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SAN AGUSTIN. OBRAS

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Borrado este pecado contraído por generación, por la gracia de la regeneración, debemos<br />

obedecer al espíritu de justicia y no obedecer a las apetencias de la carne, contra la que<br />

hemos de luchar; y recordando que esta misma piadosa obediencia es un don de Dios,<br />

prometido por el profeta cuando dice: Les daré un corazón para que me conozcan y oídos<br />

para que me escuchen 231 , ¿qué otra cosa quiere decir, sino que seamos obedientes?<br />

Como viento<br />

229. Jul.- "Además, si en nuestros días prestamos fe a las palabras del Apóstol, nos dice<br />

que son esclavos del pecado solamente los que, por voluntad propia, obedecen al pecado,<br />

voluntad que pueden cambiar para comenzar a servir a la justicia. Pone Pablo de relieve el<br />

papel de la obediencia, a la que imputa todos los pecados de la vida pasada y todas las<br />

virtudes que practique".<br />

Ag.- Como viento se desvanecerán cuantos confían en sus fuerzas 232 como vosotros, y<br />

como vosotros serán destruidos.<br />

Don de la obediencia<br />

230. Jul.- "Pero, gracias a Dios, aunque fuisteis esclavos del pecado, habéis obedecido de<br />

corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado,<br />

vinisteis a ser siervos de la justicia" 233 .<br />

Ag.- Escucha, sordo, al Apóstol dar gracias a Dios porque su doctrina ha sido obedecida de<br />

corazón. Y no dice: Gracias sean dadas a Dios porque su doctrina ha sido anunciada, sino<br />

porque la habéis obedecido. No todos obedecen al Evangelio, sino sólo aquellos que han<br />

recibido el don de la obediencia. A vosotros os ha sido dado conocer el misterio del reino<br />

de los cielos, dice el Señor; a ellos no les ha sido dado 234 . Ellos no obedecieron de<br />

corazón, es decir, voluntariamente, si la voluntad no es preparada por el Señor; pues de<br />

otra suerte mentiría el Apóstol al dar gracias a Dios por algo que uno puede conseguir por<br />

sí mismo.<br />

El cambio, obra de Dios<br />

231. Jul.- "El cambio de corazón en la obediencia os ha liberado del pecado y os ha hecho<br />

adheriros a la santidad".<br />

Ag.- Pero este cambio es obra de la diestra del muy Alto. Escucha a un hombre de Dios<br />

proclamar esta gracia en un salmo y aprende quién es el que cambia las voluntades: Y<br />

dije: ahora empiezo. Este cambio ha sido obra de la diestra del Altísimo 235 .<br />

Don de Dios la buena voluntad<br />

232. Jul.- "Hablo como humano, en atención a la flaqueza de vuestra carne, pues así<br />

como ofrecisteis vuestros miembros a la iniquidad para servir a la inmundicia y al<br />

desorden, así ahora ofreced vuestros miembros para servir a la justicia para santificación<br />

236 . ¡Oh maestro, lleno del espíritu de Dios! ¡Oh vaso de oro, trompeta en armonía<br />

constante y perfecta! La humanidad de estas exhortaciones dan autoridad a su palabra".<br />

Ag.- ¡Oh mentiroso, lleno de espíritu herético! Todo lo atribuyes a la voluntad del hombre<br />

contra la sentencia del Apóstol: ¿Qué tienes que no lo hayas recibido? 237 ¡Oh pelagiano! Al<br />

que planta y riega dice esto el Apóstol, pues sabe bien que ni el que planta es algo, ni el<br />

que riega, sino Dios que da el crecimiento 238 . Y no sólo da estos preceptos, sino que ora a<br />

Dios para que aquellos a quienes dirige la palabra no hagan nada malo. Con toda claridad<br />

dice en otro lugar: Pedimos a Dios no hagáis mal alguno 239 .<br />

Lucha contra la concupiscencia<br />

233. Jul.- "Y para no dar la sensación de imponer al hombre cosas arduas e inaccesibles,<br />

emplea un lenguaje familiar, humano, es decir, fácil de practicar, suave en comparación de<br />

las causas. No os pido, dice, esfuerzos a las cosas sublimes, ni a las grandes obras<br />

virtuosas; preceptos os doy para poder alcanzarlas; no os intimo una ley bárbara, ni os<br />

impongo un yugo que apenas se pueda llevar; porque si os mandara algo a nivel del<br />

esplendor de la justicia, os excusaríais, por la debilidad de la carne, de no poder con el

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