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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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168 | <strong>Diecisiete</strong> <strong>contradicciones</strong> y <strong>el</strong> <strong>fin</strong> d<strong>el</strong> <strong>capitalismo</strong>encuestados, fuera cual fuera su partido político preferido o sus ingresos,creían en promedio, según decían, que <strong>el</strong> 20 por 100 más rico no debíaposeer más d<strong>el</strong> 32 por 100 de la riqueza total. Cuando se les mostraba (sinexplicitarla) la distribución de riqueza en Suecia (donde <strong>el</strong> 38 por 100 d<strong>el</strong>a riqueza pertenece al 20 por 100 más rico de la población), confrontandolos datos con los de Estados Unidos (donde <strong>el</strong> 20 por 100 más rico posee<strong>el</strong> 84 por 100 de la riqueza), <strong>el</strong> 92 por 100 de los encuestados preferían ladistribución sueca; por otra parte, decían no tener idea hasta entonces decuál era la distribución de la riqueza en Estados Unidos. Creían que <strong>el</strong> 20por 100 más rico controlaba <strong>el</strong> 58 por 100 de la riqueza, y no <strong>el</strong> 84 por 100como sucedía realmente. En cualquier caso, <strong>el</strong> porcentaje estaba muy lejosd<strong>el</strong> 32 por 100 que entendían que podría ser <strong>el</strong> adecuado 1 .¿Pero por qué son tan débiles entonces los movimientos políticos queen Estados Unidos pretenderían rectificar esa distribución tan desigual,comparada con la que creen que debería darse? La respuesta radica principalmenteen la intensa hostilidad popular hacia las intervenciones d<strong>el</strong> Estado,que impide que la única institución capaz de rectificar las disparidades derenta y riqueza pueda hacer prácticamente nada en ese sentido. En <strong>el</strong> debatesobre la ley de cuidados sanitarios de Obama, por ejemplo, los republicanosno se oponían al principio d<strong>el</strong> acceso universal a una atención sanitariadecente, pero denunciaban violentamente <strong>el</strong> derecho d<strong>el</strong> Estado «niñera» aregularla o a regular los comportamientos individuales. Y lo mismo sucedecon cualquier propuesta fiscal para redistribuir la riqueza de los ricos entr<strong>el</strong>os más pobres. En los últimos tiempos la redistribución ha ido de hechoen la dirección opuesta, en nombre de la austeridad, la reducción d<strong>el</strong> déficitpresupuestario, la reducción de impuestos y <strong>el</strong> deseo de mantener un Estadomás reducido y menos invasivo. No es difícil concluir que <strong>el</strong> intenso interésd<strong>el</strong> capital en ejercer una presión a la baja sobre los salarios está por detrás deesas maniobras presupuestarias y fiscales.Las luchas por la distribución de la riqueza y la renta no son las únicasimportantes a este respecto. Las luchas por <strong>el</strong> reconocimiento, <strong>el</strong> respeto,la auténtica igualdad ante la ley, los derechos ciudadanos, las libertadesculturales y r<strong>el</strong>igiosas, las representaciones políticas adecuadas, las oportunidadeseducativas y <strong>el</strong> acceso al empleo, o incluso sobre <strong>el</strong> derecho ala pereza. Muchas de esas luchas son colectivamente emprendidas porsectores particulares de la población que tratan de enderezar las cosas uobtener ventajas según <strong>el</strong> caso (por ejemplo mujeres, grupos LGBT, minoríasraciales, étnicas o r<strong>el</strong>igiosas, ciudadanos de la tercera edad, sindicatos,cámaras de comercio, por no hablar de las instituciones sociales y políticas1Micha<strong>el</strong> Norton y Dan Ari<strong>el</strong>y, «Building a Better America – One Wealth Quintile at a Time»,Perspectives on Psychological Science, vol. 6, 2011, p. 9.

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