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SAN AGUSTIN. OBRAS

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frustrados los planes de Dios, porque, conocedor del futuro, al establecer las leyes del<br />

universo, no castiga ahora a su criatura según merece su apostasía, y sabe disponer todas<br />

las cosas con peso, número y medida; y a nadie deja sufrir un mal inmerecido; pero cada<br />

uno personalmente no sufre lo que toda la masa merece.<br />

Matrimonio y libido<br />

88. Jul.- "Que el matrimonio instituido por Dios no puede subsistir sin la acción del diablo,<br />

autor, según tú, de las apetencias sexuales; o más bien, que el acto conyugal, perdido<br />

cuanto de honroso tenía en el momento de su institución primitiva, sea, en las condiciones<br />

en las que actualmente se realiza, mediante los movimientos pasionales de la carne, con<br />

pudor de los esposos, el calor y orgasmo de los genitales, el placer de los sentidos y la<br />

maldad de los nacidos; que el matrimonio, repito, no sea obra de Dios, sino del diablo..."<br />

Ag.- Si distingues entre el mal de los vicios, que solo en un bien puede existir, y la bondad<br />

de la naturaleza, no justificarías al diablo, ni acusarías a Dios, ni excusarías el mal de la<br />

concupiscencia carnal, ni inculparías el bien del matrimonio.<br />

Ausencia de males en la vida futura<br />

89. Jul.- "Por último, perecerá el libre albedrío a impulsos de este único pecado; y nadie<br />

tiene ya la facultad de purificarse de sus faltas antiguas, sino que todos se ven arrastrados<br />

por uno al torrente de una humanidad perdida".<br />

Ag.- ¿Por qué no te admiras de la gran miseria que pesa sobre todo el género humano<br />

desde el primer instante de su nacimiento, y que nadie pueda ser fiel sin pasar por el<br />

sufrimiento, y que la ausencia absoluta de todos los males sólo se concede después de la<br />

vida presente a los que Dios les otorga la gracia de carecer de todo mal? Y si esto<br />

admiras, te corregirás y entonces comprenderás que, si estos males no pesan<br />

injustamente sobre la humanidad, sino que es por un justo juicio de Dios, es porque el<br />

pecado entró en el mundo por un hombre.<br />

Nadie ha sido consejero de Dios<br />

90. Jul.- "Si el pecado del primer hombre acarreó todos estos males sobre la imagen de<br />

Dios, es manifiesto que la gracia de Cristo, con todos sus dones, es importante al no<br />

encontrar remedio a tantos y tan profundos males; y si lo encuentra, danos la prueba.<br />

Comparemos uno y otro. Si Adán, al margen de los pecados de nuestra voluntad, arruinó<br />

la economía de la naturaleza humana, Cristo debió, desde un principio, reparar todas las<br />

ruinas causadas por el primer hombre y restablecer cada cosa en su estado primitivo".<br />

Ag.- Y esto hizo, pero no como tú quieres; porque ¿quién conoció los pensamientos del<br />

Señor, o quién fue su consejero 76 ?<br />

Pecado y gracia. Permanece la libido<br />

91. Jul.- "En otras palabras, los bautizados no debieran sentir los efectos de la<br />

concupiscencia en el acto conyugal; ni estar sometidos, como las otras gentes, a los<br />

movimientos de la carne".<br />

Ag.- Ni las mujeres bautizadas debían parir con dolor, porque el dolor, no lo puedes negar,<br />

castigo es de una mujer pecadora.<br />

Ausencia de torpezas en el paraíso<br />

92. Jul.- "Después del don de la gracia, el sentimiento del pudor no existiría en el acto de<br />

unión sexual; los miembros no debieran caer en seguida en un estado de quietud parecido<br />

al que se encuentra durante el sueño, ni los sentidos se volverían perezosos por la<br />

intensidad del placer; debiera el libre albedrío ser restituido a los que han recibido el<br />

bautismo; de suerte que, por el restablecimiento de la naturaleza en su estado primitivo,<br />

la ley del pecado abolida, fuera a los hombres posible brillar por el esplendor de las<br />

virtudes; e incluso los que participan de los sacramentos no debieran ser mortales".<br />

Ag.- Sin embargo, ¡oh Juliano!, no te avergüenzas al admitir en el paraíso uniones de las<br />

que hoy se sonrojan los esposos, según tú confiesas. ¿Podía existir algo vergonzoso allí

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