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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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Contradicción 13. Reproducción social | 185maravillosa ficción de que <strong>el</strong> sector informal de la reproducción social queprevalece en muchas ciudades d<strong>el</strong> mundo en vías de desarrollo es de hechouna bullente masa de microempresas que sólo necesitan cierta dosis demicro<strong>fin</strong>anciación (con tasas de interés usurarias que se embolsan al <strong>fin</strong>allas principales instituciones <strong>fin</strong>ancieras) para convertirse en miembros depleno derecho de la clase capitalista.Por esas mismas razones estoy muy en desacuerdo con la caracterizaciónde Bourdieu de los talentos personales (que son sin duda de granimportancia en la vida social) como una forma de capital llamada «capitalcultural» 4 . Aunque no se puede objetar <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de tales talentos comoconfirmación d<strong>el</strong> estatus alcanzado en nuestra sociedad, con lo que contribuyena la reproducción de las distinciones de clase en <strong>el</strong> curso de lareproducción social, tratarlos como una forma de capital en <strong>el</strong> sentido enque estamos utilizando aquí ese término es confuso, por no decir perverso.Supondría algo equivalente a decir que existe cierta forma de acumularriqueza y renta monetarios aprendiendo a apreciar a Scarlatti (si uno esfrancés) o Snoop Dogg si uno es estadounidense. Donde sí entra la idea decapital cultural (pero no es eso lo que preocupa a Bourdieu) es en la crecienteimportancia de las marcas y la mercadotecnia en la comercializaciónde artículos y lugares a <strong>fin</strong> de asegurar una renta de monopolio (como en <strong>el</strong>caso de grandes vinos o destinos turísticos). Pero ahí se trata de la <strong>el</strong>aboraciónde símbolos de distinción que cuando tienen éxito pueden constituiruna fuente permanente de rentas de monopolio y ganancias monetarias. Ladiferenciación d<strong>el</strong> producto para señalar que mi pasta dentífrica es única yespecial ha sido siempre una forma de evitar <strong>el</strong> efecto niv<strong>el</strong>ador d<strong>el</strong> intercambioen <strong>el</strong> mercado. Quien inventa <strong>el</strong> mundo simbólico que hay tras lamarca comercial de artículos y lugares –algo vital para la publicidad actualy <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> turismo– convierte en un gran negocio la manipulación d<strong>el</strong>os deseos humanos para obtener ganancias monetarias que van a pararpor supuesto a los bolsillos de los capitalistas que encargan esa ideación demarcas para sus productos, a cuyas cualidades se asignan ciertamente signosde clase e incluso imágenes seductoras de género. El capital utiliza sinduda tales signos de distinción en sus lanzamientos y campañas de venta,pero eso no significa que la distinción sea una forma de capital, comopropone Bourdieu, aunque a menudo dé lugar a rentas de monopolio si ladistinción es única y original (como una pintura de Picasso).El capital y <strong>el</strong> Estado capitalista (aunque sobre todo este último) hanmostrado últimamente un profundo interés por aspectos de la reproducciónsocial que afectan a las cualidades competitivas de la fuerza de trabajo.Si cierto país desea hacerse más rico desplazando la cadena de valor añadido4Pierre Bourdieu, «The Forms of Capital», en J. Richardson (ed.), Handbook of Theory andResearch for the Sociology of Education, Nueva York, Greenwood, 1986.

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