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Perfiles, dosis y efectos secundarios 373<br />

de intensidad leve a moderada, así como el dolor tipo<br />

cólico.<br />

Varios pacientes se quejarán de sudoración,<br />

para la cual no hay tolerancia. El tema de las reacciones<br />

idiosincrásicas a fármacos ha sido reabierto después<br />

de algunas publicaciones escandinavas y varios otros<br />

países, por consiguiente, han hecho a la dipirona no<br />

disponible. Sin embargo, varios países, entre ellos Alemania,<br />

España y la mayoría de países latinoamericanos,<br />

consideran como bajo el riesgo, en comparación con los<br />

efectos secundarios de los AINEs. La aplicación intravenosa<br />

rápida puede estar asociada con hipotensión, que<br />

no debe ser confundida con una respuesta alérgica, que<br />

de hecho se produce sólo en raras ocasiones. Las contraindicaciones<br />

incluyen porfiria, deficiencia de glucosa<br />

6-fosfato deshidrogenasa, embarazo (especialmente el<br />

último trimestre) y la lactancia.<br />

La dosis estándar de dipirona es 500–1,000<br />

mg. q.i.d.<br />

Analgésicos opioides<br />

Por razones legales, los opioides pueden clasificarse en<br />

débiles y fuertes. La escala analgésica de tres pasos para<br />

el manejo del dolor en cáncer de la Organización Mundial<br />

de la Salud (OMS) también sigue esta distinción,<br />

abogando primero por el uso de un opioide “débil” (p.ej.,<br />

tramadol ó codeína) seguido de un opioide “fuerte”<br />

(p.ej., morfina ó hidromorfona). En la práctica clínica,<br />

esta distinción es probablemente irrelevante, ya que no<br />

existen datos que indiquen que las dosis equianalgésicas<br />

de opioides “débiles” y “fuertes” tienen un efecto<br />

secundario ó un perfil de efectividad diferentes. Por lo<br />

tanto, la terapia con opioides puede iniciarse con dosis<br />

bajas de un opioide “fuerte”, si los opioides “débiles” no<br />

están disponibles.<br />

Los opioides también pueden clasificarse en<br />

función de su afinidad por el receptor. El efecto analgésico<br />

de los opioides está mediado a través de la unión<br />

a los receptores μ, κ, y δ. A excepción de la pentazocina,<br />

el tramadol y la buprenorfina, todos los opioides<br />

comúnmente disponibles son más ó menos agonistas μ<br />

puros con una función de efecto de dosis lineal. El tramadol,<br />

la pentazocina y la buprenorfina por otra parte<br />

tienen un efecto de techo y se unen a receptores diferentes<br />

ó adicionales. Los receptores opioides se encuentran<br />

en varias áreas del cerebro, la médula espinal y—al<br />

contrario de la creencia común—en los tejidos periféricos,<br />

especialmente si hay inflamación presente. El efecto<br />

analgésico es un resultado de la apertura presináptica<br />

reducida de los canales de calcio y la liberación de glutamato<br />

así como el aumento del flujo de salida postsináptica<br />

de potasio y la hiperpolarización de la membrana<br />

celular, que reduce la excitabilidad.<br />

El tratamiento con opioides implica un equilibrio<br />

entre suficiente analgesia y los efectos secundarios<br />

típicos. Por suerte, los efectos secundarios más frecuentes—náusea,<br />

depresión respiratoria y sedación—disminuyen<br />

con el tiempo debido a la tolerancia y el estreñimiento<br />

puede ser tratado profilácticamente con<br />

buenos resultados.<br />

Las mejores indicaciones clínicas para los opioides<br />

son el tratamiento sintomático del dolor agudo<br />

moderado a severo, especialmente el dolor postoperatorio<br />

y el dolor por cáncer. El dolor neuropático puede ser<br />

un indicio, también, sobre todo en pacientes con VIH /<br />

SIDA. Desafortunadamente, el dolor crónico no relacionado<br />

con cáncer, como el dolor de espalda no específico<br />

crónico ó el dolor de cabeza, rara vez es una buena indicación<br />

para los opioides. En el cuidado paliativo, los opioides<br />

también pueden utilizarse para controlar la disnea<br />

con mucha eficacia.<br />

¡El abuso de drogas con opioides es muy raro en<br />

pacientes que no tienen antecedentes de abuso de alcohol,<br />

benzodiazepina u opioides! La razón es que cuando<br />

se utilizan opioides para el control del dolor, la dosificación<br />

regular evita grandes cambios en los niveles séricos,<br />

por lo tanto previniendo la activación de nuestro<br />

sistema de recompensa dopaminérgico (a diferencia de<br />

los drogadictos que experimentan un “nivel más alto”<br />

después de los aumentos repentinos del nivel de sangre<br />

después de una inyección intravenosa de opioides y un<br />

“ansia” en el intervalo de tiempo antes de la siguiente<br />

inyección). No hay que confundir la drogadicción con la<br />

dependencia física. De hecho, todos los opioides causan<br />

dependencia física (como varias otras clases de fármacos,<br />

tales como los beta bloqueadores ó los anticonvulsivos)<br />

y los pacientes desarrollarán síntomas de abstinencia<br />

si se interrumpen los opioides sin disminuir la<br />

dosis.<br />

Opioides “débiles”<br />

Según la escala analgésica de tres pasos para el manejo<br />

del dolor en cáncer de la Organización Mundial de la<br />

Salud (OMS), los opioides débiles deben utilizarse primero,<br />

si los analgésicos no opioides son insuficientes para<br />

controlar el dolor. Tramadol, codeína y dihidrocodeína<br />

son ejemplos de este grupo. El tramadol tiene afinidad

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