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Cartas filosóficas.pdf

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iil<br />

viene á Sevilla. Cada dia trae una novedad, y con ella arma<br />

una disputa. Este último viaje dice : que pasando por una Iglesia<br />

vio gente á la puerta, y oyó que dentro daban voces. Movióle<br />

la curiosidad, se asomó al cancel, y vio que estaba<br />

predicando un cleriguito carilavado muy bonito. Oyó que los<br />

oyentes se reian de cuando en cuando á carcajadas: que el<br />

predicador les pedia dineros desde el pulpito , mas que le tuviesen<br />

(asi decia él) por un fraile pordiosero : que mientras decía<br />

esto, se echaba ambas manos á subirse los calzones: que<br />

luego pegaba un brinquito: que después ponía de salvages á<br />

cuantos le oian , y últimamente que con un Abur caballeros<br />

hasta otra vez se acababa la predicación. Concluida ésta vio<br />

á una vieja que salía echando mil bendiciones al predicador<br />

por tanto salero como tenia; pero también vio á un viejo<br />

anquiseco y adusto, vestido de tercero, que metiéndose detras<br />

de una de las puertas de la Iglesia, para tapar con un capillo<br />

que parecía capirote, una calva mas lisa que si la hubieran<br />

bruñido, estuvo refunfuñando estas palabras. ¡Que se consienta<br />

que estos hombres profanen con tales bufonadas las<br />

cátedras de la verdad! ¿Son estos los famosos doctores ? ¿ Los<br />

catedráticos ? ¿ Los maestros de la juventud ? Y diciendo esto<br />

se salió á la calle. Averroes con esto vino confuso; nos llamó<br />

á consulta para que le digésemos nuestro parecer. Mas nosotros<br />

, que en materia de oratoria sagrada no entendemos<br />

una palabra , nos hemos dividido unos á favor de la vieja,<br />

otros del calvo. Espero pues del favor de V. que nos saque<br />

de esta duda; que nos diga á que género de figuras retóricas<br />

pertenecen las macarenadas que dijo ese señor, y qué conducencia<br />

tendrían con el Evangelio de la fiesta. Díganos también<br />

si por casualidad pide la predicación, para hacerse bien,<br />

que vayan y vengan las manos á los calzones. Díganoslo,<br />

y perdone tanta curiosidad.

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