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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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248 | <strong>Diecisiete</strong> <strong>contradicciones</strong> y <strong>el</strong> <strong>fin</strong> d<strong>el</strong> <strong>capitalismo</strong>En cada etapa histórica, la línea de base desde la que opera <strong>el</strong> ecosistemacapitalista es muy diferente. Buena parte d<strong>el</strong> bosque tropical, por ejemplo,ha desaparecido y las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósferallevan tiempo incrementándose. Por otro lado, la expansión urbanay la generalización d<strong>el</strong> estilo de vida suburbano se hallan cada vez másdifundidas (por ejemplo, en China, precisamente). Esta forma de vida estámuy arraigada en las preferencias culturales, en las psiques de la poblacióny en un paisaje físico caracterizado por <strong>el</strong> <strong>el</strong>evado consumo energético y <strong>el</strong>desperdicio de su<strong>el</strong>o, aire y agua.Lo que es diferente en esta ocasión es que nos encontramos en un puntode inflexión crucial de la tasa de crecimiento exponencial de la actividadcapitalista, la cual está teniendo un impacto igualmente exponencial sobr<strong>el</strong>os niv<strong>el</strong>es de estrés y riesgo medioambientales en <strong>el</strong> seno de la ecología d<strong>el</strong>capital, que insiste ante todo en mercantilizar, privatizar e incorporar cadavez más aspectos de nuestro mundo vital (incluidas las propias formas devida) a sus circuitos. Incluso las identificaciones genéticas se reivindicanahora como propiedad privada. Asimismo, <strong>el</strong>lo lleva a una intensificación d<strong>el</strong>as presiones, de manera muy destacada en áreas como <strong>el</strong> cambio climático,la pérdida de diversidad de los hábitats, la imprevisible y trastabillante capacidadde garantizar la seguridad alimentaria y la protección adecuada frentea las nuevas enfermedades. Me atrevería a asegurar que hay indicios clarosde que se están produciendo una propagación cancerosa y una degradaciónde la calidad d<strong>el</strong> ecosistema capitalista cada vez mayores. Buena parte de<strong>el</strong>lo está asociado, asimismo, al fenómeno de la rápida urbanización y laconstrucción de entornos urbanizados (a menudo denominados «segundanaturaleza») de muy baja calidad (este ha sido <strong>el</strong> caso concretamente de Asiadurante los últimos años).La lucha en <strong>el</strong> seno d<strong>el</strong> capital sobre cómo mejorar sus propias condicionesecológicas está vigente y se agudiza cada vez más. Los efectosecológicos son por lo general tratados por las empresas capitalistas comotransferencias de costes o como lo que los economistas denominan «externalidades»,esto es, costes reales que <strong>el</strong> capital no tiene que asumir (porejemplo, la contaminación que se vierte al medioambiente o a tercerossin coste alguno). Incluso los economistas de derechas reconocen que setrata de un fallo d<strong>el</strong> mercado que demanda la intervención d<strong>el</strong> Estado,una tributación compensatoria y medidas reguladoras. Pero, como de costumbre,las incertidumbres y las consecuencias imprevistas se ligan tanto ala acción como a la inacción en estos asuntos. El mayor p<strong>el</strong>igro es que lasactuaciones necesarias se vean retrasadas por unos poderes empresariales ypolíticos recalcitrantes y que sobrepasemos un punto de inflexión irreversibleantes de que <strong>el</strong> problema sea identificado y menos aún resu<strong>el</strong>to. Elciclo reproductivo de los bancos de sardinas frente a la costa de California,

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