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SAN AGUSTIN. OBRAS

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25. El testimonio de las Escrituras que has citado: Las cosas conocidas, para vosotros; las<br />

ocultas, para vuestro Dios 34 , refuta y deja al descubierto aquellas palabras. Si se ha de<br />

dejar al Señor nuestro Dios lo que está oculto, ¿cómo se considera la conciencia, no sólo la<br />

mala, sino también la buena del que bautiza, para que purifique la del que recibe el<br />

bautismo, siendo así que es oculta? Y si no se tiene en cuenta la misma cuando está<br />

oculta, ¿qué queréis vosotros tome en consideración el bautizando para lograr la<br />

purificación de su conciencia?<br />

Es Cristo el que purifica en el bautismo<br />

XX. Despertad de una vez; decid al menos ahora: Mire a Dios. ¿Por qué teméis ser<br />

humillados si no os gloriáis en el hombre, sino en el Señor? 35 "Sí hay -dices- motivo para<br />

temer. Pues si, cuando está oculta la conciencia del que da, yo dijere al bautizado que<br />

mire a Dios, y confesare que entonces es Dios el que le purifica la conciencia, se me sigue<br />

un horrendo absurdo: se recibe una purificación más santa cuando se tiene como<br />

bautizantes a pecadores ocultos que cuando se tiene como tales a los manifiestamente<br />

buenos, si purifica el hombre cuando la conciencia del que lo da es buena y manifiesta, y<br />

Dios, en cambio, cuando es mala y oculta".<br />

Di, pues, de una vez lo que decimos nosotros, ya que es lo verdadero, lo santo y lo<br />

católico: que es Cristo el que purifica las conciencias de los bautizados, ya por los buenos<br />

ministros de su bautismo, ya por los malos, pues de él está escrito: Cristo amó a su<br />

Iglesia y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla purificándola mediante el lavado<br />

del agua con la palabra 36 .<br />

26. Tú me dices: "Respóndeme cómo bautizan aquellos a quienes condenó la Iglesia".<br />

Dejamos, pues, ya las palabras de Petiliano, puesto que, al decir él: "Se considera la<br />

conciencia del que lo da santamente, para que purifique la del que lo recibe", cuando yo<br />

preguntaba quién purifica la conciencia del bautizado si la del bautizante estaba manchada<br />

en secreto, no habéis podido responderme. Tan contrario a la verdad es decir que la<br />

errónea buena opinión sobre él puede purificar como afirmar que podía hacerlo una mala<br />

conciencia.<br />

Purifica la conciencia el que siempre es bueno<br />

XXI. Pero si tú me preguntas cómo bautizan aquellos a quienes condenó la Iglesia, te<br />

respondo que ellos bautizan como bautizan aquellos a quienes condenó Dios, antes que la<br />

Iglesia emitiera juicio alguno sobre ellos. El que, con ánimo perverso, parece estar dentro<br />

cuando en realidad está fuera, ya ha sido juzgado por el mismo Cristo. Él mismo dice: El<br />

que no cree, está ya juzgado 37 . Y el apóstol Pablo declara: La Iglesia está sujeta a Cristo<br />

38 . La Iglesia no debe, por tanto, anteponerse a Cristo, hasta pensar que pueden bautizar<br />

los juzgados por él y no los juzgados por ella, ya que él siempre juzga con toda verdad,<br />

mientras que los jueces eclesiásticos, como hombres, se engañan con frecuencia.<br />

Bautizan, pues, por lo que toca al ministerio visible, los buenos y los malos, pero<br />

invisiblemente quien bautiza por ellos es el dueño del bautismo visible y de la gracia<br />

invisible. Pueden, por tanto, bautizar los buenos y los malos; en cambio, purificar la<br />

conciencia es propio de aquel que es siempre bueno. Y por eso los que, aun sin saberlo la<br />

Iglesia, fueron condenados por Cristo ya no están en el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia,<br />

puesto que no puede Cristo tener miembros condenados. Por tanto, esos mismos bautizan<br />

fuera de la Iglesia. No quiera Dios, en efecto, que todos estos monstruos estén contados<br />

entre los miembros de aquella única paloma 39 ; no quiera Dios que puedan entrar en los<br />

límites del huerto cerrado 40 , cuyo guardián es el que no puede engañarse. Sin embargo,<br />

si éstos confiesan y se corrigen, entonces entran, entonces son purificados, entonces son<br />

contados entre los árboles del huerto cerrado, entre los miembros de la única paloma, y,<br />

sin embargo, no son bautizados de nuevo; y lo mismo sucede con los que vienen de los<br />

herejes con el mismo bautismo, que tuvieron también fuera, aunque no con la misma<br />

purificación, que reciben dentro, de suerte que se les otorga lo que les faltaba y se<br />

aprueba lo que no ha cambiado.<br />

Acusaciones donatistas contra los católicos<br />

XXII. 27. "Vuestra conciencia -dices- está condenada en vuestros antepasados por el<br />

crimen de la entrega de los libros sagrados y la turificación, y en vosotros mismos por el

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