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SAN AGUSTIN. OBRAS

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es esperar en el Señor que esperar en el hombre, mejor es confiar en el Señor que confiar<br />

en los príncipes 252 , sino también: Maldito todo el que pone su esperanza en el hombre 253 .<br />

Jr 15, 18<br />

CII. 234. Petiliano: "Imitad al menos a los profetas, que temieron fueran engañadas sus<br />

almas santas con un falso bautismo. Ya muy antiguamente dijo Jeremías que entre los<br />

hombres impíos el agua era engañosa: Agua engañosa, no da garantía" 254<br />

235. Agustín: Quien siendo ignorante de las Escrituras no cree que yerres hasta no saber<br />

lo que dices, o que engañes de suerte que aquel a quien engañas no sabe qué decir, a<br />

buen seguro piensa que el profeta Jeremías, cuando quería ser bautizado, tomó sus<br />

medidas para no ser bautizado por hombres impíos, y que en este sentido dijo aquello. ¿<br />

Qué quieres decir cuando antes de citar este testimonio dijiste: "Imitad al menos a los<br />

profetas, que temieron fueran engañadas sus almas santas con un falso bautismo?" Como<br />

si en los tiempos de Jeremías se purificase ya alguien con el sacramento del bautismo; a<br />

no ser que se tratara de aquellas abluciones, que censuró el Señor, en que los fariseos se<br />

purificaban a sí mismos casi a cada momento, purificaban sus lechos, sus vasos y sus<br />

platos, según se lee en el Evangelio.<br />

Ahora bien, ¿cómo pudo Jeremías haber dicho esto como si deseara el bautismo y<br />

procurase evitar ser bautizado por los impíos? Dijo esto precisamente quejándose de un<br />

pueblo infiel, cuyas detestables costumbres le atormentaban, sin que él participara en sus<br />

actos; sin embargo, no se apartó corporalmente de aquel pueblo ni buscó otros<br />

sacramentos que los que aquel pueblo recibía, apropiados para aquel tiempo según las<br />

disposiciones de la Ley. Así, a este pueblo que vivía mal lo llamó llaga, por la cual se<br />

sentía gravemente herido el corazón del pueblo, ya se refiriera con ello a sí mismo, ya<br />

figurase en sí lo que había de suceder.<br />

Dice: Señor, acuérdate de mí, visítame, defiende mi inocencia de los que me persiguen<br />

con animosidad; sábete cómo he recibido yo por ti el oprobio de parte de los que<br />

desprecian tus palabras. Aniquílalos, y tu palabra será mi alegría y gozo de mi corazón,<br />

porque tu nombre ha sido invocado sobre mí, Señor omnipotente. No me senté en la<br />

asamblea de gente alegre, sino que temía tu mano; solitario me senté porque estoy lleno<br />

de amargura. ¿Por qué prevalecen sobre mí los que me turban? Mi herida es profunda: ¿<br />

cómo sanaré? Se me ha hecho como agua engañosa, de la que uno no se puede fiar 255 .<br />

En todo esto se ve qué es lo que quiso significar; pero esto lo ven sólo los que no tratan<br />

de trastocar lo que leen para acomodarlo a su causa perversa. Jeremías dijo que su herida<br />

se le convirtió en agua mendaz que no tiene garantía, y quiso dar a entender que esa llaga<br />

no era ni más ni menos que aquellos que le entristecían a él con su mala vida. Por eso dice<br />

el Apóstol: Por fuera luchas, por dentro temores 256 , y también: ¿Quién desfallece sin que<br />

desfallezca yo? ¿Quién sufre escándalo sin que yo me abrase? 257 Y como desesperaba de<br />

la enmienda de aquellos, dijo Jeremías: Cómo podré curarme, como si siempre hubiera de<br />

temer el dolor mientras fueran tales aquellos entre los cuales se veía forzado a vivir.<br />

Ahora bien, que bajo el nombre del agua suele significarse el pueblo, nos lo dice el<br />

Apocalipsis, donde conocemos que las muchas aguas significan los muchos pueblos, y esto<br />

no según nuestras conjeturas, sino según interpretación bien clara dada allí.<br />

Por consiguiente, procura no utilizar una mala inteligencia o más bien un error para<br />

denostar el bautismo, aunque se halle éste en el hombre más perdido, porque ni en el<br />

falaz Simón era agua mendaz el bautismo que había recibido, ni tantos vuestros falaces<br />

dan un agua falaz cuando bautizan en el nombre de la Trinidad. En verdad que ellos no<br />

comienzan a ser mendaces cuando, delatados y convictos, confiesan sus crímenes, antes<br />

bien eran ya mendaces cuando, siendo adúlteros y malvados, se fingían castos e<br />

inocentes.<br />

El óleo del pecador<br />

CIII. 236. Petiliano: "También dijo David: El óleo del pecador jamás lustre mi cabeza 258 .<br />

¿A quién declara él impío? ¿A mí, que soporto tus crímenes, o a ti, que persigues al<br />

inocente?"

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