey -como<br />

soberano-, ya sean los gobernadores -como delegados suyos designados para castigo de<br />

los malhechores y encomio de los buenos- Porque tal es la voluntad de Dios: que,<br />

practicando el bien, hagáis enmudecer la ignorancia de las personas insensatas. Como<br />

hombres libres, y no como quien emplea la libertad como careta de su malicia, sino como<br />

siervos de Dios. Respetad a todos, amad la fraternidad, temed a Dios, honrad al rey. Los<br />

que sois siervos, acatad con todo temor a vuestro amo, no sólo a los buenos y benévolos,<br />

sino también a los severos. Pues es agradable a Dios el que, por amor a Él, uno sufra<br />

ofensas, padeciéndolas injustamente. Pues ¿qué gloria podéis tener si sois castigados por<br />

haber delinquido y lo aguantáis? En cambio, si sufrís aunque practicáis el bien, eso sí que<br />

resulta grato a los ojos de Dios. Pues para esto fuisteis llamados, ya que también Cristo<br />

padeció por nosotros dejándoos el ejemplo para que sigáis sus pasos" 953 .<br />

Y en otro pasaje: "Igualmente, que las mujeres sean sumisas a sus maridos, de forma que<br />

si alguno no da crédito a la palabra, alcance la fe gracias al comportamiento de la esposa,<br />

sin necesidad de palabras, al fijarse en vuestro honrado comportamiento basado en el<br />

respeto. Su apariencia externa no presente rizados los cabellos o atavíos de oro o una<br />

preocupación desmedida por el vestido; al contrario, cual persona de corazón, que es<br />

recatada, en la incorruptibilidad de un espíritu pacífico y moderado, que es rico a los ojos<br />

de Dios. Así es como se adornaban antaño las santas mujeres que tenían puesta en Dios<br />

su confianza y eran sumisas a sus propios maridos. Igual que Sara obedecía a Abraham<br />

llamándolo "señor"; hijas de ella habéis venido a ser vosotras, que hacéis el bien sin sentir<br />

temor hacia amenaza alguna. Asimismo, vosotros, maridos, convivid con ellas con<br />

sensatez, tratándolas como a un vaso delicado, honrando a la esposa como a coheredera<br />

de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no encuentren obstáculo. En fin, que<br />

todos tengáis un mismo sentimiento, experimentéis el mismo espíritu de fraternidad, seáis<br />

amables, misericordiosos, moderados, humildes; no devolváis mal por mal, ni maldición<br />

por maldición; al contrario: bendecid, porque para eso habéis sido llamados, para que<br />

poseáis en herencia la bendición. Porque quien quiere amar la vida y ver días felices,<br />

refrene su lengua apartándola del mal y sus labios no hablen el mal. Aléjese del mal y<br />

practique el bien; busque la paz y vaya tras ella; porque los ojos del Señor se posan sobre<br />

los justos y sus oídos atienden a sus súplicas. Pero el rostro del Señor se levanta sobre<br />

quienes obran el mal 954 . Y ¿quién es el que puede haceros daños si fuerais celosos<br />

practicantes del bien? No obstante, si sufrís por ajustaros a la justicia, felices de vosotros.<br />

No os causen temor las amenazas, ni os sintáis turbados. Al contrario, ensalzad al Señor<br />

Jesucristo en vuestros corazones, dispuestos en todo momento a dar satisfacción a todo el<br />

que os pida testimonio de la esperanza que hay en vosotros. Pero hacedlo con modestia y<br />

con respeto, teniendo buena conciencia, para que, en aquello mismo que os echan en<br />

cara, queden confundidos quienes difaman vuestra conducta en Cristo. Pues mejor es<br />

sufrir (si tal es la voluntad de Dios) haciendo el bien que haciendo el mal" 955 .<br />

"Puesto que Cristo padeció en la carne, estad vosotros pertrechados también de idéntico<br />

pensamiento: que el que padeció en la carne se apartó de los pecados, de manera que el<br />

resto de su vida viva en la carne, ero no sujeto ya a las pasiones humanas, sino a la<br />

voluntad de Dios. Séanos suficiente el tiempo pasado que hemos perdido atendiendo a la<br />

voluntad de los gentiles, entregados al desenfreno, a las pasiones, a las borracheras, a las<br />

comilonas, a las embriagueces y a abominables cultos idolátricos" 956 .

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