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SAN AGUSTIN. OBRAS

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XIV. 17. Los estoicos fueron ciertamente grandes dialécticos. ¿Por qué el apóstol Pablo no<br />

evitó con toda cautela que conversasen con él y en cambio alabas a vuestros obispos<br />

porque no han querido hablar con nosotros por tenernos por dialécticos? O si también<br />

Pablo era dialéctico, y, por tanto, no temía hablar con los estoicos, porque no sólo argüía<br />

con agudeza, como ellos, sino también con veracidad, lo que no hacían ellos, guárdate de<br />

achacar a cualquiera como un crimen la dialéctica, de la cual confiesas se sirvieron los<br />

apóstoles. Al reprocharme esto, no pienso que te engañas por ignorancia, sino que<br />

engañas con astucia.<br />

Dialéctica es un vocablo griego, y si el uso lo admitiese, quizá pudiera llamarse en latín<br />

"disputatoria", como hombres bien conocedores de ambas lenguas llamaron "literatura" a<br />

la gramática. Como la gramática recibe su nombre de las letras, porque en griego las<br />

letras se llaman "grammata" (( D V : : " J " ), así la dialéctica recibió su nombre de la<br />

discusión, ya que la discusión en griego se llama * 4 " 8 @ ( Z o * 4 V 8 , . 4 l . Y como los<br />

antiguos llamaron al gramático, en latín, "litterator", así el nombre de dialéctico que se<br />

usa en griego, se llama en latín con más frecuencia y aprobación "disputator".<br />

Pienso que de esta manera no negarás al Apóstol la condición de "disputator", aunque le<br />

niegues el de "dialecticus". Reprobar, pues, en vocablo griego lo que te ves forzado a<br />

admitir en latín, ¿qué otra cosa es sino presentar una falacia a los indoctos, hacer una<br />

injuria a los doctos? Y si niegas que discute el Apóstol, que con tal asiduidad y elegancia lo<br />

hacía, das a entender que no conoces ni el griego ni el latín, o, cosa más creíble, engañas<br />

con una palabra griega a los que ignoran el griego y con una latina a los que no conocen el<br />

latín. ¿Qué cosa hay, no digo más ignorante, pues que tú conoces esto, sino más falsa en<br />

absoluto que, oyendo tantos y tan variados discursos del Apóstol que afirma la verdad y<br />

refuta la falsedad, negar luego que tenga la costumbre de discutir cuando esto no puede<br />

realizarse sino en la discusión?<br />

18. Si confiesas que él lo ha hecho habitualmente porque sus cartas te obligan a ello, pero<br />

pretendes que estos tratados no deben llamarse discusiones, sino conversaciones o cartas,<br />

¿para qué voy a tratar contigo por más tiempo, a fin de que los que ignoran esto aprueben<br />

o reprueben al que les plazca de los dos? Esto lo pruebo por las mismas Letras divinas,<br />

ante las que tienes que ceder; profiero sus mismas palabras, los mismos nombres de las<br />

cosas. En el mismo testimonio que he citado de los Hechos de los Apóstoles, hablas a<br />

propósito del mismo Pablo: Discutía con los judíos en la sinagoga, y con los gentiles y los<br />

que honraban a Dios en la plaza 24 . También está escrito en otro lugar, aunque trataba con<br />

el pueblo cristiano reunidos los hermanos en la iglesia: Un joven llamado Eutico estaba<br />

sentado en una ventana y, mientras Pablo discutía, se quedó profundamente dormido 25 . Y<br />

también en el libro de los Salmos: Que le complazca mi discusión 26 . Lo mismo en el<br />

profeta Isaías: Venid, discutamos, dice el Señor 27 . Y en otros muchos lugares de las<br />

divinas Escrituras, lee donde encuentres esta palabra, y examina los códices griegos en los<br />

mismos testimonios de las santas Escrituras, y verás por qué se la llamó dialéctica. De<br />

esta manera, lo que hacen incluso con Dios todos los justos, a los que se dijo: Venid,<br />

discutamos, dice el Señor 28 , imitarás con sensata piedad en lugar de acusarlos con necia<br />

temeridad.<br />

El falso y el verdadero dialéctico<br />

XV. 19. El que discute discierne en la discusión lo verdadero de lo falso. Los que no<br />

pueden hacerlo y quieren, sin embargo, parecer dialécticos, mediante preguntas insidiosas<br />

captan el asentimiento de incautos, a fin de sacar de sus respuestas motivo para reírse de<br />

los engañados en abierta falsedad o persuadirles con engaño una falsedad oculta, que con<br />

frecuencia ellos mismos tienen por verdad. En cambio, el verdadero dialéctico, es decir, el<br />

que sabe separar lo verdadero de lo falso, primero se ocupa de no engañarse a sí mismo<br />

haciendo una falsa distinción, cosa que no puede realizar sin el auxilio divino. Luego,<br />

cuando propone a los otros lo que él ha conseguido en sí mismo, comienza examinando<br />

qué es lo que conocen ya como cierto, para mediante eso llevarlos a lo que no conocían o<br />

no querían creer, demostrando que estas cosas derivan de las que retenían por ciencia o<br />

fe. De este modo, por aquellas verdaderas, con las cuales ven que estaban de acuerdo, se<br />

ven forzados a aprobar las otras verdaderas que habían negado, y así lo verdadero que<br />

antes se tenía como falso se distingue de lo falso, al ver que está de acuerdo con lo que ya<br />

antes se tenía por verdadero.

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