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SAN AGUSTIN. OBRAS

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Sin embargo, antes de citar las palabras de Tulio o de cualquier otro, adviertes con gran<br />

cautela "que él habla del acoplamiento de los sexos en los animales, porque la honestidad<br />

no le permite describir la de los hombres". ¿Por qué no se lo permite la honestidad? ¿<br />

Acaso hay algo en la sexualidad humana que puede ofender la honestidad, cuando Dios,<br />

con esmero especial, formó la naturaleza más noble de la creación? Por lo visto, esto te ha<br />

enseñado a discutir sobre las cosas más secretas y no te enseñaron los estoicos a sentir<br />

vergüenza de las deshonestas.<br />

Refieres luego cómo describe Balbo la estructura del cuerpo humano: "Lo que dice de la<br />

naturaleza del vientre, colocado debajo del estómago para ser receptáculo de bebidas y<br />

comidas; cómo los pulmones y el corazón entran el aire del exterior mediante la<br />

respiración; cómo explica las admirables transformaciones que han lugar en los intestinos<br />

y en parte se realizan por el sistema nervioso y cómo, por caminos variados y sinuosos, se<br />

retiene o expele lo que recibe, ya sea líquido, ya sólido". Citas aún otras cosas parecidas y<br />

terminas con estas palabras: "Y cómo se eliminan las heces mediante contracciones y<br />

dilataciones de los intestinos".<br />

Si se puede hacer esta minuciosa descripción aplicada a los animales, ¿por qué luego pasa<br />

a los hombres, sino porque estos órganos nada tienen de vergonzoso en el hombre;<br />

mientras los miembros que sirven a la generación, si en los animales no son deshonestos,<br />

sin embargo, los del hombre sí lo son? Por eso, después del pecado, nuestros primeros<br />

padres taparon sus partes con hojas de higuera. En la descripción del cuerpo humano, al<br />

llegar a la defecación, dice: "No es difícil explicar cómo se realiza, pero es preferible<br />

pasarlo en silencio, para no hacer inameno mi decir". No dice "deshonesto" o "impúdico",<br />

sino repugnante. Hay una diferencia entre las cosas que causan repugnancia a los sentidos<br />

a causa de su deformidad, y otras, que, aunque hermosas, causan al alma rubor. Las<br />

primeras ofenden nuestra sensibilidad, las segundas excitan la concupiscencia y son por<br />

ella excitados.<br />

59. Pero ¿de qué te sirve todo esto? "Nuestro Creador -dices- no conoce defecto en su<br />

obra, como para velar nuestras partes viriles". Lejos de nosotros pensar que el divino<br />

Artífice haya podido reconocer defecto alguno en su obra. Pero tú mismo has dicho antes<br />

por qué cubrió el hombre sus partes, al afirmar que fue para preservar sus miembros de<br />

perecer, o inspirasen horror expuestos a las miradas de todos. Sin embargo, cuando<br />

nuestros primeros padres cubren sus miembros genitales; no fue porque podían sufrir<br />

deterioro o porque eran causa de escándalo, porque estaban desnudos y no se<br />

avergonzaban 81 . Hoy, una pudorosa cautela nos hace apartar la mirada de las partes<br />

viriles, y no porque causen náusea, sino por el placer que en nosotros excitan.<br />

En vano creíste apuntalar la causa de la concupiscencia con un testimonio de los estoicos,<br />

pues, lejos de ser para ellos una amiga, no admiten en el placer voluptuoso ni una<br />

partecita de bien. Además, cuando hablan del placer de la carne, es en relación con los<br />

animales, y no como lo haces tú, con referencia a los hombres. En cuanto a la opinión de<br />

los estoicos, dice Tulio, en uno de sus libros: "Lo que es bueno en un carnero, no lo es en<br />

Publio Africano". Este pensamiento te enseña lo que debes pensar de la concupiscencia<br />

humana.<br />

60. Si te place discutir brevemente sobre estos escritos, sea porque en ellos podemos<br />

encontrar algunos vestigios de la verdad; pero has de confesar que las palabras por ti<br />

citadas no prueban nada contra nosotros. Medita si lo que ahora voy a decir no invalida tus<br />

asertos. En el tercer libro de la República afirma Tulio que "la naturaleza da a luz al<br />

hombre como madrastra, no como madre. Le da un cuerpo desnudo, frágil, enfermizo; un<br />

alma angustiada por penas sinnúmero, accesible al temor, floja para el trabajo, inclinada<br />

al placer; pero también hay en el hombre como una centella escondida de fuego divino, de<br />

inteligencia y razón". ¿Qué dices a esto? Tulio no dice que estos males sean efecto de<br />

costumbres depravadas; acusa a la naturaleza. Palpa la realidad, ignora la causa. No supo<br />

de dónde venía este yugo tan pesado que oprime a los hijos de Adán desde el día que<br />

salen del vientre de su madre hasta el día de su sepultura en la tierra, madre de todos. Al<br />

desconocer los libros sagrados, no tenía conocimiento del pecado original. Si hubiera<br />

tenido en buena opinión la concupiscencia que tú defiendes, no sentiría disgusto por la<br />

inclinación del ánimo a los placeres de la carne.<br />

61. Y si tan sólo consideras estas cosas como bienes menores que no deben desviar al

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