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Leer-Diecisiete-contradicciones-y-el-fin-del-capitalismo

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244 | <strong>Diecisiete</strong> <strong>contradicciones</strong> y <strong>el</strong> <strong>fin</strong> d<strong>el</strong> <strong>capitalismo</strong>objetivo que tengan los proyectos socioeconómicos y ecológicos: ¿<strong>el</strong>bienestar de las personas o la tasa de beneficio? En ámbitos como lasalud pública y <strong>el</strong> suministro de agua potable, esta dialéctica ha funcionadoen beneficio de las personas, a veces a costa de los beneficios,y así <strong>el</strong> apoyo popular prestado al ecologismo de las grandes empresasha tenido efectos positivos tanto para <strong>el</strong> capital como para la políticamedioambiental. Parte de esta política es, lamentablemente, simbólica yno sustantiva. Esto se conoce como greenwashing, esto es, hacer pasar unproyecto con <strong>fin</strong>es lucrativos por uno destinado a promover <strong>el</strong> bienestarhumano. El gran regalo que hizo Al Gore al movimiento ecologista que tratabade tomar medidas respecto al calentamiento global fue crear un nuevomercado de emisiones de carbono que ha representado una fuente importantede beneficios especulativos para los hedge funds, pero no ha contribuidoa poner coto a las emisiones globales. Cabe sospechar que en realidad paraesto es para lo que fue concebido desde un principio. Por otra parte, las nuevasformas organizativas desarrolladas para conservar los recursos pesquerosconllevan un modo de privatización que da prioridad al <strong>capitalismo</strong> <strong>fin</strong>ancieroy empresarial a gran escala a costa de la pesca artesanal.En cuarto lugar, y esta es probablemente la reflexión más incómodade todas, es perfectamente posible que <strong>el</strong> capital continúe circulando yacumulándose en medio de catástrofes medioambientales. Los desastresmedioambientales generan abundantes oportunidades para que un «<strong>capitalismo</strong>d<strong>el</strong> desastre» obtenga exc<strong>el</strong>entes beneficios. Las muertes por hambrede las poblaciones más expuestas y vulnerables y la destrucción masiva de loshábitats no perturbarán necesariamente al capital (a menos que provoquenreb<strong>el</strong>iones y revoluciones), precisamente porque buena parte de la poblaciónmundial es ahora superflua y desechable en cualquier caso y <strong>el</strong> capitalnunca se ha arredrado a la hora de destruir a las personas en su afán d<strong>el</strong>ucro. Así sucedió en las recientes y atroces tragedias que tuvieron lugar enlas fábricas textiles de Bangladés, donde los incendios y los derrumbamientosse cobraron las vidas de más de mil trabajadores y trabajadoras. Asimismo,los desechos tóxicos se concentran fundamentalmente en las comunidadespobres y vulnerables (algunos de los peores emplazamientos de EstadosUnidos están en las reservas indias) o en los lugares d<strong>el</strong> mundo más empobrecidos(las baterías tóxicas son tratadas en China en condiciones insalubresy los viejos buques se desguazan en las costas de India y Bangladés con uncoste humano considerable). El deterioro de la calidad d<strong>el</strong> aire en <strong>el</strong> norte deChina ha reducido la esperanza de vida de la población más de cinco añosdesde 1980. Este tipo de distribución injusta de los perjuicios medioambientalespodría robustecer un movimiento de justicia medioambiental, pero lasprotestas sociales correspondientes no representan hasta ahora una amenazagrave para la supervivencia d<strong>el</strong> capital.

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