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SAN AGUSTIN. OBRAS

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acontecerá lo que dice el Apóstol: Si en algún punto pensáis de otro modo, Dios os<br />

revelará también eso 84 . Ahora bien, son tan claras estas voces divinas sobre la Iglesia<br />

universal, que sólo los herejes en su orgullosa perversidad y ciego furor pueden ladrar<br />

contra ellas.<br />

29. Ya hemos mostrado a la Iglesia en el Verbo de Dios, su Esposo; Iglesia anunciada<br />

tanto por la Ley, los Profetas y los Salmos como por su propia boca; Iglesia que ha de<br />

empezar por Jerusalén y llegar hasta los confines del orbe entero. Y cómo empezó por<br />

Jerusalén y, extendida desde allí a todos los pueblos, está dando fruto, nos lo demuestra<br />

la misma palabra de Dios a través de los apóstoles. Así está escrito en los Hechos de los<br />

Apóstoles, cosa que ya recordé que dijo el Señor: Seréis mis testigos en Jerusalén, en<br />

toda Judea, en Samaría y hasta la tierra entera 85 .<br />

Continúa después: Dicho esto, en presencia de ellos se elevó y una nube lo ocultó a sus<br />

ojos. Mientras miraban fijos al cielo viéndolo irse, se les presentaron dos hombres vestidos<br />

de blanco, que les dijeron: Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo<br />

Jesús que se han llevado de aquí al cielo volverá como lo habéis visto marcharse. Entonces<br />

volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que dista de Jerusalén lo que<br />

se permite caminar en sábado. Llegados a casa, subieron a la sala superior donde se<br />

alojaban; eran Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo,<br />

Santiago el de Alfeo, Simón el Fanático y Judas el de Santiago. Todos ellos se dedicaban a<br />

la oración en común, junto con algunas mujeres, además de María, la Madre de Jesús, y<br />

sus hermanos 86 . En aquellos días se levantó Pedro en medio de los discípulos -había un<br />

grupo de unos ciento veinte hombres-, les dijo...<br />

Se narra a continuación cómo, tras el discurso de Pedro, fue elegido Matías en lugar de<br />

Judas, que entregó al Señor. Después de la elección, continúa diciendo la Escritura: Al<br />

llegar el día de Pentecostés estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un<br />

ruido del cielo, como de viento recio, llenó toda la casa donde se encontraban, y vieron<br />

aparecer unas lenguas como de fuego que se repartían posándose encima de cada uno. Se<br />

llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en diferentes lenguas, según el<br />

Espíritu les concedía expresarse. Residían entonces en Jerusalén judíos devotos de todas<br />

las naciones existentes bajo el cielo. Al oír el ruido, acudieron en masa, y quedaron<br />

desconcertados porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Todos, desorientados,<br />

admirados, preguntaban: ¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿<br />

cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Partos, medos y<br />

elamitas; judíos de Mesopotamia, de Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia y de Panfilia,<br />

de Egipto o de la zona de Libia que confina con Cirene; romanos de paso, judíos y<br />

forasteros; cretenses y árabes: cada uno los oye hablar de las maravillas de Dios en su<br />

propia lengua. Estaban estupefactos y, entre dudas, se preguntaban unos a otros: ¿Qué<br />

puede ser esto? Otros se burlaban diciendo. Están bebidos. Pedro, de pie con los Once,<br />

tomó la palabra y les dijo: Judíos y habitantes de Jerusalén, sabed que... 87 y las restantes<br />

palabras con que los exhorta a la fe. Terminado esto, continúa la Escritura su relato. Al oír<br />

esto, con el corazón compungido, dijeron a Pedro y a los demás apóstoles. ¿Qué tenemos<br />

que hacer, hermanos? Indicádnoslo. Pedro les contestó. Arrepentíos; que cada uno se<br />

bautice en el nombre del Señor Jesucristo para que se os perdonen los pecados, y<br />

recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque la promesa se nos hizo a nosotros y a nuestros<br />

hijos y a todos los que, estando lejos, llame el Señor Dios nuestro. Y con muchas otras<br />

palabras les daba testimonio diciendo: Poneos a salvo de esta generación depravada. Ellos<br />

aceptaron su palabra, se bautizaron y aquel día se les agregaron unos tres mil 88 .<br />

Ahí está el principio desde Jerusalén, desde donde la Iglesia iba a pasar a todas las<br />

lenguas; realidad prefigurada en el hecho de que los allí presentes, una vez que recibieron<br />

el Espíritu Santo, hablaron en todas las lenguas.<br />

30. Cómo se extendió por los otros pueblos, vamos a verlo luego; ya Pedro lo había<br />

anunciado al decir: La promesa se nos hizo a nosotros y a nuestros hijos y a todos los que,<br />

estando lejos, llame el Señor Dios nuestro 89 .<br />

Se narran a continuación los acontecimientos que tuvieron lugar en Jerusalén hasta el<br />

martirio de Esteban diácono, donde también se menciona a Saulo, que aprobó su muerte.<br />

Cuando esto tuvo lugar, así continúa el relato: Aquel día se desató una violenta<br />

persecución contra la iglesia de Jerusalén: todos, menos los apóstoles, que permanecieron<br />

en Jerusalén, se dispersaron por Judea y Samaría 90 . Ved cómo se cumple después y en su

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