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SAN AGUSTIN. OBRAS

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espetar su vida, ¿de qué quedan convictos sino de matar a inocentes?<br />

Amenaza de Gaudencio y los suyos de darse muerte<br />

VI. 7. Texto de la carta: "En esta iglesia en que el nombre de Dios y de su Cristo, como<br />

también tú dijiste, siempre se ha celebrado en la verdad con numerosa asistencia nosotros<br />

o permanecemos vivos, mientras a Dios le plazca, o, como es digno de la familia de Dios,<br />

pondremos fin a nuestra vida dentro del campamento del Señor, y ciertamente bajo la<br />

condición de que, si se emplea la fuerza, eso podrá acaecer. No hay, en efecto, nadie tan<br />

demente que se apresure a caminar a la muerte si no hay nadie que lo empuje".<br />

Respuesta a esto: Tampoco se lee en la carta del tribuno que tú hayas invocado en la<br />

verdad el nombre del Señor, aunque sí ha dicho que lo has invocado. Bien es verdad que,<br />

aunque lo hubiera dicho, podría entenderse que no lo dijo para vuestra gloria, sino para<br />

vuestro castigo. Pues incluso de los pueblos impíos dijo el Apóstol: Aprisionan la verdad<br />

con la injusticia 2 , como hacéis también vosotros al mantener la verdad del bautismo<br />

divino en la iniquidad del error humano. Por eso, cuando corregimos vuestra iniquidad, no<br />

debemos anular la verdad de aquel sacramento. Proclamas ciertamente, oh hombre<br />

inocente, aunque con otras palabras, que tú y los tuyos vais a perecer con la iglesia. Al<br />

decir "en iglesia", ¿qué otra cosa quieres afirmar sino con la iglesia, ya que te dispones a<br />

realizar lo que piensas mediante el fuego? En esto consiste la inocencia del partido de<br />

Donato, en hacer, añadiendo vuestras propias muertes, lo que como pudisteis y con<br />

quienes pudisteis aseguráis haber hecho en Cartago, por malevolencia para con nosotros<br />

sin morir vosotros, con las basílicas que eran vuestras. ¿Quién no creerá que habéis<br />

hecho, llevados de los celos, lo que habéis dispuesto hacer incluso muriendo? Y si no<br />

llegasteis a hacerlo, es ciertamente una locura mayor lo que os preparáis a hacer. Pero<br />

dijiste: "Si se emplease la fuerza", y añadiste: "No hay en efecto nadie tan demente que<br />

se apresure a caminar a la muerte si no hay quien le empuje". ¡Cuánta mayor demencia es<br />

la de quien, empujado a la vida, se apresure a la muerte!<br />

Presume de que no quiere retener a nadie<br />

VII. 8. Texto de la carta: "En cuanto a los que están con nosotros pongo por testigo a<br />

Dios y a todos sus sacramentos de que los he exhortado y procurado persuadir con todo<br />

encarecimiento que el que tenga voluntad de salir, lo confiese sin temor alguno<br />

públicamente; porque no podemos retener a nadie contra su voluntad, nosotros que<br />

hemos aprendido que no se debe forzar a nadie a creer en Dios".<br />

Respuesta a esto: ¿Por qué no proclamas con toda claridad que, si no retienes a quienes<br />

no quieren, al menos los exhortas a hacer una obra buena, si es bueno lo que has de<br />

hacer? ¿Acaso te das cuenta de lo malo que es, y amenazas con que has de hacer esto<br />

más para aterrorizar que para cumplirlo, siendo infiel si mientes o cruel si dices la verdad?<br />

Termina la primera carta<br />

VIII. 9. Texto de la carta: "(Escrito por otra mano) Deseo te encuentres sano y salvo, con<br />

éxito en los asuntos de la república, y evitando inquietar a los cristianos".<br />

Respuesta a esto: También podemos nosotros desearle salud y éxito en los asuntos de la<br />

república, pero sin abstenerse de corregir a los herejes.<br />

Empieza la segunda carta<br />

IX. 10. Texto de la segunda carta: "A Dulcicio, honorable y con todo nuestro afecto<br />

deseable, Gaudencio obispo".<br />

Respuesta a esto: Si con todo afecto deseas al hombre, ¿por qué rechazas mantener con<br />

él la unidad de Cristo? ¿Acaso al devolver, digamos, un mal por otro, deseas rebautizar a<br />

quien consideras tu perseguidor?<br />

No se ve lógica la queja de Gaudencio<br />

X. 11. Texto de la carta: "Los que se conocen entre sí sólo por la opinión pública suelen<br />

intercambiarse mutuamente algunas palabras o al menos no temer la presencia del<br />

desconocido; en cambio, con tu censura me has hecho saber que te has felicitado de

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