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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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138 | <strong>Diecisiete</strong> <strong>contradicciones</strong> y <strong>el</strong> <strong>fin</strong> d<strong>el</strong> <strong>capitalismo</strong>a un poder de clase consolidado que monopoliza tanto la economía como<strong>el</strong> proceso político al tiempo que monopoliza la mayoría de los mediosde comunicación, reduciendo <strong>el</strong> supuesto «libre mercado de las ideas» auna serie de pendencias banderizas sobre trivialidades. Y sin embargo laortodoxia económica sigue insistiendo en que <strong>el</strong> libre mercado es <strong>el</strong> diosen <strong>el</strong> que tenemos necesariamente que creer y que los monopolios son unadesgraciada aberración que podríamos evitar si nos pusiéramos a <strong>el</strong>lo.La idea que yo pretendo defender aquí, por <strong>el</strong> contrario, es que <strong>el</strong> poderde los monopolios es básico y no una aberración en <strong>el</strong> funcionamiento d<strong>el</strong> capital,y que existe en unidad contradictoria con la competencia. Se trata de unaconcepción bastante inusual que va bastante más allá de las de Stiglitz,pero hay buenas razones para creer que es una formulación correcta. Nosólo es acorde con <strong>el</strong> hecho singular de que la mayoría de los capitalistas, sise les ofrece la posibilidad, prefieren ser monopolistas a ser competidores yde que mantienen persistentemente su intento de procurarse tanto poderde monopolio como pueden, sino que va al meollo de la unidad contradictoriaentre competencia y monopolio en la historia d<strong>el</strong> capital.¿Cómo debemos entonces entender esa unidad contradictoria? El puntomás obvio para empezar es afirmar que ambos aspectos son indistinguibles,o para ser más exactos, que ambos se fusionan dejando la contradicción enestado latente más que antagónico. Ese punto es la naturaleza de la propiedadprivada que confiere a su dueño <strong>el</strong> monopolio sobre <strong>el</strong> uso de una mercancía.El poder monopolístico inherente a la propiedad privada constituye la basepara <strong>el</strong> intercambio, y por extensión para la competencia. Esto puede parecer<strong>el</strong>emental, e incluso trivial, pero no lo es tanto cuando se reconoce que <strong>el</strong>poder de clase d<strong>el</strong> capital descansa enteramente sobre <strong>el</strong> ensamblaje de todosesos derechos monopolísticos de propiedad individual en un orden social en<strong>el</strong> que la clase capitalista se puede de<strong>fin</strong>ir frente al trabajo por su monopoliocolectivo sobre los medios de producción (o en una versión más reciente, sobre losmedios de <strong>fin</strong>anciación). Lo que está ausente en las acostumbradas discusionessobre <strong>el</strong> monopolio es <strong>el</strong> concepto y la realidad d<strong>el</strong> poder monopolístico declase (<strong>el</strong> poder colectivo d<strong>el</strong> capital), incluidas las rentas monopolísticas declase, cuando se aplica a los procesos económicos y políticos.El pap<strong>el</strong> d<strong>el</strong> r<strong>el</strong>ato habitual, en <strong>el</strong> que la competencia ocupa un lugarpredominante y <strong>el</strong> monopolio apenas aparece, se hace entonces más claro.Oscurece la base monopolística d<strong>el</strong> poder de clase constituida por la propiedadprivada y evade convenientemente las cuestiones d<strong>el</strong> poder de clasey la lucha de clases (así sucede en casi todos los textos generales de economía).El capital se presenta idealmente como una serie asombrosa decolisiones moleculares y competitivas entre capitalistas individuales quese desplazan libremente y buscan oportunidades rentables en <strong>el</strong> seno deun mar caótico de actividad económica. ¡La realidad de la competencia

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