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SAN AGUSTIN. OBRAS

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parezca que hay cizaña en la Iglesia, no debe impedir nuestra fe y nuestra caridad, de<br />

suerte que, por ver que hay cizaña en la Iglesia, nos separemos de ella". Y entonces<br />

aquéllos habrían sacado fruto si, purificados en el seno de la Iglesia católica, hubieran<br />

tolerado en ella las inmundicias que no pudieron separar antes del tiempo.<br />

Pero lo que decimos que debieron haber hecho ellos en esta sociedad de vuestro error,<br />

que pensáis que es la verdadera Iglesia, esto debieron hacer vuestros antepasados en<br />

aquella, claramente verdadera, en cuya unidad estuvieron, para no separarse de la misma.<br />

Pues como cualquiera de vuestro partido, ignorando completamente la causa de Primiano,<br />

lo creyó sin más inocente, aunque condenado por cien maximianenses, pero justificado<br />

ante tantos colegas suyos, así también en la comunión católica, a quien ignora la causa de<br />

Ceciliano, justamente se le persuade que es inocente quien no sólo en África sino también<br />

en el territorio de tantos pueblos cristianos pudo aparecer como inocente u ocultarse como<br />

culpable a la mayoría tan grande de los restantes obispos, entre los cuales o mereció ser<br />

absuelto por quien lo desconocía, o no mereció ser condenado por quien lo desconocía, o,<br />

absuelto contra la justicia por un juez corrupto, no pudo ser demostrada su culpabilidad a<br />

otros que no le habían juzgado. Vosotros os habéis separado con una ruptura sacrílega de<br />

la unidad de tantos y tan importantes pueblos cristianos que, no pudiendo ser jueces en<br />

esta causa, o ignoraron que hubiera habido jueces aquí, o si se había juzgado algo o qué<br />

se había juzgado, o creyeron más a los jueces elegidos que a los litigantes vencidos.<br />

En cualquier hipótesis, quedan vencidos<br />

LVII. 68. También por esto se pone de manifiesto con qué facilidad sois vencidos al haber<br />

elegido la última de las cuatro posibilidades que yo te proponía, aunque no podías elegir<br />

otra cosa. Dije, en efecto, que si se presentaban documentos sobre los crímenes<br />

referentes a la entrega por una y otra parte, o unos y otros son verdaderos, o unos y otros<br />

falsos, o los nuestros verdaderos y los vuestros falsos, o los nuestros falsos y los vuestros<br />

verdaderos. Demostré cuán fácil era nuestra victoria en las tres primeras posibilidades; en<br />

la cuarta o no entendiste bien que quedabais vencidos o, lo que yo más bien creo, para<br />

que los otros no lo entendieran, pensaste cubrirlo con no sé qué sombras y que había que<br />

discutir sobre la naturaleza de la argumentación; trataremos contigo de esto en otra<br />

parte, si fuere preciso, a fin de no gastar ahora un tiempo tan necesario para otros<br />

asuntos.<br />

Comparación entre Primiano y Ceciliano<br />

LVIII. 69. Por tanto, presta atención a ver si puedo demostrar esto también en aquel<br />

claro espejo vuestro, esto es, en el asunto de los maximianenses. Muertos todos aquellos<br />

que realizaron o ante quienes se llevaron a cabo estos hechos, puede ocurrir que algún día<br />

se trate la cuestión de la comunión entre vuestros sucesores y los de ellos. Ellos dirán que<br />

Primiano fue condenado por cien obispos o más, y alegarán primeramente la sentencia<br />

redactada en Cartago, y después la que se dictó contra él en Cabarsusa; los vuestros<br />

leerán, por el contrario, el concilio de Bagái. Reclamarán aquéllos que se les demuestre<br />

que fueron refutadas las acusaciones contra Primiano, contenidas en la sentencia de sus<br />

antepasados. Los vuestros dirán con mucha más razón: "Si estas acusaciones que lanzáis<br />

contra un muerto son verdaderas, probad que las presentasteis nuestros antepasados y<br />

que les demostrasteis que eran verdaderas. Si lo intentasteis y no pudisteis conseguirlo,<br />

no podían manchar a nuestros antepasados los crímenes ajenos, aunque verdaderos, que<br />

no les fueron demostrados; ¡cuánto más si ni siquiera intentasteis demostrárselos! Así,<br />

pues, ¿pudo pasar a nosotros la responsabilidad de aquella causa que, siendo ignorada y<br />

no demostrada, no pudo envolver ni a los mismos que vivían con Primiano? Por<br />

consiguiente, con luminosa verdad os demostramos a vosotros reos de cisma porque os<br />

vemos separados de nosotros, vuestros hermanos, por causa de crímenes ajenos, que no<br />

fueron demostrados a nuestros antecesores cuando debieron serlo".<br />

Si los pueblos y clérigos de estos lugares, de los cuales procedían los trescientos diez<br />

obispos que formaron el concilio de Bagái contra los maximianenses, pueden con toda<br />

razón decir esto; si lo han de decir, repito, africanos a africanos, los númidas y los moros<br />

tan numerosos a los pocos de Bizacena y de la Proconsular, con cuánta mayor razón el<br />

orbe de la tierra dirá estas cosas a los africanos acerca de los crímenes, aunque fueran<br />

verdaderos, de no sé qué traditores de África, sobre todo siendo tan numerosa la Iglesia<br />

católica aun en África, asociada por el vínculo de la unidad a los restantes pueblos, que en<br />

todo caso pueden clamar: "Los documentos de los crímenes ajenos, que intentas

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