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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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Contradicción 11. Desarrollos geográficos desiguales y producción de espacio | 161El capital tiene que mostrarse de algún modo sensible a las carencias ynecesidades de las poblaciones que explota, por supuesto, e incluso si nolo fuera, los conflictos sociales y de clase le obligarían seguramente a llegara ciertos compromisos con los críticos y a refrenar algunas de sus ambicionesmás desmedidas. Resulta, sin embargo, demasiado fácil culpar a lasvíctimas de lo que sucede cuando <strong>el</strong> capital levanta <strong>el</strong> campamento y s<strong>el</strong>arga. La explicación dominante es que fueron los sindicatos codiciosos, lospolíticos derrochadores, los malos gestores y demás ralea los que lo ahuyentaron;pero fue <strong>el</strong> capital, y no la gente, <strong>el</strong> que abandonó y desindustrializóDetroit, Pittsburgh, Sheffi<strong>el</strong>d, Manchester, Mumbai y otras tantas ciudades.Aunque haya ejemplos obvios de mala gestión e intensificación de lalucha de clases en esta o aqu<strong>el</strong>la región o ciudad, es absurdo atribuirles todala responsabilidad de la terrible devastación de regiones industriales quehabían sido durante generaciones la espina dorsal de la acumulación decapital en tantos países d<strong>el</strong> mundo. Es algo que, por <strong>el</strong> contrario, debemosagradecer a la contrarrevolución neoliberal iniciada en la década de 1970 yque se ha venido intensificando hasta hoy.Los desarrollos geográficos desiguales enmascaran convenientement<strong>el</strong>a auténtica naturaleza d<strong>el</strong> capital. La esperanza puede mantenerse eternamente,porque siempre hay alguna localidad, región o zona afortunada, en laque las cosas van bien mientras que a su alrededor todo son calamidades. Lasmacrocrisis se descomponen así en acontecimientos localizados que afectana otros «ahí fuera» o de los que incluso se sabe poco. Las profundas crisis enIndonesia o Argentina son juzgadas por <strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> mundo como casos de«mala suerte», ante los que sólo cabe encogerse de hombros. El pensamientoestá dominado por explicaciones particulares y no sistémicas de las crisis.Argentina, Grecia o Detroit deberían reformarse a su modo, se dice, pero <strong>el</strong>capital huye prácticamente indemne y siempre sale beneficiado.Existe otro aspecto notable en <strong>el</strong> paisaje d<strong>el</strong> capital que desempeñaun pap<strong>el</strong> ideológico vital en la vida y la política contemporáneas. La ciudadcapitalista es construida como una obra de arte de por sí, repletade edificios de arquitectura fabulosa y de significados icónicos rivales.Pero las mansiones y áticos de los «amos d<strong>el</strong> universo» que trabajan ahoraen oficinas palaciegas de brillantes rascaci<strong>el</strong>os en los centros <strong>fin</strong>ancierosglobales contrastan con la vieja arquitectura industrial de las fábricas tradicionales.Los hipercentros de consumo fastuosos y la perpetua creaciónde un espectáculo urbano posmoderno contrastan con la proliferación d<strong>el</strong>as periferias urbanas y las urbanizaciones cerradas, y éstas a su vez conlas gigantescas colmenas de apartamentos en barrios construidas para laclase obrera y la población inmigrante y, en muchas ciudades d<strong>el</strong> mundo,con las grandes zonas de infravivienda construidas artesanalmente porsus propios habitantes. La ciudad capitalista constituye <strong>el</strong> punto álgido d<strong>el</strong>

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