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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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Contradicción 4. Apropiación privada y riqueza común | 71regímenes de propiedad común y los derechos consuetudinarios característicosde los modos de producción anteriores (quiero insistir en que estono significa una nostalgia con respecto al orden social en <strong>el</strong> que estabaninsertos tales derechos y prácticas). Pone en lugar de toda esa variedad deexistencias y vidas en <strong>el</strong> mundo una doctrina de los «derechos humanos»universales, evidentes e individualizados, subordinados a la producción devalor, que de hecho enmascara bajo una doctrina legal universalista y naturalizada<strong>el</strong> esp<strong>el</strong>uznante rastro de violencia que acompañó a la desposesiónde las poblaciones indígenas. Hasta hoy día, no obstante, es más probableque los adversarios y disidentes de todo esto –considerados cada vez máscomo terroristas– sean encarc<strong>el</strong>ados en prisiones que hallarlos viviendo enla miniutopía de la urbanización periférica burguesa.En ese mundo construido sobresalen ciertas verdades como pretendidamenteevidentes, la principal de las cuales es que todo lo que existe sobr<strong>el</strong>a tierra debe ser en principio sometido, siempre que sea técnicamenteposible, a la mercantilización, monetización y privatización. Ya hemoscomentado cómo la vivienda, la educación, la sanidad y los servicios públicoshan evolucionado en esa dirección y ahora podemos añadir tambiénlas actividades bélicas e incluso las gubernamentales, subcontratándoseuna proporción cada vez mayor de esos sectores a empresas privadas. Losbendecidos con suficiente poder dinerario pueden entonces comprar (orobar) casi cualquier cosa, excluyendo a la gran mayoría de la poblaciónque carece de suficiente poder dinerario, astucia subversiva o influenciapolítico-militar para competir. Pero <strong>el</strong> hecho de que sea ya posible comprarderechos de propiedad sobre las secuencias genéticas, cuotas de contaminacióny derivados climáticos debería hacer que nos detuviéramos a pensarsobre las advertencias de Polanyi. El problema es, no obstante, que todoeso parece estar tan inserto en <strong>el</strong> orden «natural» e inconmovible creadopor la burguesía que parece no sólo comprensible sino inevitable que lasempresas puedan dominar la vida social en esferas de la actividad social ycultural donde no tendría por qué ser así. El valor de cambio es en todaspartes <strong>el</strong> amo y <strong>el</strong> valor de uso <strong>el</strong> esclavo, y esa situación hace imprescindibleuna reb<strong>el</strong>ión popular de las masas en nombre d<strong>el</strong> acceso para todos alos valores de uso fundamentales.Esa urgencia va acompañada además de una crítica y reb<strong>el</strong>ión sistemáticasfrente a la política de apropiación y acumulación por desposesión,asentada en una r<strong>el</strong>ación desconcertante y contradictoria con doctrinaslegales universales sobre los derechos de propiedad privada que supuestamenteregulan las r<strong>el</strong>aciones entre Estado e individuo de tal modo quedebería excluir las desposesiones, <strong>el</strong> robo y los engaños. La constitucionalidady legalidad capitalistas están basadas al parecer en una mentirao como mucho en ficciones confusas, si es que cabe deducir algo de

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