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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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234 | <strong>Diecisiete</strong> <strong>contradicciones</strong> y <strong>el</strong> <strong>fin</strong> d<strong>el</strong> <strong>capitalismo</strong>que <strong>el</strong> capital ha cambiado sus atributos en los últimos tiempos, complaciéndosequizá en explicar las recientes tensiones experimentadas por <strong>el</strong>capital como si se trataran de los dolores de parto de un orden capitalistatotalmente nuevo, cuyos principales productos serían <strong>el</strong> conocimiento y lacultura (y la biopolítica, con independencia de lo que signifique) y ya nolas cosas. Aunque sea en parte cierto, sería un error descubrir ahí una rupturaradical con <strong>el</strong> pasado y un doble error suponer que las nuevas formasescapan a las <strong>contradicciones</strong> d<strong>el</strong> crecimiento exponencial. El espectáculo,por ejemplo, ha sido siempre un importante vehículo para la acumulaciónde capital y nunca ha habido una forma de capital en la que una mayorinformación y un conocimiento superior no fueran una fuente extraordinariade beneficios. Además, ¿cuándo han sido irr<strong>el</strong>evantes la deuda y las<strong>fin</strong>anzas y por qué esta fase de <strong>fin</strong>anciarización es tan diferente de la que seprodujo, por ejemplo, a <strong>fin</strong>ales d<strong>el</strong> siglo XIX? Así, pues, aunque sea verdadque <strong>el</strong> consumo de espectáculos, imágenes, información y conocimientoes cualitativamente diferente d<strong>el</strong> consumo de mercancías materiales comocasas, coches, pan y ropa de moda, nos equivocaríamos si no reconociéramosque la rápida expansión de la actividad en esas esferas tiene su origenen <strong>el</strong> fútil (y en breve explicaré por qué utilizo esta palabra) deseo de escaparde las limitaciones materiales d<strong>el</strong> crecimiento exponencial. Todas estasformas alternativas permanecen cautivas de la lucha d<strong>el</strong> capital por acomodarsea su irrenunciable crecimiento exponencial.No me parece casual que los límites impuestos a la creación de dinero,dada su vinculación a mercancías-dinero como <strong>el</strong> oro y la plata, se desmoronarana principios de la década de 1970. La presión de la expansiónexponencial sobre una oferta global de metal prácticamente invariable erasimplemente irresistible en aqu<strong>el</strong> momento d<strong>el</strong> desarrollo histórico d<strong>el</strong>capital. Desde entonces hemos vivido en un mundo donde prevalece lapotencial ausencia de límites para la creación de dinero. Antes de la décadade 1970, la ruta principal para <strong>el</strong> capital era la inversión en la producciónde valor y de plusvalor en la industria, la minería, la agricultura y la urbanización.Aunque gran parte de esa actividad se <strong>fin</strong>anciaba mediante <strong>el</strong>endeudamiento, la hipótesis general –que no estaba equivocada– era qu<strong>el</strong>a deuda se acabaría pagando mediante la aplicación de trabajo social ala producción de mercancías como casas, coches, neveras, etc. Incluso en<strong>el</strong> caso de la <strong>fin</strong>anciación a largo plazo de infraestructuras (como carreteras,obras públicas, urbanización) existía una razonable presunción de qu<strong>el</strong>a deuda sería <strong>fin</strong>almente saldada gracias a la creciente productividad d<strong>el</strong>trabajo social comprometido en la producción. También cabía suponerrazonablemente que todo esto generaría crecientes ingresos per cápita. Elsistema de autopistas interestatales construido en Estados Unidos durant<strong>el</strong>as tres décadas posteriores a 1960 tuvo un enorme impacto sobre la

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