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SAN AGUSTIN. OBRAS

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proposición: "Los niños, aunque no sean bautizados, pueden conseguir la vida eterna?"<br />

Porque Pelagio, en presencia de sus jueces, se vio obligado a condenar esta proposición.<br />

Ante los hombres condenó esta doctrina, por temor a ser condenado por los hombres. Si<br />

así no sentís, estamos de acuerdo; pero, si no estáis de acuerdo con nosotros, es<br />

necesario que lo estéis con él. Por consiguiente, os condenan estos obispos de Oriente,<br />

ante los cuales Pelagio evitó su condena, pues negó con la boca lo que en su corazón<br />

guardaba.<br />

Lo que anatematiza de viva voz se encuentra en sus escritos. Mas ahora no discuto con<br />

Pelagio; tú, con quien ahora disputo, ¿qué dices? Estamos en presencia de cierto número<br />

de jueces orientales; se leen las actas de lo que sucedió en la asamblea. Pelagio, se le<br />

objeta, ha dicho: "Los niños no bautizados pueden conseguir la vida eterna". Pelagio,<br />

como se lee en las actas, condenó a los que afirman esto, pues de otra manera no hubiera<br />

escapado a la condena de sus jueces. Ahora ¿qué dices tú? Los niños que abandonan esta<br />

vida antes de ser bautizados, ¿poseerán la vida eterna o no? Si respondes: "La poseerán",<br />

entonces te condenan las mismas palabras de Pelagio y las de todos los jueces por<br />

quienes él temía ser condenado. Si dijeres: "No poseerán", te pregunto: ¿Por qué estos<br />

niños, imagen inocente de Dios, van a ser castigados con la privación de la vida, si es que<br />

no contraen pecado alguno mediante la propagación de la especie humana? Y si contraen<br />

pecado, ¿por qué llamar maniqueos a todos los que esto creen, y por los que Pelagio<br />

hubiera sido ciertamente condenado de no haber fingido creer lo que ellos creían?<br />

20. Estás, pues, en presencia de obispos no sólo de Occidente, sino también de Oriente.<br />

Cuando nos parecía no se podían encontrar, tenemos un número crecido de orientales.<br />

Todos creen que por un hombre entró en el mundo el pecado y por el pecado la muerte, y<br />

así pasó a todos los hombres, en quien todos pecaron. Es decir, que todo hombre viene al<br />

mundo reo de pecado, el cometido por un solo hombre, el primero de todos. Si todo el que<br />

habla así es, según tú, maniqueo, echa una mirada a todos éstos, siente en su presencia<br />

sonrojo, perdónales, o mejor, ten piedad de ti mismo, no suceda que aquel que los juzga y<br />

es su Maestro no te perdone.<br />

Y, si dices que no son maniqueos, no puedes tacharme a mí de tal, porque lo que ellos<br />

creyeron, creo; lo que ellos sostienen, sostengo; lo que enseñaron, enseño; lo que<br />

predicaron, predico; a saber, que todos los hombres están, por su nacimiento carnal,<br />

ligados al pecado del primer hombre, del que nadie puede ser desatado sino por un<br />

nacimiento espiritual. Cede a su autoridad y cesa de injuriarme; aprueba lo que dicen y te<br />

dejaré en paz.<br />

Por último, si no quieres ser amigo mío por ellos, por favor, no te conviertas, por mi<br />

causa, en enemigo suyo. Pero ¿cómo no serlo si permaneces en el error? ¡Cuánto mejor te<br />

sería aproximarte a éstos y alejarte del error! ¡Tanta influencia ejercen sobre ti Pelagio y<br />

Celestio, que te atreves a abandonar, e incluso a tildar de maniqueos, a tantos y tan<br />

eximios doctores que, desde donde sale el sol hasta su ocaso, defendieron la fe católica,<br />

de los cuales algunos ya murieron y otros viven aún!<br />

Me asombra que tus labios osen pronunciar lo que la maldad de tu error te obliga a<br />

proclamar; pero me sorprende ver que a pesar de la distancia que existe en el rostro<br />

humano entre la frente y la lengua, no pueda, en esta causa, la frente poner freno a la<br />

lengua.<br />

Interpretación de un texto de San Juan Crisóstomo<br />

VI. 21. Sé lo que entre dientes musitas. Dilo en alta voz para que lo oigamos. Al final de<br />

tu obra, es decir, al término del libro cuarto, escribes: "San Juan de Constantinopla niega<br />

exista en los niños pecado original". En una homilía a los neófitos dice: "Bendito sea Dios,<br />

único hacedor de maravillas, creador del universo y autor de todos los cambios en las<br />

criaturas. Gozan ahora de serena libertad los que poco ha estaban cautivos; y los que<br />

andaban errantes se convierten en ciudadanos de la Iglesia, y los que se encontraban en<br />

el desorden del pecado participan ahora de la felicidad de los justos, porque son libres;<br />

más aún, son santos; no sólo santos, sino también justos; no sólo justos, sino también<br />

hijos de Dios; no sólo hijos de Dios, sino también herederos; no sólo herederos, sino<br />

también hermanos de Cristo; no sólo hermanos de Cristo, sino también coherederos; no<br />

sólo coherederos, sino también miembros, no sólo miembros, sino también templo; no<br />

sólo templo, sino también órganos del Espíritu. Ves cuántas son las gracias del bautismo. ¡

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