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SAN AGUSTIN. OBRAS

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los culpados por la intercesión de sus santos<br />

También esta doctrina procede contra los que, favoreciendo su causa,<br />

procuran ir contra la palabra de Dios como con<br />

una misericordia mayor; de forma que sea cierto lo que dijo Dios que<br />

habían de padecer los hombres no porque hayan de<br />

padecer, sino por que lo merecen. Los perdonará, dicen por las<br />

fervorosas oraciones de sus santos, los cuales entonces<br />

rogará tanto más por sus enemigos cuanto sean más santos, y su<br />

oración ser más eficaz y más digna de que la oiga Dios,<br />

porque no tendrán ya pecado alguno.<br />

¿Y por qué motivo, con su perfectísima santidad y con aquellas<br />

oraciones purísimas y llenas de misericordia, poderosas<br />

para alcanzar toda las gracias, no rogarán también por los ángeles a<br />

quienes está preparado el fuego eterno, para que Dios<br />

temple su sentencia, la revoque y les libre de aquel fuego voraz? ¿O<br />

acaso habrá alguno que presuma que también este<br />

sucederá, pues también los ángeles santos, juntamente con los hombres<br />

santos que en aquella situación serán iguales a los<br />

ángeles de Dios, regirán por lo que habían de ser condenados, así<br />

ángeles como hombres, para que no padezcan por la<br />

misericordia lo que merecían en realidad; cosa que el que estuviese<br />

constante en la fe jamás dijo ni dirá? Porque de otra<br />

manera no hay razón para que ahora no rueguen también la Iglesia por<br />

el demonio y sus ángeles, pues su Maestro, Dios y<br />

Señor nuestro, lo ordenó que rogase por sus propios enemigos.<br />

Así que la razón que hay para que la Iglesia no ruegue por los<br />

ángeles malos, los cuales sabe que son<br />

sus enemigos, la habrá para que, en aquel juicio, tampoco ruegue por<br />

los hombres que han de ser<br />

condenados a fuego eterno, aunque esté en mayo elevación y perfección<br />

de santidad pues al presente ruega<br />

por los que entre los hombres se le muestran enemigos, porque es<br />

tiempo de poder hace penitencia con fruto.<br />

¿Y qué es lo que principalmente pide por ellos, sino que les dé Dios,<br />

como dice el Apóstol arrepentimiento y<br />

penitencia, «y que vuelvan en si y se libren de los lazos del<br />

demonio, que los tiene cautivos su voluntad»?<br />

Finalmente, si la Iglesia tuviese noticia cierta de los que, viviendo<br />

todavía, están predestinados al fuego eterno con el<br />

demonio, tampoco rogaré por ellos, como no ruega por éste. Pero<br />

porque de ninguno está cierta ruega por todos; digo, por los<br />

hombres sus enemigos que viven aún en este mundo, aunque no por todos<br />

sea oída, pues solamente lo es por aquellos que<br />

aunque contradicen a la Iglesia, sin embargo, de tal manera está<br />

predestinados, que oye Dios a la Iglesia que ruega por ellos, y<br />

se hace hijos de la Iglesia. Y si algunos tuvieren hasta la muerte el<br />

corazón impertinente, y de enemigos no se convirtieron en<br />

hijos, ¿por ventura la Iglesia ruega ya por éstos, es decir, por las<br />

almas de los tales difuntos? Por cierto no. ¿Y por qué sino<br />

porque ya los tienen en cuenta de que son la parcialidad del demonio,<br />

pues mientras vivieron no se transfirieron a Cristo?<br />

Pues la misma causa hay para que no se rece por los hombres que han<br />

de ser condenados al fuego eterno, que hay<br />

para que ni ahora ni entonces se rece por los ángeles malos; la cual<br />

existe asimismo para que aunque presente se rece por los<br />

hombres vivos no obstante de que sean malos con todo, no se ruegue<br />

por los infieles impíos que son ya difuntos. Pues algunos<br />

difuntos oye Dios la oración de su Iglesia o la de algunos corazones<br />

píos y devotos; por aquellos que siendo reengendrados en<br />

Cristo, no vivieron en la tierra tan mal que lo juzga por indignos de<br />

semejante misericordia, ni tampoco tan santamente que sea<br />

averiguado que no necesita de tal misericordia, así como tampoco,<br />

acabada la resurrección de los muerto no faltarán con<br />

quienes, después de las penas que suelen padecer las a mas de los<br />

difuntos, se use de misericordia, de suerte que no los

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