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SAN AGUSTIN. OBRAS

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nuestros corazones 31 . No se trata de destruir en vosotros los sacramentos de la Iglesia,<br />

que teníais perniciosamente fuera como ajenos, sino de tener los mismos dentro<br />

saludablemente como propios.<br />

"La conciencia del que da el bautismo es la que purifica"<br />

XVII. 21. Veamos ahora la verdad de lo que dijo Petiliano o cualquier otro: "Se considera<br />

la conciencia del que lo da para que purifique la del que lo recibe". A lo que repliqué yo: "¿<br />

Qué sucede si está oculta la conciencia del que lo da y quizá está manchada? ¿Cómo podrá<br />

purificar la conciencia del que lo recibe?" Frente a esto tú te has extendido mucho diciendo<br />

no lo que te parece a ti como hombre agudo que eres, sino lo que dicen los vuestros. Todo<br />

ello puede resumirse en estos términos: Se tiene en cuenta la conciencia del que lo da, no<br />

conforme a lo que es en verdad, porque no se puede ver, sino conforme a la reputación,<br />

sea verdadera o falsa, de que goza. Es decir, al que recibe el bautismo le basta que ese<br />

hombre, aunque ocultamente sea un malvado, goce de buena reputación, no sea conocida<br />

su maldad, no esté aún condenado, no haya sido aún separado de la Iglesia.<br />

Observa, te ruego, a qué precipicio arroja a los hombres la angustia de no encontrar<br />

salida. Así, pues, ¿puede la conciencia manchada del que lo da purificar la conciencia del<br />

que lo recibe, con tal que tenga buena fama? ¿Y podrá tener tanto poder para purificar<br />

como la buena, aunque haya conquistado esa buena fama con el engaño? ¿Piensas en lo<br />

que dices, y quieres que dejemos ya este pasaje, o le daré más vueltas aún para forzarte<br />

a una más atenta reflexión?<br />

Petiliano dijo: "Se considera la conciencia del que lo da, para que purifique la del que lo<br />

recibe". Yo he preguntado: "¿Qué sucede si está oculta la conciencia del que lo da y está<br />

tal vez manchada? ¿Cómo podrá purificar la conciencia del que lo recibe?" Tú o más bien<br />

los vuestros -pues siendo como eres, ¿cómo hubieses dicho tú tales cosas?- dijeron:<br />

"Aunque tenga una conciencia manchada, como a mí, que soy bautizado por él, me está<br />

oculto y lo ignoro, me es suficiente recibirlo de aquel cuya conciencia juzgo inocente por<br />

hallarse en la Iglesia. En efecto -dices-, considero la conciencia del que bautiza, no para<br />

juzgar, cosa imposible, de lo que está oculto, sino para no ignorar lo que piensa la<br />

conciencia pública sobre él. Por eso sin duda dijo el Dios omnipotente: Las cosas<br />

conocidas, para vosotros; las ocultas, para mí 32 . Por eso yo considero la conciencia del<br />

que lo da, y como no la puedo ver, busco lo que conoce el público sobre ella; y no importa<br />

que el secreto de la conciencia diga una cosa, y otra la conciencia pública. Es suficiente<br />

haber sabido que no ha sido condenada aún la conciencia del bautizante".<br />

Consecuencias absurdas e irrisorias<br />

XVIII. 22. He citado tus mismas palabras, para demostrarte con ellas que tú dices lo que<br />

yo resumo breve y claramente con estas mías: considerar la conciencia del bautizador<br />

equivale a conocer la opinión pública sobre él. No se la considera, pues, en sí misma,<br />

amigo mío; no se considera lo que no se puede ver, sino que se considera la opinión<br />

pública, que puede también estar en error, cosa que tú mismo confiesas y concedes. Pues<br />

has visto también tú que la conciencia manchada no es capaz de purificar. Por<br />

consiguiente, no se tiene en cuenta la conciencia del que lo da santamente para saber si<br />

purifica la del que lo recibe, sino la opinión pública por la cual se piensa que lo da<br />

santamente aun el que no lo da y se piensa que purifica aun el que no purifica. Por tanto,<br />

purifica al que lo recibe la buena fama de un hombre malo, no la conciencia manchada del<br />

mismo que lo da. Entonces, ¿por qué se dijo: "Se tiene en cuenta la conciencia del que lo<br />

da santamente, para que purifique la del que lo recibe", sino porque no purifica la del que<br />

lo recibe si no es la conciencia del que da santamente, si está manchada y es inmunda?<br />

Entonces, ¿qué es lo que se tiene en cuenta? Tú dices que es ella misma la que se<br />

considera cuando se considera la opinión pública sobre ella, y si la opinión es buena, nada<br />

importa para la purificación del bautizado aunque haya mala conciencia, porque lo que<br />

purifica es la buena opinión.<br />

Dime, te ruego: cuando existe una mala conciencia, ¿es verdadera o errónea la buena<br />

opinión pública? Sin duda que es falsa. Por consiguiente, cuando la conciencia del<br />

bautizante no es buena y está oculta, bajo cualquier aspecto que la mires, según esta<br />

opinión lo que purifica al que recibe es la errónea opinión pública sobre el que lo da o la<br />

mala conciencia manchada. Ambos extremos son necios. Si te placen estos extremos,<br />

elige cuál es más necio. Pero la verdad no admite que la conciencia del que recibe pueda

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