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SAN AGUSTIN. OBRAS

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fecundo.<br />

Nosotros decimos que el Señor ha querido insinuar, en la alegoría de los dos árboles, dos<br />

voluntades; una buena, que hace al hombre bueno y no puede hacer malas obras, es<br />

decir, frutos malos; la otra mala, que hace malo al hombre y no puede producir buenas<br />

obras, esto es, frutos buenos. Vosotros, por el contrario, decís: "Al proponer a los judíos el<br />

Señor la alegoría de los dos árboles, ha querido hablar de sí mismo"; pues bien, los que<br />

desean saber leen el Evangelio y te desprecian.<br />

Enseña el Señor cómo se han de evitar los que vienen vestidos con piel de ovejas, pero<br />

por dentro son lobos rapaces; y dice: Por sus frutos los conoceréis. ¿Por ventura se<br />

recogen racimos de uvas de los espinos o higos de los abrojos? Todo árbol bueno da<br />

buenos frutos, pero el árbol malo da malos frutos. No puede un árbol bueno dar malos<br />

frutos, ni un árbol malo dar frutos buenos 42 . Según San Lucas, recurrió el Señor a esta<br />

alegoría de los dos árboles en unas circunstancias en que deseaba confundir a los<br />

hipócritas, como resulta evidente de las siguientes palabras del Señor: El hombre bueno,<br />

del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas; y el malo saca cosas malas de su mal<br />

tesoro; de la abundancia del corazón habla la boca 43 . ¡Raza de víboras! ¿Cómo podéis<br />

vosotros decir cosas buenas, si sois malos? De la abundancia del corazón habla la boca; el<br />

hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca cosas buenas, y el hombre malo, del<br />

mal tesoro de su corazón saca cosas malas 44 .<br />

Reconoce que eres tú el equivocado, no yo. Remóntate a la causa de las obras malas, y<br />

siempre encontrarás una voluntad mala; retorna a la causa del pecado original, y<br />

encontrarás mala voluntad en el primer hombre, y además una naturaleza creada buena,<br />

pero luego viciada.<br />

Niega Juliano el mal natural<br />

22. Jul.- "Esto lo decimos para dar a conocer el fin al que conduce vuestra doctrina. Es<br />

incuestionable, a tenor de nuestras discusiones precedentes, que nada hay malo, a<br />

excepción de las obras que proceden de una voluntad que actúa contra lo que la justicia<br />

prohíbe, y, en todo caso, lo natural nunca puede ser calificado de malo. Permanece en pie<br />

esta torre inexpugnable, desde cuya atalaya se rechazaron los ataques de diversos<br />

errores".<br />

Ag.- ¿Qué dices? ¿Qué son tus discusiones precedentes sino vanidosa charlatanería? ¿Qué<br />

quieres decir con estas paras: "No existe el mal al margen de las obras de la voluntad<br />

ejecutadas contra lo que la justicia prohíbe?" ¿Luego no es mal la misma voluntad, si sólo<br />

sus obras son un mal? No es lógico que una voluntad mala tenga el poder de realizarlas y,<br />

según tú razonas, no es malo el querer del hombre sino cuando no lo puede llevar a la<br />

práctica. ¿Quién puede soportar tamaña estupidez o, mejor, locura? Porque, si admitimos<br />

que no hay nada malo sino las obras de la voluntad que la justicia veta ejecutar, no se<br />

debe considerar un mal cuanto los hombres hacen o sufren contra su voluntad. No será<br />

malo lo que el Apóstol tiene como tal cuando exclama: No hago el bien que quiero, sino<br />

que hago el mal que no quiero 45 . Ni se podrá considerar un mal el suplicio del fuego<br />

eterno, donde habrá llanto y crujir de dientes 46 ; porque nadie sufrirá voluntariamente un<br />

suplicio, porque no es obra del querer realizada contra el dictamen de la justicia, sino que<br />

es un castigo infligido contra la voluntad. ¿Puedes pensar estas cosas sin desbarrar<br />

miserablemente o, mejor, sin delirar?<br />

¿Qué quieres decir con estas palabras: "Nada natural puede ser calificado de malo?" Pero,<br />

sin hablar de los innumerables males físicos que atormentan los cuerpos, ¿no es un mal la<br />

sordera nativa, que impide recibir el don de la fe, que hace vivir al justo 47 , pues la fe<br />

viene por el oído 48 ? Vosotros mismos, si no fuerais interiormente sordos, oiríais con los<br />

oídos del corazón estas palabras del Apóstol: Fuimos un tiempo, por naturaleza, hijos de<br />

ira como los otros 49 . Pero continuad gritando a los sordos y ciegos de corazón: "No es un<br />

mal ser por naturaleza olvidadizos; obtusos por naturaleza; irascibles por naturaleza y por<br />

naturaleza lascivos. ¿Por qué, con idéntica seguridad, dirigís estas insensatas palabras a<br />

aquellos para quienes la locura natural no es un mal?<br />

Hasta el presente, al negar el mal natural, te ves forzado a elogiar todos los vicios<br />

naturales, y afirmas que, aunque nadie hubiera pecado, existirían en el paraíso niños<br />

deformes, débiles, monstruosos e incluso locos. Suponemos que tu "predilecta", aunque

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