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Temas de Patrimonio Cultural 20 Buenos Aires Gallega Inmigración ...

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<strong>Temas</strong> <strong>de</strong> <strong>Patrimonio</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>20</strong>gringo tan bozal / que nada se le entendía / ¡quién sabe <strong>de</strong> an<strong>de</strong> sería! / tal vez no jueracristiano; / pues lo único que <strong>de</strong>cía / es que era pa po-litano”.En esa “gringada que ni siquiera / se sabe atracar a un pingo” están sin duda yalos rudimentos <strong>de</strong>l futuro sainete conventillero –nuestra pobre picaresca– que, en unnuevo ajuste <strong>de</strong> tuerca, conduciría luego a los logros originales <strong>de</strong>l “grotesco”. Pero enel mismo poema épico <strong>de</strong> Hernán<strong>de</strong>z, por supuesto, hay más. Y no solo porque, comotodo gran texto logrado, permita muchas, fecundísimas lecturas, sino porque esos gringos,le “parecen hijos <strong>de</strong> rico” y, a<strong>de</strong>más, “nunca se andan con chicas / para alzar ponchosagenos”. Del comprensible asombro ante la diferencia a la recelosa <strong>de</strong>sconfianza y, luego,a la <strong>de</strong>cidida agresividad frente a los peligros implícitos en el extraño, esa <strong>de</strong>riva noresulta <strong>de</strong>masiado original. Deben ser muchos los pueblos que han vivido, con sus másy sus menos, situaciones <strong>de</strong>sgraciadamente semejantes. Pero también hay ejemplo <strong>de</strong>ocasiones en que se supo compren<strong>de</strong>r que era más importante, incluso para todos, lo queunía a los <strong>de</strong>sheredados que lo que los diferenciaba. Y en esta tierra argentina, ¿cómo sellega, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> allí, a aquella primera generación <strong>de</strong> los propios hijos <strong>de</strong> inmigantes que, sedice, dio lugar entre nosotros a la primera oleada <strong>de</strong> compadritos y <strong>de</strong> nacionalistas?Una carrera <strong>de</strong> obstáculosSobre este inmenso país sin estadísticas, cosa que (por supuesto) tampoco esinocente, no po<strong>de</strong>mos todavía manejarnos con números estrictos, confiables, sino conaproximaciones generales. De todos modos, digamos lo que está a la vista: hoy el paístiene más o menos la misma cantidad <strong>de</strong> territorio que en tiempos <strong>de</strong> Alberdi, y su poblaciónsupera los 35 millones <strong>de</strong> habitantes. Muchos se sorpren<strong>de</strong>n al compararnos conlos 800.000 que le dolían al ilustre tucumano, al que casi no le <strong>de</strong>jaron pisar en su vidaestas orillas, pero, ¿qué es eso comparado por ejemplo con los casi cuatro veces más <strong>de</strong>que dispone el Brasil, o con el hecho –absurdo, incomprensible a simple vista– <strong>de</strong> quela gran mayoría <strong>de</strong> esa población, prácticamente un tercio <strong>de</strong>l total, esté concentradoalre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l Puerto, en la Capital Fe<strong>de</strong>ral y el Gran <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>?Aunque un poco más poblado, el país enorme y diverso sigue siendo un <strong>de</strong>sierto.No se ha integrado el país, no se han <strong>de</strong>sarrollado otros gran<strong>de</strong>s centros urbanos, nose han articulado las regiones. ¿A causa <strong>de</strong> qué? ¿Por culpa <strong>de</strong> quién? Los inmigrantesno se fueron al campo, salvo una mínima proporción se quedaron en la ciudad, y preferentementeen <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>. Unos dicen que porque no querían seguir trabajando latierra con sus manos, y otros porque la tierra aquí ya era <strong>de</strong> otros (que a<strong>de</strong>más pagabanmuy mal a sus trabajadores.) Pero los hijos <strong>de</strong> esos inmigrantes, y los hijos <strong>de</strong> sus hijos,también se quedaron allí, por regla general, en la urbe. Y no solo ellos. Hoy mismo, laemigración interna y la <strong>de</strong> los hermanos países limítrofes se <strong>de</strong>sangra igualmente sobre<strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>, acrecentando lo que ya vieran Martínez Estrada: la macrocefalia <strong>de</strong> uninmenso <strong>de</strong>sierto.416

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