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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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202 | <strong>Diecisiete</strong> <strong>contradicciones</strong> y <strong>el</strong> <strong>fin</strong> d<strong>el</strong> <strong>capitalismo</strong>basado en la propiedad privada y los derechos individuales. Éstos de<strong>fin</strong>íancon exclusividad <strong>el</strong> ámbito de la libertad y cualquier cosa que los desafiaradebía ser abatida sin piedad. El orden social se constituía mediante lo queHerbert Marcuse llamaba «tolerancia represiva»: había límites estrictos másallá de los cuales nadie debía aventurarse, por acuciante que fuera <strong>el</strong> anh<strong>el</strong>ode ampliar la libertad, al mismo tiempo que se desplegaba toda una retóricade tolerancia para hacernos tolerar lo intolerable 5 .Lo único sorprendente de todo esto es que nos sorprendamos cuandolo percibimos y pensamos en <strong>el</strong>lo. Después de todo, ¿no es obvio que laviolencia y la dominación d<strong>el</strong> Estado tienen que sostener necesariament<strong>el</strong>as libertades d<strong>el</strong> mercado? En la teoría y las prácticas d<strong>el</strong> Estado liberal quefue emergiendo gradualmente desde <strong>el</strong> siglo XVIII, la idea guía era que <strong>el</strong>Estado debía autolimitarse en sus intervenciones, que debía practicar <strong>el</strong>laissez-faire con respecto a los individuos y en particular con respecto a lasprácticas empresariales en <strong>el</strong> mercado, no por benevolencia paternalista,sino por <strong>el</strong> interés propio en maximizar la acumulación de poder y riquezamonetaria dentro de su jurisdicción soberana. Que <strong>el</strong> Estado se extralimitecon frecuencia en esas actividades reguladoras e intervencionistas es unaqueja habitual de los ciudadanos, y por supuesto una queja muy frecuented<strong>el</strong> capital; y de vez en cuando surgen en Estados Unidos movimientospolíticos como <strong>el</strong> Tea Party con la clara intención de hacer retroceder <strong>el</strong>intervencionismo estatal, ya sea benevolente o no. Ya es hora, dicen loscríticos libertarios de derechas, de que desaparezca <strong>el</strong> Estado niñera ycomience <strong>el</strong> auténtico reino de la libertad individual.Karl Polanyi entendía muy bien esas r<strong>el</strong>aciones, aunque desde <strong>el</strong> otrolado de la argumentación política, cuando decía:La desaparición de la economía de mercado puede suponer <strong>el</strong> comienzode una era de libertad sin precedentes. La libertad jurídica y la libertadefectiva pueden ser mayores y más amplias de lo que nunca hansido. La regulación y <strong>el</strong> control pueden lograr la libertad, no sólo paraalgunos sino para todos. No la libertad como algo asociado al privilegioy viciada de raíz, sino la libertad en tanto que derecho prescriptivo quese extiende más allá de los estrechos límites de la esfera política, a la organizacióníntima de la sociedad misma. De este modo, a las antiguaslibertades y los antiguos derechos cívicos se añadirán nuevas libertadespara todos engendradas por <strong>el</strong> ocio y la seguridad. La sociedad industrialpuede permitirse ser a la vez libre y justa 6 .5Robert Wolff, Barrington Moore y Herbert Marcuse, A Critique of Pure Tolerance. BeyondTolerance, Tolerance and the Scientific Outlook, Repressive Tolerance, Boston, Beacon Press, 1969[ed. cast.: Crítica de la tolerancia pura, Barc<strong>el</strong>ona, Edicions 62, 1970.6Karl Polanyi, The Great Transformation. The Political and Economic Origins of Our Time, Boston,Beacon Press, 1957, pp. 256–257[ed. cast.: La gran transformación, Madrid, La Piqueta, 1989].

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