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SAN AGUSTIN. OBRAS

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encontrar unión más estrecha que allí donde no hay ninguna diferencia? Muere, pues, el<br />

dogma de los traducianistas con el de los maniqueos. Lo que a uno golpea, imposible no<br />

hiera al otro. Existen entre vosotros las mismas instituciones, idénticos misterios, los<br />

mismos peligros. ¿Y te estomaga si te llaman retoño del viejo Manés?"<br />

Ag.- Dices que no puedo probar con razón alguna que Adán haya sido creado bueno, como<br />

si éste fuera el punto central de nuestra disputa. ¿No decimos, acaso, los dos, ni tú solo ni<br />

yo solo, que Adán fue creado bueno? Los dos decimos que la naturaleza es buena y que<br />

podía Adán no pecar si no quería. Yo voy más lejos que tú y la proclamo mejor, pues<br />

afirmo que podía no morir si él hubiera querido no pecar. ¿Cómo puedes tú afirmar que no<br />

puedo demostrar con razones que Adán fue creado bueno por Dios, si mis razones lo<br />

demuestran mejor que las tuyas? Las mías, en efecto, demuestran no sólo que pudo no<br />

pecar si no quería, sino también que podía no morir si no hubiese querido pecar; las tuyas<br />

prueban que fue creado mortal, de suerte que, pecara o no pecara, debía morir.<br />

Error este que condenó Pelagio para no ser él condenado cuando compareció ante los<br />

obispos de Palestina. Allí se condenó a sí mismo, como del hereje dice el Apóstol. Digo<br />

más, Adán no temía la muerte, porque en su poder tenía el poder no morir; pero, según<br />

tú, debía necesariamente morir sin necesidad de pecar; y afirmas también que antes del<br />

pecado temía a la muerte. ¿No es esto decir que fue creado miserable? Y si no era<br />

desgraciado y la muerte no le causaba horror, no es menos cierto que su prole es<br />

desgraciada, pues al nacer trae consigo el temor a la muerte. ¿Quién puede negar que los<br />

hombres temen naturalmente la muerte y apenas unos pocos, de extraordinaria grandeza<br />

de alma, no la temen? Añado a esta bondad del estado de Adán que en él la carne no<br />

codiciaba contra el espíritu antes del pecado; tú, al contrario, afirmas que la<br />

concupiscencia de la carne, tal como es hoy, existiría en el paraíso aunque nadie hubiera<br />

pecado y existió en el hombre antes de pecar, y así haces su condición miserable por esta<br />

discordia entre carne y espíritu. Queda probado con muchas y poderosas razones que<br />

Adán fue creado mejor y más feliz de lo que tú dices. ¿Cómo te atreves, pues, a delirar y<br />

con perversa intención decir que "no puedo demostrar con ninguna razón válida que Adán<br />

no fue creado bueno por Dios", y para creer me contento con un texto de la Escritura,<br />

porque es palabra de Dios cuando se lee: Hizo Dios todas las cosas muy buenas? No soy<br />

romo como mano de almirez, como calumnias al argumentar, contra Manés, con la<br />

autoridad de este libro sagrado, que él no acepta. A ti sí te arguyo, cuando la materia lo<br />

pide, con esta Escritura, porque los dos la aceptamos. En cuanto a Manés, pruebo que las<br />

criaturas son buenas no porque sean obras de Dios, porque él lo niega, sino porque siendo<br />

buenas las criaturas, es bueno su artífice. En cuanto al Apóstol, cuya autoridad reconocen<br />

los maniqueos, dice: Toda criatura de Dios es buena, pues es claro de qué criatura habla y<br />

es testimonio válido para ellos; a no ser que en los libros canónicos que ellos tienen se<br />

hayan deslizado algunas sentencias erróneas. Por eso se les ha de argumentar siempre<br />

con la bondad de las criaturas para que confiesen que las criaturas son buenas y bueno el<br />

Dios creador, verdad que ellos niegan. Todas las criaturas son hasta tal punto buenas, que<br />

la razón ve en las mismas criaturas viciadas un motivo para afirmar que son buenas,<br />

porque todo vicio es contra la naturaleza; y si la naturaleza no se encuentra en situación<br />

de agradar, nada tenía el vicio que desagradase. De esto hemos hablado más<br />

extensamente en varios de mis opúsculos contra los maniqueos al decir que los vicios no<br />

son naturalezas o sustancias; he demostrado que el vicio no es una naturaleza, sino un<br />

vicio contra la naturaleza; y, en consecuencia, la naturaleza es buena en cuanto<br />

naturaleza.<br />

Por consiguiente, el creador de las naturalezas no puede ser otro que el creador de los<br />

bienes, y por eso es bueno; y como su bondad es infinitamente superior a la de las<br />

criaturas, no puede el vicio mancharle y, sin recibir nada de gracia, todo lo posee por<br />

naturaleza. Todas las naturalezas creadas, ora no tengan defecto, ora nazcan defectuosas<br />

o se hagan deformes después de su nacimiento, sólo pueden tener por creador al que ha<br />

hecho todas las cosas buenas; porque, en cuanto son naturalezas, son buenas, aunque<br />

luego se vicien. Dios es creador de las naturalezas, no de los vicios.<br />

Digo más: el mismo autor del pecado es bueno por naturaleza, obra de Dios; malo es el<br />

vicio, porque por su querer malo se distanció de su autor, que es bueno. Y esta razón es<br />

válida para refutar el error de los maniqueos, que se niegan a reconocer la autoridad de<br />

estas palabras: Hizo Dios todas las cosas, y eran muy buenas, cuando el mal aún no<br />

existía; o estas otras: Toda criatura de Dios es buena, cuando ya este mundo era malo,

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