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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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190 | <strong>Diecisiete</strong> <strong>contradicciones</strong> y <strong>el</strong> <strong>fin</strong> d<strong>el</strong> <strong>capitalismo</strong>hornos de microondas, y por supuesto las propias viviendas y los automóviles),cuya compra supone un considerable gasto (a menudo <strong>fin</strong>anciadomediante deudas), no sólo ha transformado radicalmente la naturaleza d<strong>el</strong>as economías de los hogares, sino que también ha revolucionado los procesosde realización d<strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> capital en <strong>el</strong> mercado. La mercantilizaciónde la vivienda en todo <strong>el</strong> mundo ha abierto un vasto campo de acumulaciónde capital mediante <strong>el</strong> consumo de espacio para la reproducciónsocial. El capital se ha ocupado durante mucho tiempo, como hemos visto,en la promoción de un «consumo racional», entendiendo como tal <strong>el</strong> tipode consumo de los hogares que nutren la acumulación de capital, sin teneren cuenta si satisfacía o no carencias y necesidades humanas reales (seanéstas cuales sean). La reproducción social se ha visto cada vez más infectaday en algunos casos totalmente transformada por tales consideraciones.Este hecho <strong>el</strong>emental ha suscitado muchas reflexiones sobre <strong>el</strong> pap<strong>el</strong>creciente d<strong>el</strong> capital en <strong>el</strong> dominio de lo que Jürgen Habermas llama(siguiendo al filósofo alemán Edmund Husserl) nuestro «mundo de vida»o lo que se Lefebvre denominaba «vida cotidiana» 7 . La penetración sistemáticade casi todos los aspectos de nuestra vida cotidiana por <strong>el</strong> capital ysus productos en una forma u otra ha provocado evidentemente resistencias,pero para la mayor parte de la población mundial ha sido una batallaperdida, aunque no se recibiera con gran entusiasmo. Entre la izquierdaprogresista (en particular algunas feministas socialistas) se ha argumentadoque habría que pagar un salario por <strong>el</strong> trabajo en <strong>el</strong> hogar. Dado que unaparte abrumadoramente grande de ese trabajo es realizado por mujeres,<strong>el</strong> razonamiento político está claro, pero desgraciadamente sólo consiguepromover la monetización total de todo, lo que en último término favoreceal capital. Aparte de la pura dificultad de la monetización de las tareasd<strong>el</strong> hogar, es improbable que tal medida beneficiara a la gente, y menosaún a las mujeres, que muy probablemente seguirán siendo desmesuradamenteexplotadas aunque se les pague su trabajo en <strong>el</strong> hogar.Así, pues, aunque <strong>el</strong> eminente historiador francés Fernand Braud<strong>el</strong>estaba muy acertado cuando afirmaba que la esfera de la vida material y lareproducción material de la gente corriente a <strong>fin</strong>ales d<strong>el</strong> período medievaltenía muy poco o nada que ver con <strong>el</strong> capital o siquiera con un mercado,esa formulación carece de r<strong>el</strong>evancia para nuestra época, excepto en lascada vez más escasas y remotas zonas d<strong>el</strong> mundo (por ejemplo, sociedadesindígenas o poblaciones campesinas muy apartadas) donde <strong>el</strong> capital no7Jürgen Habermas, The Theory of Communicative Action. Volume 2: Lifeworld and System: ACritique of Functionalist Reason, Boston, Beacon Press, 1985 [ed. cast.: Teoría de la acción comunicativa.Crítica de la razón funcionalista, Madrid, Trotta, 2010]; Henri Lefebvre, Critique ofEveryday Life, Londres, Verso, 1991 [ed. cast.: La vida cotidiana en <strong>el</strong> mundo moderno, Madrid,Alianza, 1984].

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