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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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58 | <strong>Diecisiete</strong> <strong>contradicciones</strong> y <strong>el</strong> <strong>fin</strong> d<strong>el</strong> <strong>capitalismo</strong>un efecto (positivo o negativo) sobre <strong>el</strong> valor de las vecinas. Una formade intervención estatal destinada a afrontar problemas de ese tipo es lazonificación d<strong>el</strong> uso d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o.La mayoría de la gente acepta la legitimidad de la intervención d<strong>el</strong>Estado u otras instancias de acción colectiva para controlar y regular lasactividades que generan fuertes externalidades negativas, aunque <strong>el</strong>losuponga invadir <strong>el</strong> terreno de las libertades individuales y los derechos depropiedad privada. La contradicción entre valor de uso y valor de cambiose desborda y tiene profundos efectos sobre las r<strong>el</strong>aciones entre <strong>el</strong> poderestatal centralizado y <strong>el</strong> libre ejercicio de los derechos de propiedad privadaindividuales y descentralizados. La única cuestión interesante al respecto eshasta dónde llegará <strong>el</strong> Estado y hasta qué punto puede recurrir en su intervencióna la coerción más que a la construcción de un consenso (procesoque desgraciadamente implica <strong>el</strong> cultivo d<strong>el</strong> nacionalismo). En cualquiercaso, para ejercer tales funciones <strong>el</strong> Estado debe tener <strong>el</strong> monopolio d<strong>el</strong> usolegal de la violencia.Ese monopolio también se hace explícito en la forma en que <strong>el</strong> Estado,tanto en sus encarnaciones precapitalistas como en la capitalista, es antetodo una máquina de guerra inmersa en rivalidades geopolíticas y estrategiasgeoeconómicas en la escena mundial. En <strong>el</strong> marco de un sistema globalinterestatal emergente en perpetua evolución, <strong>el</strong> Estado capitalista persigueventajas y alianzas diplomáticas, comerciales y económicas para asegurar supropia riqueza y poder (o con mayor precisión, la riqueza, estatus y poder desus dirigentes y de ciertos sectores de la población), robusteciendo la capacidadde los propietarios de amasar cada vez más riqueza en <strong>el</strong> territorio en<strong>el</strong> que residen. Al hacerlo, la guerra –clásicamente de<strong>fin</strong>ida como la prolongaciónde la diplomacia por otros medios– se convierte en un instrumentocrucial de posicionamiento geopolítico y geoeconómico en <strong>el</strong> que la acumulaciónde riqueza, de poder competitivo y de influencia dentro de los límitesterritoriales d<strong>el</strong> Estado se convierte en un objetivo prioritario.Pero para librar guerras y comprometerse en tales maniobras, <strong>el</strong>Estado necesita recursos económicos suficientes. La monetización de susactividades guerreras está en la raíz de la construcción de lo que los historiadoreseconómicos conocen como Estado fiscal-militar desde <strong>el</strong> sigloXV en ad<strong>el</strong>ante. En <strong>el</strong> núcleo de ese Estado se sitúa lo que yo llamo <strong>el</strong>«nexo Estado-<strong>fin</strong>anzas», claramente simbolizado en <strong>el</strong> caso británico por laalianza entre <strong>el</strong> aparato estatal, por un lado, y los comerciantes capitalistasde Londres, por otro. Estos últimos <strong>fin</strong>anciaron eficazmente la maquinariabélica d<strong>el</strong> Estado mediante la deuda nacional a cambio de los derechosexclusivos de monopolio y gestión d<strong>el</strong> sistema monetario atribuidos en1694 al Banco de Inglaterra, que fue <strong>el</strong> primer banco central d<strong>el</strong> mundo yque se convirtió en mod<strong>el</strong>o para <strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> mundo capitalista.

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