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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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70 | <strong>Diecisiete</strong> <strong>contradicciones</strong> y <strong>el</strong> <strong>fin</strong> d<strong>el</strong> <strong>capitalismo</strong>un tipo de organización diferente, atomizada e individual» 4 . Esta últimaconsecuencia ha sido decisiva en <strong>el</strong> funcionamiento de la estructura de<strong>contradicciones</strong> que estamos examinando aquí. Dicho simplemente, launidad contradictoria entre Estado y propiedad privada que constituy<strong>el</strong>a tercera contradicción fundamental d<strong>el</strong> capital cobró importancia, nocomo instrumento fundamental para facilitar la acumulación por desposesión,sino como una legitimación y una racionalización institucional postfacto de los resultados de esa violencia de desposesión. Una vez que la tierra,<strong>el</strong> trabajo y <strong>el</strong> dinero habían sido cosificados, pulverizados y separadosde su inserción en los flujos más amplios de la vida cultural y la materiaviviente, pudieron ser resuturados bajo <strong>el</strong> paraguas de los derechos y leyesconstitucionales basados en los principios de los derechos individuales a lapropiedad privada garantizados por <strong>el</strong> Estado.La tierra, por ejemplo, no es una mercancía producida por <strong>el</strong> trabajo social;pero estaba en <strong>el</strong> centro de la campaña de cercamientos en Gran Bretaña ylas prácticas colonizadoras organizadas en todas partes para dividirla, privatizarlay mercantilizarla de forma que <strong>el</strong> mercado de la tierra pudieraconvertirse en un ámbito primordial para la acumulación de capital y laextracción de riqueza por parte de una clase rentista cada vez más poderosa.Los recursos llamados «naturales» pueden de forma parecida ser compradosy vendidos aunque no sean de por sí un producto d<strong>el</strong> trabajo social. Lamercantilización de la naturaleza tiene ciertos límites, ya que algunas cosas(como la atmósfera y los agitados océanos) no son fácilmente privatizados yparc<strong>el</strong>ados. Aunque los peces extraídos de los océanos pueden ser fácilmentemercantilizados, las aguas en las que nadan plantean un problema distinto.Se pueden, no obstante, crear mercados en torno a los derechos de usufructoo la contaminación de la atmósfera y los océanos, o derechos exclusivos dearrendamiento para pescar en ciertas zonas (por ejemplo, sólo los arrastrerosespañoles pescan en la parte d<strong>el</strong> océano Atlántico meridional reclamadacomo aguas jurisdiccionales por Argentina).Los cercamientos y la parc<strong>el</strong>ación de la tierra, d<strong>el</strong> trabajo (medianteextensiones de su división social y según tareas) y d<strong>el</strong> poder d<strong>el</strong> dinero (enparticular mediante <strong>el</strong> dinero ficticio y <strong>el</strong> capital-dinero crediticio) comomercancías fueron cruciales en esa transición al sistema de derechos de propiedadprivada que ofrece una base legal para las operaciones d<strong>el</strong> capital.La contradicción Estado propiedad privada desplaza así una concepciónfluida y viva de la r<strong>el</strong>ación con la naturaleza, que acaba siendo imaginada,tal como se quejó en una ocasión Heidegger, como «una vasta gasolinera»5 . Desplazó igualmente todos los supuestos culturales vinculados a los4Ibid., p. 178 [pp. 289, 267].5Martin Heidegger, Discourse on Thinking, Nueva York, Harper Press, 1966, p. 50 [ed. cast.:Serenidad, Barc<strong>el</strong>ona, Serbal, 2002].

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