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SAN AGUSTIN. OBRAS

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Falsedades contra Ceciliano<br />

XXXI. 53. Nos queda todavía otro extremo: ¿Con qué tesoros, con qué riquezas, con qué<br />

montones de piedras preciosas tuvimos que comprar lo que sigue? No tuvieron el menor<br />

reparo no sólo en confesar, sino hasta en proclamar y vanagloriarse de que sus<br />

antepasados persiguieron a Ceciliano ante el emperador Constantino, e intentaron afirmar<br />

con toda seriedad y mentira que había sido condenado por el emperador. ¿Qué fue de<br />

aquella cantilena con que acostumbraron engañarnos, tratando de provocar la animosidad<br />

contra nosotros, atribuyéndonos el tratar de ventilar la causa de la Iglesia ante el<br />

emperador? ¿Dónde quedan las palabras de Primiano expresadas en las actas del<br />

magistrado de Cartago: "Ellos llevan las cartas de muchos emperadores, nosotros<br />

presentamos sólo los Evangelios"? ¿Dónde está aquel ilustre elogio en que ensalzan su<br />

separación, diciendo que la Iglesia de la verdad es la que sufre la persecución, no la que la<br />

causa? Ahí está deshecha, ahí está derrumbada. Se pueden leer sus actuaciones; no las<br />

pueden negar, porque también se leen sus firmas. Es un hecho irrebatible que confiesan,<br />

proclaman, se glorían de que sus antepasados persiguieron incansablemente a Ceciliano<br />

ante el emperador; más aún, que Ceciliano, bajo la persecución de aquéllos, fue<br />

condenado por el emperador.<br />

Por consiguiente, dejen ya de proclamar que su secta es la Iglesia de la verdad, porque no<br />

suscita la persecución, sino que la padece, o confiesen que no fue la Iglesia de la verdad<br />

cuando Ceciliano sufría la persecución a manos de los antepasados de ellos. Si son buenos<br />

por el solo hecho de que sufren persecución, bueno era Ceciliano cuando la soportaba;<br />

pero si puede suceder que los malos sufran persecución, pero no pueden ser los buenos<br />

los que la promueven, no eran buenos los antepasados de éstos cuando perseguían a<br />

Ceciliano. A su vez, si puede ocurrir que sean los buenos los que suscitan la persecución y<br />

los malos quienes la soportan, no por eso hemos de ser culpados nosotros, ni éstos<br />

alabados, si soportan algo semejante a lo que se glorían que tuvo que soportar Ceciliano<br />

bajo la persecución de sus antepasados.<br />

Y, sin embargo, no consta en absoluto que Ceciliano haya sido condenado por el<br />

emperador; en cambio, en su absolución y justificación, realizada por determinación<br />

episcopal e imperial, no pudo probarse luego que se hubiera alterado algo. Con lo cual<br />

sucedió que, dejando a un lado la condenación de Ceciliano, que ellos se inventaron,<br />

queda en pie la persecución que confesaron haber llevado a cabo sus antepasados.<br />

54. Fue poco que se atrevieran a gloriarse con su mentira de que Ceciliano había sido<br />

condenado por el emperador y que al afirmar esto no pudieran probarlo. Además,<br />

demostraron y revalorizaron más nuestras pruebas sobre este asunto, es decir, que la<br />

absolución de Ceciliano había quedado plenamente firme sin que hubiera cambiado, como<br />

habían mentido, el juicio posterior del emperador en sentido contrario. Pues primeramente<br />

solicitaron que se leyera un escrito de Optato, obispo católico de la Iglesia de Milevi,<br />

prometiendo que por él probarían la condenación de Ceciliano por parte del emperador.<br />

Hecha esta lectura, que iba más bien contra ellos, nadie pudo contener la risa. Esta risa no<br />

se hubiera podido añadir a la redacción de los hechos, y hubiera quedado completamente<br />

oculta si no lo hubieran impedido ellos al decir: "Escuchen los que se rieron". Esto quedó<br />

ciertamente escrito y firmado.<br />

Lo que ellos quisieron que se leyera en favor de su causa fue bien ambiguo. Por eso al<br />

mandar el juez con toda justicia que se leyera lo de un poco antes, para que por ahí<br />

quedaran, si era posible, más claras aquellas palabras, se leyó precisamente lo que no<br />

querían, es decir, que Ceciliano había sido justificado no condenado como ellos se jactaban<br />

de presentar en su informe, sino retenido en Brescia en bien de la paz.<br />

Dijeron entonces que con aquellas palabras había pretendido Optato suavizar la<br />

condenación de Ceciliano; se les contestó que mostraran en otra parte una clara<br />

condenación del mismo, a fin de que se pudiera demostrar que había sido suavizada por<br />

Optato, quien había escrito con toda claridad que Ceciliano había sido justificado.<br />

No pudiendo en absoluto hacer esto, interpuestos y terminados los superfluos rodeos de<br />

toda clase de retrasos, comenzaron a ayudarnos con toda claridad: como si nosotros los<br />

hubiéramos aleccionado o como si hubieran sido elegidos para defender y declarar con<br />

nosotros la inocencia de Ceciliano. Se les requirió que mostrasen, si podían, lo que decían,<br />

o sea, que Ceciliano había sido condenado en juicio posterior por el emperador, cuya carta

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