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SAN AGUSTIN. OBRAS

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naturaleza. Es lícito condenar lo que tiene de malo una naturaleza viciada y alabar las<br />

costumbres de los que honestamente usan bien de lo que hay de bueno o de malo en esta<br />

naturaleza. Alabo el matrimonio, pero líbreme Dios de alabar el mal que hace a la carne<br />

codiciar contra el espíritu; mal que es imposible sea borrado si no es por el sacramento de<br />

la regeneración y en el que elogiamos el buen uso del acto conyugal.<br />

En consecuencia, la mancha del pecado original se contrae no mediante una mezcla de una<br />

naturaleza extraña con la nuestra, sí por la depravación de la nuestra; este dogma es<br />

católico, no maniqueo, y vosotros, al negarlo, sois unos herejes.<br />

Perfidia de Juliano<br />

25. Jul.- "Para esquivar la odiosidad que suscita este nombre, en vano mencionas diversas<br />

herejías. Dices: 'Los arrianos llaman sabelianos a los católicos, aunque distingan los<br />

católicos tres personas en la unidad de naturaleza; tú nos das el nombre de maniqueos, y<br />

esto aunque no digamos que es el matrimonio un mal, pero sí decís que el mal ha sido<br />

transmitido a todos los hombres por la misma condición de la naturaleza' 53 . No dudo que<br />

tus argumentos servirán de risa a los hombres sabios. En efecto, así como falsamente<br />

llaman los arrianos a los católicos sabelianos, pues nosotros distinguimos sin confusión<br />

alguna y sin división de esencia, la persona del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, y<br />

estúpidamente nos reprochan no admitir distinción entre los tres, lo mismo nosotros, los<br />

católicos, os acusamos, con todo derecho, de maniqueos, porque vuestra doctrina nos<br />

fuerza a daros este calificativo.<br />

Admiten los maniqueos la existencia de un mal natural, y natural lo llamáis también<br />

vosotros. Dicen los maniqueos ser la libido plantación del diablo, y tú, con tus múltiples<br />

argumentos, lo confirmas. Dicen ellos que no es suficiente el libre albedrío para evitar el<br />

mal, pues es natural; tú, con las mismas palabras, hablas de un libre albedrío que nos<br />

permite obrar mal, pero no puede abstenerse de obrar mal. Dice Manés que es maldito el<br />

semen humano; tú te esfuerzas en demostrarlo por la autoridad de las Escrituras. Dice<br />

Manés que la maldad del hombre es incorregible; tú vociferas ser así, pero añades que<br />

sólo Adán tuvo una naturaleza mejor. Dice Manés en una carta a Patricio que Adán fue<br />

mejor que sus descendientes, pues lo formó Dios con la flor de la sustancia primera; tú<br />

dices que la unión sexual, a causa de los movimientos naturales, es diabólica y que el<br />

diablo tiene derecho a poseer a los hombres por ser frutos de un árbol plantado por él.<br />

Esto dice Manés, del que tú lo aprendiste y lo enseñas. Dice Manés que el matrimonio y la<br />

naturaleza son malos; tú dices que el matrimonio es bueno, culpable la naturaleza. Tú eres<br />

en este punto menos religioso, él, más agudo.<br />

Así como es falso cuando los arrianos acusan de sabelianos a los católicos, es muy<br />

verdadero lo que dicen los católicos de los traducianistas, que son maniqueos; y la<br />

distinción que establecéis entre vosotros y ellos es ilusoria y no viene de vuestra fe, sino<br />

de vuestra ignorancia. Existe, pues, identidad de doctrina entre ti y Manés; pero él es<br />

menos descarado, tú de inteligencia más apagada. No es fácil encontrar otro Manés u otro<br />

Melitides como tú que se atreva a condenar la naturaleza humana y a no difamar el<br />

matrimonio".<br />

Ag.- Todo el que lea y entienda mi segundo libro verá por qué hice mención de arrianos y<br />

sabelianos y se dará cuenta de tu perfidia al no querer mencionar cuanto sobre esta<br />

materia escribí. Te dije: "Como los arrianos, al querer huir del sabelianismo, dieron en<br />

algo peor, pues osaron distinguir en la Trinidad no las personas, sino las naturalezas, así<br />

los pelagianos, al esforzarse por evitar la pestilente doctrina de los maniqueos, inventaron,<br />

a propósito del matrimonio, una doctrina aún más pestilente, pues, según ellos, no<br />

necesitan los niños, del médico Cristo" 54 .<br />

Estas palabras mías y la intención del que las escribió la debieras haber comentado si de<br />

alguna manera hubieras querido contestarme; al omitirlas, te dices a ti mismo lo que<br />

quieres y, olvidando refutar lo que dije, puedes dar la impresión de responderme al no<br />

dejar de hablar. Dices ahora que siento lo mismo que los maniqueos. Te equivocas de<br />

medio a medio; o, mejor, a los que puedes, engañas. Dicen los maniqueos que el mal es<br />

coeterno a Dios; mal que, según ellos, es sustancia o naturaleza extraña, imposible de<br />

convertirse en buena ni por sí misma ni por el poder del Dios bueno.<br />

La mezcla de este mal inmutable manchó y corrompió el alma buena, que ellos se atreven

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