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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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208 | <strong>Diecisiete</strong> <strong>contradicciones</strong> y <strong>el</strong> <strong>fin</strong> d<strong>el</strong> <strong>capitalismo</strong>destruidas por <strong>el</strong> sistema que crea grandes cantidades de riqueza para unospocos». La filantropía se convierte en una forma de «lavado de conciencia»que simplemente «permite a los ricos dormir mejor por la noche, mientrasque otros obtienen apenas lo suficiente para sobrevivir a duras penas. Casicada vez que alguien se siente mejor por hacer <strong>el</strong> bien, en <strong>el</strong> otro extremod<strong>el</strong> mundo (o de la calle), algún otro se ve atrapado en un sistema que nole permitirá que prospere su naturaleza ni la dará la oportunidad de viviruna vida gozosa y plena» 11 . La concordancia de los propósitos de Buffettcon los de Sen y Marx es llamativa, como lo es la triste historia de un reformismoburgués que nunca resu<strong>el</strong>ve los problemas sociales, sino que sólolos desplaza de un punto a otro.El efecto de ese «complejo caritativo-industrial», ya muy poderoso y enpleno auge, se ha visto corroído por la aplicación de principios cada vez másestrictos de racionalidad económica capitalista. El valor de la filantropía esjuzgado, señala Buffett, «como si <strong>el</strong> rendimiento de una inversión fuera laúnica medida de éxito». La aplicación de los principios de la micro<strong>fin</strong>anzaa un sector informal reconceptualizado como microempresas dotadas dederechos de propiedad privada puede sonar económicamente racional,pero, pregunta Buffett, «¿de qué se trata realmente? La gente aprenderáciertamente a integrarse en nuestro sistema de deuda y reembolso con intereses.La gente se <strong>el</strong>evará por encima d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de los dos dólares al día, paraentrar en nuestro mundo de bienes y servicios y poder comprar más en él.¿Pero no sirve todo eso para engordar a la bestia?». Así es, efectivamente, yademás en un momento muy oportuno, cuando la realización d<strong>el</strong> capitalse ve amenazada por la caída de la demanda efectiva en otros lugares yallí donde las prácticas de acumulación por desposesión mediante la servidumbrepor deudas y prácticas depredadoras aún menos legales ofrecen unlucrativo suplemento para apuntalar la tasa de beneficio general d<strong>el</strong> capital.Tristemente, Buffett topa ahí con <strong>el</strong> muro de su propia interiorización de latolerancia represiva y concluye sin fuerza: «No estoy pidiendo que se ponga<strong>fin</strong> al <strong>capitalismo</strong>; sólo estoy pidiendo humanismo». Pero las prácticas quecritica son exactamente las d<strong>el</strong> humanismo capitalista. La única respuesta,que se sitúa más allá de los límites de la versión contemporánea de la toleranciarepresiva, es un humanismo revolucionario que haga frente a labestia (capitalista) ahíta gracias a la libertad de que dispone para someter aotros con su mano izquierda mientras trata de apaciguarlos con la derecha.Marx no sólo criticó la parcialidad con que se aplicaban las concepcionesburguesas de libertad contra los intereses de la gente corriente, sinoque investigó a fondo lo que podría significar una auténtica riqueza enuna sociedad genuinamente libre. Tal como dejó escrito en los Grundrisse:11Peter Buffett, «The Charitable-Industrial Complex», New York Times, 26 de Julio de 2013.

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