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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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Contradicción 16. La r<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong> capital con la naturaleza | 255pero con frecuencia exige muy poca mano de obra. En la agricultura, tiendeal monocultivo, la extracción y naturalmente la continua expansión bajo lapresión d<strong>el</strong> crecimiento exponencial. En cuanto a la urbanización, las áreassuburbanas son igualmente un monocultivo donde predomina un estilo devida que potencia <strong>el</strong> consumo excesivo de bienes materiales de manera asombrosamentedespilfarradora con <strong>el</strong> consiguiente efecto social de aislamiento eindividualismo. El capital controla las prácticas mediante las cuales colectivae individualmente nos r<strong>el</strong>acionamos con la naturaleza y no considera nadaque no sean valores estéticos funcionalistas. En su ruinosa aproximación ala pura b<strong>el</strong>leza y la in<strong>fin</strong>ita diversidad d<strong>el</strong> mundo natural (d<strong>el</strong> que todosformamos parte) exhibe unas cualidades absolutamente yermas. Allí dond<strong>el</strong>a naturaleza se muestra fecunda, entregada a una creación continua de novedad,<strong>el</strong> capital llega para cortar en trozos esas creaciones y reensamblar laspiezas para convertirlas en tecnología. El capital trae aparejada una de<strong>fin</strong>iciónreseca no sólo de la ingente diversidad d<strong>el</strong> mundo natural, sino tambiénd<strong>el</strong> tremendo potencial de la naturaleza humana para desarrollar sus propiascapacidades y facultades en libertad. La r<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong> capital con la naturalezay con la naturaleza humana es extremadamente alienante.El capital no puede menos que privatizar, mercantilizar, monetizary comercializar todos aqu<strong>el</strong>los aspectos de la naturaleza a los que tieneacceso. Sólo así le es posible absorberla cada vez más intensamente demodo que se convierta en una forma de capital, esto es, en una estrategiade acumulación, que llega hasta nuestro ADN. Esta r<strong>el</strong>ación metabólicase expande e intensifica necesariamente como respuesta al crecimientoexponencial d<strong>el</strong> capital y se ve forzada a implicarse en ámbitos cada vezmás conflictivos. Las formas de vida, los materiales genéticos, los procesosbiológicos, <strong>el</strong> conocimiento de la naturaleza y la int<strong>el</strong>igencia sobre cómoutilizar sus cualidades, capacidades y potenciales (sin importar en absolutoque sean artificiales o específicamente humanas) quedan subsumidos en lalógica de la comercialización. La colonización de nuestro mundo de vidapor <strong>el</strong> capital se ac<strong>el</strong>era. La in<strong>fin</strong>ita y cada vez más absurda acumulaciónexponencial de capital se ve acompañada de una in<strong>fin</strong>ita y cada vez másabsurda invasión d<strong>el</strong> mundo de vida por la ecología d<strong>el</strong> capital.Todo <strong>el</strong>lo provoca reacciones, revulsiones y resistencias. El placer decontemplar una puesta de sol, <strong>el</strong> olor de la lluvia o la maravilla de unatormenta espectacular, incluso la brutalidad de un tornado no puedenreducirse a una cruda medida monetaria. Así, cuando Polanyi se queja deque la imposición de la forma mercancía sobre <strong>el</strong> mundo natural no sóloes «siniestra» sino intrínsecamente destructiva, no se limita a insinuar qu<strong>el</strong>as fuerzas y las potencias naturales se ven afectadas y son destruidas hasta<strong>el</strong> punto de resultar inutilizables para <strong>el</strong> capital, sino que afirma que lo quese destruye es la capacidad de ser humano de cualquier otra manera que

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