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Temas de Patrimonio Cultural 20 Buenos Aires Gallega Inmigración ...

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<strong>Temas</strong> <strong>de</strong> <strong>Patrimonio</strong> <strong>Cultural</strong> <strong>20</strong>cariñoso: “¡Y yo que odiaba a los gallegos!” Al menos me <strong>de</strong>mostró que no solo yo teníabroncas. Mientras vivió en Galicia, mamá había soñado con ser modista y, encerrada enel hogar, no comprendía que yo no quisiera coser sino estudiar. Solo para que <strong>de</strong>jara <strong>de</strong>hostigarme, aprendí corte y confección y cosí durante muchísimos años para la familia almismo tiempo que trataba <strong>de</strong> darle alas a mi vocación literaria y, divorciada a los treintaaños, criaba a mis dos hijos argentinos. Pero no logré liberarme <strong>de</strong>l “mandato” materno<strong>de</strong> lograr todo con sacrificio, al contrario <strong>de</strong> mis cuñadas argentinas, que tenían <strong>de</strong>recho(en razón <strong>de</strong> su supuesta incapacidad para el esfuerzo) a progresar exclusivamentegracias al trabajo <strong>de</strong> sus maridos. Hoy comprendo que las cosas no fueron fáciles paramis padres. No esperaban nada <strong>de</strong> nadie, salvo esa ayuda solidaria que nos prestábamosentre familiares. Y muy pocas veces en la vida encontraron personas tan generosas comolos patrones gallegos <strong>de</strong>l marido <strong>de</strong> María Severina (225) quienes, <strong>de</strong>biendo él jubilarseprematuramente por enfermedad, le regalaron el dinero para que pudiera abrir un pequeñonegocio <strong>de</strong> carbonería y forrajes en su casa. En ese culto al sacrificio, no estabacontemplado el fantástico alivio <strong>de</strong> confiar en la suerte, aunque papá compraba un número<strong>de</strong> lotería todas las Navida<strong>de</strong>s. Tal vez acierta Carlos Fuentes cuando afirma quelos gallegos “son por partes iguales duros realistas y enamorados <strong>de</strong> la quimera”, (226)pero yo añadiría que solo se permiten la fantasía si esta es obtenida con sacrificio. Y aeste respecto tengo una anécdota personal ejemplificadora. Una noche en que regreséagotada <strong>de</strong>l duro trabajo en la librería, mi madre me aconsejó “hacer sacrificio paraconseguir la casita”. Yo había vendido (ya divorciada) el <strong>de</strong>partamento comprado –consacrificio– durante mi matrimonio para invertirlo en el incipiente comercio <strong>de</strong> librería ypapelería que inauguramos con mi hermano menor; afrontaba la crianza <strong>de</strong> mis hijos sincolaboración alguna <strong>de</strong> su padre; ocupaba los fines <strong>de</strong> semana en las tareas domésticas(para las que no tenía ayuda) y que incluían la costura y el tejido; finalmente, había vueltoa cursar Letras en la Universidad <strong>de</strong> <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong> (UBA), aunque por breve tiempo (hastaque comprendí que me obligaba a <strong>de</strong>scuidar excesivamente a mis hijos). De manera queel consejo materno me <strong>de</strong>jó estupefacta: hacía solo quince días mis padres habían a<strong>de</strong>lantadoal hijo menor (para <strong>de</strong>volverlo como y cuando pudiera) el dinero para la casitay, por consiguiente, a su esposa argentina (que jamás había trabajado) sin exigirle a ellaningún sacrificio. Le contesté: “Mamá, <strong>de</strong> todas las mujeres <strong>de</strong> la familia, la única quetrabaja, estudia y duerme sola, soy yo. ¿Qué más <strong>de</strong>bo hacer?”.Pero no solo mi madre marcó la diferencia <strong>de</strong> <strong>de</strong>rechos. A los veinte años, siendoalumna <strong>de</strong> la Facultad <strong>de</strong> Filosofía y Letras <strong>de</strong> la UBA, cuando aún gobernaba Francoy como recurso para volver a Galicia, fui a la legación española para averiguar por laexistencia <strong>de</strong> becas <strong>de</strong> estudios en España. Me informaron que se otorgaban a argentinoshijos <strong>de</strong> españoles. Supe entonces que tampoco para España era valiosa. Tuve que admitirque mis compatriotas eran injustos por partida doble: primero me habían expulsado porlas condiciones socioeconómicas imperantes en Galicia, y ahora ni siquiera me reconocíancomo sujeto con <strong>de</strong>rechos. Habrían <strong>de</strong> pasar varios años hasta que se creara el CensoEspecial <strong>de</strong> Resi<strong>de</strong>ntes Ausentes (1977), se instalara un régimen <strong>de</strong>mocrático en Espa-225 Los dueños <strong>de</strong> “El Palacio <strong>de</strong> la Papa Frita”, un gran local gastronómico <strong>de</strong> <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>.226 Fuentes, Carlos: “Las dos Américas”, en El naranjo. Alfaguara, México, 1993, p. 360.176

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