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Cartas filosóficas.pdf

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Aristóteles sin ser para ello, así como muchos lo quieren impugnar<br />

sin entender jota; pero también es cierto que muchos<br />

inteligentes han puesto las manos á traducir sus obras. Si la<br />

traducción se mira sin respeto al original, puede ser que no<br />

sea buena : pero si se tiene presente, como debe tenerse, que<br />

el original no sufría otra, es lástima quitar el crédito á unos<br />

hombres que sirvieron al género humano con tanto trabajo, é<br />

hicieron lo mejor que se pudo.<br />

Ya yo, señores, he dicho lo que me parece acerca del<br />

ex gríseo non bono matus latinas. Diga ahora el señor Aver—<br />

roes lo que se le antoje sobre pessimus arabs. Yo no quiero,<br />

respondió él, meterme en eso. Confieso que el P. lleva razón<br />

en mucha parte; pero á su tiempo le haré algunos cargos,.<br />

que él debió haberse hecho. Lo que sí quisiera, señor<br />

Cicerón, es que V. (perdonándome antes la curiosidad) me<br />

dijese por donde ha averiguado tantas cosas como nos ha dicho<br />

aquí, siendo así que las mas de ellas han pasado en el<br />

mundo macho después de estar V. por estos países. Rióse<br />

Cicerón , y respondió : que en los tiempos intermedios de la<br />

censura de los papeles, se habia andado informando entre<br />

muchos gramáticos, especialmente alemanes, que habia en<br />

el pais; por mas señas que para haber de llegar á los lugares<br />

donde estaban algunos , como eran Kemnicio , Me—<br />

lanetnon , Carnerario y otros , había tenido mucho que trabajar.<br />

Y dígame V. , le preguntó el otro , aunque nos distraigamos<br />

un poco del asunto, J ha encontrado V. con un<br />

tal Heicnecio? Si señor, respondió. Pero V., ¿ por qué lo<br />

pregunta : Lo preguntaba , dijo Averroes, porque allá en<br />

Sevilla me dijeron que este era el libro favorito de los doctores<br />

antib írbaros, y de él sacaban algunos dichotes contra<br />

los escolásticos. Así es verdad, respondió Cicerón. En la<br />

obra de este hombre, por otra parte sabio, se encuentra una<br />

comparación muy fina y muy juiciosa del estilo de los príncipes<br />

de la escuela con las pelotas de los escarabajos , y de<br />

los escarabajos con los príncipes de la escuela. Y estos , señores<br />

míos, así que olieron la pelota, se fueron tras ella, y<br />

no la sueltan de la boca. No les falta mas que seguir el dictamen<br />

de este latino, que tanto aprecian. Y pues, según él,<br />

no ha habilj escolástico que escriba con buen latín, irse tras<br />

las instituciones de Juan Calvino, y obras de Felipe Meianc-

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