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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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Conclusión | 281inmensa violencia que sostiene al orden colonial y neocolonial. Esto es alo que Mao y Ho Chi Minh tuvieron que enfrentarse, lo que Che Guevaraintentó conseguir, y contra lo que una gran cantidad de líderes políticos ypensadores inmersos en conflictos poscoloniales ha actuado con total conviccióntanto de palabra como en la práctica, entre otros Amilcar Cabral deGuinea-Bisáu, Julius Nyerere de Tanzania, Kwame Nkrumah de Ghana, yAimé Césaire, Walter Rodney, C.L.R. James y muchos otros.Pero, ¿es acaso <strong>el</strong> orden social d<strong>el</strong> capital diferente en esencia de sus manifestacionescoloniales? Ciertamente, ese orden ha intentado distanciarse enla metrópoli d<strong>el</strong> cálculo cru<strong>el</strong> de la violencia colonial (describiéndola comoalgo que debe necesariamente ser aplicado a los otros no civilizados «allílejos» por su propio bien). Tenía que disimular en casa la inhumanidaddemasiado flagrante que demostraba en <strong>el</strong> extranjero. «Allí lejos» las cosaspodían taparse y esconderse. Por ejemplo, sólo ahora se reconoce enterament<strong>el</strong>a violencia atroz de la supresión británica d<strong>el</strong> movimiento MauMau en Kenia en la década de 1960. Cuando <strong>el</strong> capital se aproxima a esainhumanidad en casa, provoca normalmente una respuesta similar a la d<strong>el</strong>os colonizados. Hasta <strong>el</strong> punto de que cuando adoptó la violencia racista,como lo hizo en Estados Unidos, produjo movimientos como los PanterasNegras y la Nación d<strong>el</strong> Islam y líderes como Malcolm X y, en su últimaépoca, Martin Luther King, que señalaron la conexión entre raza y clasey sufrieron sus consecuencias. Pero <strong>el</strong> capital aprendió la lección. Cuantomás se entr<strong>el</strong>azan completa y perfectamente raza y clase, más rápido arde lamecha de la revolución. Lo que Marx deja prístinamente claro en El capitales la violencia cotidiana que constituye la dominación d<strong>el</strong> capital sobre <strong>el</strong>trabajo tanto en <strong>el</strong> mercado como en <strong>el</strong> acto de producción así como en <strong>el</strong>terreno de la vida cotidiana. Resulta sencillísimo recoger las descripcionesde las condiciones laborales actuales, por ejemplo, en las fábricas de componentes<strong>el</strong>ectrónicos de Shenzhen, en las fábricas de ropa de Bangladés, oen los talleres y pequeñas fábricas de trabajo esclavo de Los Áng<strong>el</strong>es e insertarlasen <strong>el</strong> capítulo clásico de Marx sobre «la jornada laboral» incluido enEl capital y no notar ninguna diferencia. Qué chocantemente fácil es cogerlas condiciones actuales de vida de las clases obreras, los marginados y losdesempleados en Lisboa, Sao Paulo y Yakarta y compararlas con la descripciónclásica de Eng<strong>el</strong>s de 1844 reflejada en su obra La situación de la claseobrera en Inglaterra y encontrar muy poca diferencia sustancial 11 .El privilegio de clase y <strong>el</strong> poder oligárquico capitalistas están llevando almundo en una dirección similar en todas partes. El poder político apoyadopor la vigilancia intensificada está utilizando la violencia policial y militar11Frederick Eng<strong>el</strong>s, The Condition of the Working Class in England, Londres, CambridgeUniversity Press, 1962 [ed. cast.: La situación de la clase obrera en Inglaterra, Madrid, Akal, 1976].

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