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Temas de Patrimonio Cultural 20 Buenos Aires Gallega Inmigración ...

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<strong>Temas</strong> <strong>de</strong> <strong>Patrimonio</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>20</strong>eran las legítimas dueñas <strong>de</strong>l país, las que tenían absoluta libertad <strong>de</strong> expresión, y elpo<strong>de</strong>r para <strong>de</strong>cirte que si no estabas conforme te volvieras al tuyo. Al respecto, Maribelrecuerda: “El día que tuve la ciudadanía argentina, me puse <strong>de</strong> igual a igual”, paraopinar sin que le taparan la boca.Otra cosa que me hacía sufrir era el modo <strong>de</strong> enseñar Historia en la escuela y enel secundario. Después <strong>de</strong> los ditirambos al coraje <strong>de</strong> los <strong>de</strong>scubridores y colonizadores,en cuanto llegábamos a la Revolución <strong>de</strong> Mayo los españoles se transformaban en malagente: tiranos, crueles y, a<strong>de</strong>más, tontos. Mis compañeros, aun los que nunca se burlaban<strong>de</strong> mí, solían girar la cabeza para mirarme mientras la maestra explicaba y se sonreían. Yono podía <strong>de</strong>sautorizar a la maestra y, aunque dudaba rabiosamente <strong>de</strong> sus afirmaciones,tenía que dar las lecciones según una “historia oficial” y maniquea <strong>de</strong> buenos y malos,algo que vivía como una claudicación que me llenaba <strong>de</strong> vergüenza, y que a<strong>de</strong>más mehizo sentir mucho odio por los “patriotas” y por la Historia argentina.Una <strong>de</strong> las afirmaciones más torpes que oí en mi infancia fue la <strong>de</strong> personasadultas que me instaban a sentirme argentina, o simplemente aseguraban por su cuentaque yo era más argentina que española, entre otras cosas porque comía aquí, lo que(sostenían) creaba una <strong>de</strong>uda <strong>de</strong> gratitud y la consiguiente obligación <strong>de</strong> cambiar minacionalidad. (222) Algunas veces traté <strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rme diciendo que yo comía porque mipadre se “<strong>de</strong>slomaba” trabajando. En otras, apelé a San Martín que, habiéndose trasladadoa España a los cinco años, había comido, estudiado y combatido allí hasta los treintay tantos, y luego <strong>de</strong> su breve retorno a Sudamérica (que incluyó largas temporadas enChile y Perú) había regresado <strong>de</strong>finitivamente a Europa. Su padre era español, apenashabía vivido en su país <strong>de</strong> origen. Entonces, ¿por qué él era argentino y yo no podíaseguir siendo española? Y si <strong>de</strong> comer se trataba, los miles <strong>de</strong> antepasados que me habíanprecedido ¿no se habían alimentado acaso en Galicia? Ninguno <strong>de</strong> estos argumentos meera suficiente, porque la política <strong>de</strong> homogeneización aplicada por el Estado argentinoera asumida por la población como un auténtico valor. (223) De manera que mi forma <strong>de</strong>resistencia fue sencilla: me adapté externamente a las normas dominantes, pero preservéinterna y rabiosamente mi condición <strong>de</strong> gallega. La autoafirmación <strong>de</strong> mi familia sehacía <strong>de</strong> puertas a<strong>de</strong>ntro. Sabíamos que éramos burlados, <strong>de</strong>scalificados y extranjeros.Ninguno <strong>de</strong> nosotros se planteó nunca nacionalizarse, ni siquiera para adquirir los <strong>de</strong>rechosciviles, y <strong>de</strong>bieron pasar varias décadas para que yo sintiera <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> votar einfluir en la elección <strong>de</strong> gobernantes. Si bien con los años tuve pocas diferencias conmis compañeras argentinas en cuanto a mi vida exterior, internamente me negaba a ce<strong>de</strong>ra la presión e incomprensión <strong>de</strong> los otros. Aunque el discurso ensalzando a los quese asimilaban como seres agra<strong>de</strong>cidos me producía culpa, seguramente si me hubieranpresionado menos me hubiera aporteñado más, y hubiera vivido con menos conflictomi pertenencia a las dos culturas.222 Curiosamente, Maribel afirma que cuando regresó por única vez a España, a los veinte años, se sintió discriminada cuando le <strong>de</strong>cían que ya era argentina.En cambio, Luz dice que en la misma circunstancia y a la misma edad, se sintió integrada en la al<strong>de</strong>a.223 Véase Quijada, Mónica; Bernard, Carmen; y Schnei<strong>de</strong>r, Arnd: Homogeneidad y nación en un estudio <strong>de</strong> caso: Argentina, siglos XIX y XX. CSIC, Madrid,<strong>20</strong>00.174

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