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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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242 | <strong>Diecisiete</strong> <strong>contradicciones</strong> y <strong>el</strong> <strong>fin</strong> d<strong>el</strong> <strong>capitalismo</strong>En segundo lugar, la «naturaleza» que supuestamente estamos explotandoy agotando y que supuestamente también nos limita o «se venga» de nosotrosestá en realidad internalizada en la circulación y acumulación decapital. La capacidad de crecer de una planta forma parte, por ejemplo,de la agroindustria en su búsqueda de beneficio y es la reinversión de estebeneficio lo que hace que la planta crezca de nuevo al año siguiente. Lascaracterísticas y los <strong>el</strong>ementos naturales son agentes activos en todas lasetapas d<strong>el</strong> proceso de acumulación de capital. El flujo de dinero es unavariable ecológica y la transferencia de nutrientes a través de un ecosistemapuede también constituir un flujo de valor.Si bien la materia no puede ni crearse ni destruirse, su configuraciónpuede ser alterada radicalmente. La ingeniería genética, la creación de nuevoscompuestos químicos, por no hablar de las enormes modificacionesmedioambientales (la creación de ecosistemas totalmente nuevos mediant<strong>el</strong>a urbanización y la fijación en la tierra de capital en forma de granjas,<strong>fin</strong>cas y fábricas), trascienden la larga historia de alteraciones medioambientalesde origen humano que han convertido a la tierra en su conjuntoen un lugar mucho más acogedor para la vida humana y, a lo largo de losúltimos tres siglos, para la realización de actividades rentables. Muchosorganismos producen de forma activa una naturaleza que favorece su propiareproducción y los seres humanos no constituyen una excepción. Elcapital, como forma específica de actividad humana, hace lo mismo, perocada vez más en su nombre y no de la humanidad.La tesis de la «dominación de la naturaleza» que ha predominadomayoritariamente tanto en los textos científicos como en la imaginaciónpopular a partir de la Ilustración (desde los escritos de Descartes en ad<strong>el</strong>ante)no tiene cabida en este esquema conceptual. Ello plantea algunosproblemas a la hora de reflexionar sobre la r<strong>el</strong>ación existente entre capitaly naturaleza. El pensamiento cartesiano construye erróneamente capital ynaturaleza como dos entidades separadas en interacción causal para despuésagravar este error imaginando que <strong>el</strong> primero domina a la segunda oque esta «se venga» de aqu<strong>el</strong>. Otras versiones más sofisticadas incorporanciclos de retroalimentación. La forma alternativa de pensamiento queproponemos aquí no es fácil de aprehender en un principio. El capitales un sistema ecológico en constante funcionamiento y evolución dentrod<strong>el</strong> cual tanto la naturaleza como <strong>el</strong> capital se producen y reproducencontinuamente. Esta es la forma correcta de verlo 2 . Las únicas preguntasinteresantes son entonces: ¿qué tipo de sistema ecológico es <strong>el</strong> capital?,¿cómo está evolucionando? y ¿por qué podría ser propenso a la crisis?2Defiendo esta opción en profundidad en David Harvey, Justice, Nature and the Geography ofDifference, Oxford, Basil Blackw<strong>el</strong>l, 1996 [de próxima publicación en esta colección].

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