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SAN AGUSTIN. OBRAS

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manifiesto la justicia de Dios al apartarlo de una fe y llevarlo a otra, según está escrito: El<br />

justo vivirá de mi fe 765 . La ira de Dios se manifiesta desde el cielo sobre la impiedad y la<br />

injusticia de aquellos hombres que detienen la verdad arrastrándola a la injusticia. Porque<br />

lo que de Dios puede ser conocido se ha puesto de manifiesto en ellos, porque Dios se lo<br />

ha manifestado. Desde la creación del mundo, lo invisible de Dios, así como su eterno<br />

poder y su divinidad, pueden observarse a través de aquellas obras que se conocen, de<br />

manera que no tendrán excusa alguna, dado que, habiendo conocido a Dios, no le<br />

glorificaron como a Dios, ni se le mostraron agradecidos, sino que se disiparon en sus<br />

propios pensamientos, y su necio corazón se tiñó de tinieblas. Ufanándose de sabios, se<br />

volvieron estúpidos, y cambiaron la gloria de Dios inmortal por representaciones que, en<br />

imagen, figuraban al hombre mortal, o aves, o cuadrúpedos, o serpientes" 766 .<br />

"Por eso Dios los dejó expuestos al capricho de las pasiones de su corazón para que se<br />

hundieran en la inmundicia, y con sus ultrajes deshonraran entre sí sus propios cuerpos,<br />

pues trocaron la verdad de Dios por mentira, y adoraron y rindieron pleitesía a la criatura<br />

prefiriéndola al Criador, que es bendito por los siglos. Amén. Por eso Dios los dejó<br />

expuestos a pasiones ignominiosas. Sus mujeres cambiaron la práctica natural del sexo<br />

por otras relaciones contra natura, y lo mismo hicieron los varones: dejando de lado el<br />

contacto sexual natural con la mujer, se abrasaron en la pasión de unos por otros,<br />

practicando la infamia varones con varones, y haciéndose acreedores en sí mismos de la<br />

recompensa que convenía a su extravío. Y como demostraron que no tenían preocupación<br />

alguna de conocer a Dios, Dios los dejó en manos de una mentalidad condenable para que<br />

hicieran lo que no convenía; repletos de toda iniquidad, de malicia, de fornicación, de<br />

avaricia, de perversidad; llenos de envidia, de homicidios, de pleitos, de mentira, de<br />

malignidad; murmuradores, detractores, abominables de Dios, difamadores, soberbios,<br />

altaneros, maquinadores de males, desobedientes a sus padres, insensatos,<br />

desordenados, sin afecto, sin lealtad, sin misericordia. Ellos, conociendo cómo actúa la<br />

justicia de Dios, no quisieron comprender que quienes se comportan de aquella forma se<br />

hacen merecedores de la muerte; más aún, no sólo quienes lo llevan a cabo, sino también<br />

quienes están de acuerdo con los que lo realizan" 767 .<br />

"Por eso, no tienes disculpa tú, hombre que juzgas, quienquiera que seas; pues en aquello<br />

mismo que a otro juzgas te estás tú mismo condenando, ya que practicas precisamente<br />

aquello que juzgas. Pero sabemos que el juicio de Dios sobre quienes tales cosas hacen se<br />

atiene a la verdad. ¿Y piensas tú -hombre que juzgas a los que hacen esas cosas y que tú<br />

mismo haces también- que vas a escapar al juicio de Dios? ¿Acaso desprecias las riquezas<br />

de su bondad, de su paciencia, de su longanimidad, ignorando que la benignidad de Dios<br />

te conduce al arrepentimiento? Consecuente con tu obcecación y con tu corazón<br />

impenitente, vas acumulando contra ti la ira de la cólera y de la manifestación del justo<br />

juicio de Dios, que recompensa a cada uno según sus obras: gloria, honor e inmortalidad a<br />

quienes buscan la vida eterna mediante la perseverancia en el bien obrar; ira y<br />

desesperación para quienes, en su obcecación, no se atienen a la verdad y se confían a la<br />

iniquidad. Tribulación y angustia sobre toda alma del hombre que practica el mal, tanto del<br />

judío, primeramente, como del griego. En cambio, gloria, honor y paz para todo el que<br />

practica el bien, tanto para el judío, primeramente, como para el griego" 768 . Y un poco<br />

después: "Pues ante Dios, los justos no son los auditores de la ley, sino que quienes la<br />

practican serán los considerados justos" 769 . Asimismo, un poco después: "¿Cómo es que<br />

tú, que enseñas a los demás, no te enseñas a ti mismo? Tú, que predicas que no hay que<br />

robar, ¿robas? Tú, que dices que no hay que fornicar, ¿fornicas? Tú, que abominas los<br />

ídolos, ¿cometes sacrilegio? Tú, que te ufanas en la ley, ¿deshonras a Dios transgrediendo<br />

esa ley? Pues, según está escrito 770 , el nombre de Dios es, entre los pueblos, motivo de<br />

blasfemia por culpa vuestra" 771 .<br />

Un poco más adelante: "Justificados, pues, por la fe, mantengamos la paz con Dios<br />

mediante nuestro Señor Jesucristo. Por Él, merced a la fe, hemos tenido acceso a esta<br />

gracia en que nos mantenemos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de los hijos<br />

de Dios. Más aún: nos gloriamos también en las tribulaciones, conscientes de que la<br />

tribulación engendra perseverancia; la perseverancia, a su vez, acrisola; y este crisol<br />

alienta la esperanza; y la esperanza a nadie frustra, porque el amor de Dios ha sido<br />

derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" 772 .<br />

Y en otro pasaje: "Que en vuestro cuerpo mortal no reine el pecado hasta el punto de que<br />

obedezcáis a sus concupiscencias. No ofrezcáis vuestros miembros al pecado como<br />

instrumentos de iniquidad; antes bien, presentaos ante Dios como vivos resucitados de

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