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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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Contradicción 8. Tecnología, trabajo y disponibilidad humana | 115al bien común. Ya existen programas de ese tipo. Las ayudas a la pobrezaen Argentina y Brasil distribuyen dinero a las familias pobres con tal quepuedan demostrar que sus hijos acuden a la escu<strong>el</strong>a. Estructurar tales redistribucionesincentivadas puede ser difícil en la práctica, pero en opiniónde Ford es crucial para evitar la cultura de la dependencia que se asocia amenudo con las ayudas directas al bienestar o una renta mínima garantizada,se tenga empleo o no. En cualquier caso, las redistribuciones y lacreación de capacidad de compra son <strong>el</strong> único medio para crear suficientedemanda para compensar la creciente oferta de bienes y servicios. Esa sería,coincide André Gorz, «la única forma de dar significado a la disminuciónd<strong>el</strong> volumen d<strong>el</strong> trabajo socialmente necesario» 12 .Marx, en cambio, examinó varios antídotos posibles a la caída tendencialde la tasa de beneficio como consecuencia de las innovaciones queahorran trabajo: la apertura de líneas de producción totalmente nuevasintensivas en trabajo; una pauta de innovación dedicada tanto al ahorro decapital como al ahorro de trabajo; una tasa de explotación creciente sobr<strong>el</strong>a fuerza de trabajo todavía empleada; la existencia previa o la formación deuna clase de consumidores que no producen nada; una tasa fenomenal decrecimiento de la fuerza de trabajo total que aumentara la masa de capitalproducido aunque la tasa de beneficio individual cayera. Lo que no estáclaro es si Marx pensaba que esas fuerzas bastarían para contrarrestar inde<strong>fin</strong>idament<strong>el</strong>a caída d<strong>el</strong> valor de la producción y de la tasa de beneficio.Sendas de desarrollo de ese tipo han evitado efectivamente a veces lacaída de la tasa de beneficio. La incorporación d<strong>el</strong> campesinado chino,indio y de gran parte d<strong>el</strong> sureste de Asia (junto con Turquía y Egipto yalgunos países latinoamericanos, siendo África todavía un continente conenormes reservas de mano de obra no aprovechada) a la fuerza de trabajoasalariada global desde la década de 1980, junto con la integración de loque era <strong>el</strong> bloque soviético, ha significado un enorme incremento (y nodisminución) de la fuerza de trabajo asalariada global muy por encima d<strong>el</strong>a que correspondería al aumento vegetativo de la población. También sonpalpables las crecientes tasas de explotación asociadas a las horribles condicionesde trabajo en China, Bangladesh, Vietnam y otros países, mientrasque <strong>el</strong> problema de la demanda se ha afrontado en general mediante unavasta expansión d<strong>el</strong> crédito.Así, pues, no parece haber un motivo inmediato de pánico desde <strong>el</strong>punto de vista de la producción o de la realización; pero desde <strong>el</strong> punto devista d<strong>el</strong> futuro a largo plazo d<strong>el</strong> capital, parece como si existiera una «últimafrontera» para la absorción de mano de obra asalariada en <strong>el</strong> <strong>capitalismo</strong>global. En los países capitalistas avanzados se ha producido una masiva12A. Gorz, Critique of Economic Reason, cit., p. 92.

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