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SAN AGUSTIN. OBRAS

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la superior, esto es el alma, con los inferiores, y que en la parte<br />

sujeta, y que sirve que estén unidos con los dioses celestiales, y<br />

que con los hombres terrenos sean miserables en la parte que<br />

tiene el mundo? Porque el cuerpo es esclavo, como lo dice también<br />

Salustio, . Y añadió el<br />

filósofo: , pues hablaba de los hombres, que, como las bestias, tienen<br />

cuerpo mortal.<br />

Pero éstos que los filósofos nos proveyeron por medianeros entre<br />

nosotros y los dioses es verdad que pueden decir del alma y<br />

del cuerpo: el uno le tenemos común con los dioses, y otro con los<br />

hombres; pero, según dije, como trastornados y suspendidos<br />

de un modo irregular, teniendo el cuerpo, que es siervo y esclavo,<br />

con los dioses, bienaventurado, y el alma, que es la señora,<br />

con los hombres, miserable; elevados y encumbrados por la parte<br />

inferior, y abatidos y postrados por la superior. Y así, aunque<br />

alguno imagine que pueden tener la eternidad con los dioses, por<br />

cuanto sus almas con ninguna especie de muerte pueden<br />

dividirse del cuerpo como la de los animales terrestres, tampoco debe<br />

estimarse en esta conformidad su cuerpo como una eterna<br />

carroza de famosos y honrados héroes, sino como una eterna prisión y<br />

calabozo de cautivos y condenados.<br />

CAPITULO X<br />

Que, según la sentencia de Plotino, son menos miserables los hombres<br />

en los cuerpos mortales que los demonios en los<br />

eternos<br />

Plotino, escritor cercano a nuestros tiempos, es el que se lleva<br />

ciertamente la gloria y fama de haber entendido mejor que los<br />

demás a Platón; éste, tratando de las almas de los hombres, dice así:<br />

; por lo qué es de dictamen que esto mismo que es<br />

ser los hombres mortales en el cuerpo era misericordia de<br />

Dios Padre, porque no estuviesen siempre presos en la miseria de esta<br />

vida.<br />

De esta misericordia ha parecido indigna la malicia de los demonios,<br />

pues en la miseria del ánimo pasivo les cupo, no cuerpo<br />

mortal como a los hombres, sino eterno; porque, efectivamente, serían<br />

más felices que los hombres si tuvieran con ellos el<br />

cuerpo mortal, y con los dioses el alma bienaventurada; y fueran<br />

iguales con los hombres si con ánimo miserable por lo menos<br />

merecieran también tener con ellos el cuerpo mortal, si adquirieran<br />

algún tanto de piedad, de modo que llegaran a conseguir el<br />

descanso de los<br />

trabajos siquiera en la muerte. Pero no solamente son más felices que<br />

los hombres teniendo un ánimo miserable, sino que son<br />

aún más miserables con la perpetua prisión del cuerpo; y no quiso que<br />

imaginasen venían a convertirse de demonios en dioses,<br />

aprovechando en la práctica de obras piadosas y prudentes, supuesto<br />

que dijo expresamente que los demonios eran eternos.<br />

CAPITULO XI<br />

De la opinión de los platónicos, que creen que las almas de los<br />

hombres son demonios después de salir de los cuerpos<br />

Dice que las almas de los hombres son demonios, y que de hombres se<br />

hacen lares, si son de buen mérito, y si de malo,<br />

lemures o larvas, y que cuando se ignora si tienen buenos o malos<br />

méritos, entonces se denominan dioses Manes. Y con tal<br />

opinión, ¿quién no advierte, por poco que quiera atenderlo, el abismo<br />

que descubren para perseverar en las perversas<br />

costumbres? Pues por más perversos y abandonados que sean los

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