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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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130 | <strong>Diecisiete</strong> <strong>contradicciones</strong> y <strong>el</strong> <strong>fin</strong> d<strong>el</strong> <strong>capitalismo</strong>personas, pero ahora existe un mercado mundial d<strong>el</strong> grano al que se puederecurrir para compensar las malas cosechas locales. En nuestra época nohay razones técnicas para hambrunas locales, precisamente debido a laforma en que funciona la división global d<strong>el</strong> trabajo. Cuando se producenhambrunas (como sucede desgraciadamente con demasiada frecuencia),se debe invariablemente a causas sociales y políticas. La última gran hambrunaen China, en la que pudieron morir hasta 20 millones de personasen la época d<strong>el</strong> «Gran Salto Ad<strong>el</strong>ante», se produjo precisamente porqueChina estaba entonces aislada d<strong>el</strong> mercado mundial por una decisión política.Tal acontecimiento no podría suceder ahora en China. Esto deberíaser una saludable lección para todos aqu<strong>el</strong>los que sitúan su fe anticapitalistaen la perspectiva de una soberanía alimentaria local, la autosuficiencialocal y <strong>el</strong> desacoplamiento de la economía global. Liberarse de las cadenasde la división internacional d<strong>el</strong> trabajo organizado en beneficio d<strong>el</strong> capitaly las potencias imperialistas es una cosa, y otra muy distinta intentar desacoplarsed<strong>el</strong> mercado mundial en nombre de la antiglobalización; a mijuicio sería una alternativa potencialmente suicida.La contradicción principal en <strong>el</strong> uso por <strong>el</strong> capital de la división d<strong>el</strong>trabajo no es técnica, sino social y política. Se resume en una palabra:alienación. Los indudables y asombrosos aumentos de productividad,volumen producido y rentabilidad que consigue <strong>el</strong> capital en virtud desu organización de la división técnica y social d<strong>el</strong> trabajo se producen aexpensas d<strong>el</strong> bienestar mental, emocional y físico de los trabajadores en suempleo. El trabajador, sugiere por ejemplo Marx, se ve típicamente mutiladoy reducido a una «persona fragmentaria» [Teilmensch] en virtud desu atadura a una posición fija en una división d<strong>el</strong> trabajo cada vez máscompleja. Los trabajadores se ven aislados e individualizados, alienadosmutuamente por la competencia, alienados de una r<strong>el</strong>ación sensual con lanaturaleza (con su propia naturaleza como seres humanos apasionados ysensuales y con <strong>el</strong> mundo externo). Cuanta más int<strong>el</strong>igencia se incorporaa las máquinas, más se fragmenta la unidad entre los aspectos mentales ymanuales d<strong>el</strong> trabajo. Los trabajadores se ven privados de retos mentaleso posibilidades creativas. Se convierten en meros operadores de máquinas,en sus apéndices más que dueños de su propio destino y fortuna. La pérdidade cualquier sentido de totalidad o de autoría personal disminuye lassatisfacciones emocionales. Cualquier creatividad, espontaneidad o atractivoqueda proscrito. La actividad al servicio d<strong>el</strong> capital se convierte en algovacío y sin sentido. Pero los seres humanos no pueden vivir en un mundodesprovisto de todo sentido.Las reflexiones de ese tipo sobre la condición humana bajo <strong>el</strong> dominiod<strong>el</strong> capital no eran privativas de Marx. Se pueden encontrar ideas similaresen los escritos de Weber, Durkheim y Tönnies. Incluso Adam Smith, <strong>el</strong>

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