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SAN AGUSTIN. OBRAS

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Los hijos son fruto del buen uso de un mal<br />

VII. 37. Dices: "Si alguien puede ser creado malo, jamás puede, por la ablución<br />

bautismal, llegar a ser bueno". De la misma manera podías decir que el cuerpo, creado<br />

mortal, no puede ser inmortal. Dios, en efecto, al crear al hombre no creó el mal, pero la<br />

naturaleza humana que salió de las manos del Creador buena ha contraído el mal del<br />

pecado, del que Dios no es autor, y él sana este mal que no creó y lo convierte en un bien<br />

del que es Creador.<br />

38. Jamás se me pasó por el pensamiento decir que "los demonios habían instituido el<br />

matrimonio; ni que sean autores de la unión de los sexos; ni que el comercio de los<br />

esposos con el fin de engendrar hijos sea obra diabólica". Al contrario, reconozco que Dios<br />

es autor de todas estas cosas; que se podían realizar sin el mal de la concupiscencia si el<br />

diablo no hubiese sido autor de la prevaricación del primer hombre, a la que siguió la<br />

discordia entre la carne y el espíritu. ¿No volverás sobre tus pasos para sentir vergüenza<br />

de tu vana charlatanería, que te lleva a tejer fábulas sin contenido? ¿Cómo has podido<br />

afirmar que "el diablo sorprende a los esposos en la acción matrimonial, y al sorprenderlos<br />

en este acto, que pertenece a la esencia del matrimonio, les impide tener hijos que<br />

puedan ser librados por el sacramento de la regeneración?" Si el diablo pudiera hacer todo<br />

lo que le venga en gana, haría sofocar a los impíos, que están aún bajo su poder, cuando<br />

conoce están dispuestos a hacerse cristianos. Y, aunque el diablo infirió grave herida al<br />

primer hombre, de la que cojea todo el género humano, herida que se transmite por<br />

generación a los hijos, criaturas de Dios, que deben pasar de la vida de Adán a la de<br />

Cristo, no se sigue por esto, como imaginas, que, cuando los padres usan del matrimonio,<br />

los demonios, con amenazas terroríficas, les impidan tener hijos, que han de ser<br />

regenerados; pues sabemos que una legión de demonios no podía tomar posesión de unos<br />

cerdos si Cristo, accediendo a su petición, no se lo hubiera permitido 57 .<br />

De las mismas persecuciones que permite desencadenar al diablo, Dios sabe trenzar<br />

coronas para los mártires y hacer buen uso de todo género de males para utilidad de los<br />

buenos. Más incluso en aquellos esposos que no piensan en la regeneración de los hijos o<br />

la detestan, bueno es el matrimonio y legítima la unión de los cuerpos en vista a los hijos,<br />

no dejando de ser un bien; porque los hijos que nacen de esta unión son un fruto bueno y<br />

honesto, aunque sus padres usen mal de este bien y pequen al gloriarse de la propagación<br />

de una prole impía. Porque los hombres, aunque manchados por el contagio del pecado,<br />

son siempre un bien, en cuanto hombres, y su nacimiento es un bien, pues es obra buena<br />

de Dios.<br />

39. De aquí no se sigue que "para tener hijos se cometan adulterios o estupros"; absurdo<br />

al que tú quieres llevarme porque dije que del mal de la concupiscencia hace brotar en el<br />

matrimonio el bien de los hijos. Pero de esta afirmación mía, conforme a la razón y a la<br />

verdad, no se puede en modo alguno sacar una consecuencia tan falsa y perversa como la<br />

tuya. No porque el Señor diga: Haceos amigos con las riquezas injustas 58 , debemos<br />

cometer injusticias, dedicarnos a la rapiña o robar para socorrer con mano más generosa a<br />

los santos pobres. Y así como hemos de granjearnos amigos con riquezas injustas, para<br />

que nos reciban en las moradas eternas, lo mismo los esposos, de la raíz viciada por el<br />

pecado, han de engendrar hijos que luego han de ser regenerados para entrar en la vida<br />

eterna. Y así como no se deben cometer robos, fraudes, rapiñas, para acrecentar las<br />

riquezas y socorrer a los indigentes amigos, tampoco hemos de sumar al mal con el que<br />

todos nacemos, adulterios, estupros, fornicaciones, con el fin de que nazcan de estas<br />

uniones multitud de hijos de nuestro mismo linaje. Una cosa es usar bien de un mal ya<br />

existente y otra cometer un crimen que no existía. Lo primero es hacer voluntariamente<br />

buen uso de un mal heredado de nuestros padres, lo segundo es aumentar el mal<br />

heredado de nuestros padres con otros voluntarios y personales. Hay, pues, una gran<br />

diferencia entre estos dos casos; laudable es emplear las riquezas mal adquiridas en<br />

socorrer a los pobres y reprimir la concupiscencia de la carne con la virtud de la<br />

continencia y usar de ella para recoger buen fruto en el matrimonio. Pero el mal de la<br />

concupiscencia es tan grande, que vale más no usar de ella que hacer de ella buen uso.<br />

Gracia, voluntad salvífica y libre albedrío<br />

VIII. 40. Citas luego otras palabras mías, contra las que ampliamente disputas sin decir<br />

nada. Insistes sobre un punto al que puse fin en mi anterior discusión. Y si ahora me

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